Vol. 73/No. 32 24 de agosto de 2009
Washington y sus aliados imperialistas justifican estos actos de piratería en nombre de prevenir la proliferación nuclear. Con arrogancia imperial el gobierno norteamericano se otorga el derecho de dictar a Corea del Norte, Irán y otras naciones semicoloniales las condiciones en las que pueden tener acceso hasta a la información necesaria para satisfacer sus necesidades energéticas energía que es indispensable para el desarrollo de la industria y la cultura.
Mientras Washington se jacta de ser protector del mundo contra los horrores de la guerra nuclear, junto a los gobiernos del Reino Unido, Francia, Rusia y China los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU controlan los arsenales nucleares más grandes del mundo. Hace 64 años los imperialistas norteamericanos se convirtieron en los primeros y únicos que han usado esa arma terrible contra cientos de miles de civiles en el bombardeo atómico a las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
Lejos de hacer el mundo más seguro, los programas de no proliferación nuclear dirigidos por los imperialistas son una cubierta apenas disfrazada para la campaña de amenazas de Washington contra Corea del Norte y otros que no se sometan a su dictado. El gobierno norteamericano es el que ha introducido y mantenido armas nucleares en la región de Corea junto con miles de sus tropas en tierra coreana. Y recientemente desplegaron una red moderna de misiles antibalísticos en el Pacífico apuntados hacía Corea del Norte.
Los trabajadores y agricultores de Corea derrotaron el asalto brutal de Washington de 1950 a 53, que se conoce como la Guerra de Corea, asestándole la primera derrota al imperialismo norteamericano. Por décadas Washington ha apadrinado al gobierno surcoreano y mantenido la partición forzosa de la península como castigo al pueblo trabajador por haber expulsado a los gobernantes imperialistas hace más de cinco décadas.
Washington mantiene su fuerza de guarnición de 28 mil tropas en la parte sur de Corea no solamente en contra del norte sino también en contra de la resistencia inevitable que crecerá entre el pueblo trabajador en el sur de la península bajo el impacto de la crisis económica mundial del capitalismo.
Los gobernantes capitalistas en Corea del Sur y sus patrocinadores en Washington vislumbraron esa resistencia en la huelga y la ocupación de fabrica de los trabajadores de la fábrica automotriz de Ssangyong en contra de despidos que duró varios meses.
El pueblo trabajador en el mundo entero y los oponentes a la guerra imperialista deben decir no a las amenazas norteamericanas contra Corea del Norte. ¡Fuera todas las tropas norteamericanas de Corea ya!
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