Vol. 73/No. 35 14 de septiembre de 2009
La Organización Mundial de la Salud dice que 1.6 millones de personas, el 90 por ciento de ellos niños menores de cinco años, mueren anualmente por enfermedades diarreicas, entre ellas el cólera. Cientos de millones sufren de enfermedades que van desde infecciones intestinales hasta la ceguera, debido a la falta de acceso a agua potable y a las condiciones insalubres en las que miles de millones de trabajadores se ven forzados a vivir.
Solo en Bangla Desh, decenas de millones viven con el riesgo de adquirir enfermedades producidas por envenenamiento por arsénico debido a que los pozos de agua están contaminados con esta sustancia. Según la Organización Mundial de la Salud, la cantidad de muertes por cáncer causadas por el consumo de agua contaminada podría llegar a 270 mil en Bangla Desh. . Sin embargo, las cifras reales son difíciles de calcular ya que algunas enfermedades se desarrollan lentamente y solo son aparentes de 8 a 20 años después.
El gobierno de Bangla Desh, UNICEF, el Banco Mundial y el Instituto de Inspección Geológica de Gran Bretaña (BGS) promovieron la construcción de millones de pozos de agua en el país, pero nunca propusieron que se realizaran pruebas de arsénico en el agua.
Los pozos de Bangla Desh fueron perforados a principios de los años 70, como parte de una iniciativa para proveer agua potable segura como alternativa al agua de la superficie que estaba contaminada con bacterias y era la causa de la muerte de unas 250 mil personas al año, según el Banco Mundial.
Salvamos a millones de morir de diarrea, dijo Carel De Rooy, representante de UNICEF en Bangla Desh, al defender la medida tomada. Esta medida caritativa ha sido justificada por algunos que alegan que ahora se sabe sobre la toxicidad del arsénico en el agua más que lo que sabía antes, aunque hay casos comprobados de agua contaminada con este agente en el rio de Antofagasta, Chile en 1971, y en pozos en Bengala Occidental, India en 1988.
En 2004 un tribunal británico dictaminó a favor del BGS en un juicio presentado por dos residentes de Bangla Desh, que acusaron a la organización de haber desatendido determinar si había arsénico. Se le había pedido al BGS que inspeccione el agua. El equipo de inspección realizó pruebas para detectar otros agentes químicos, pero no el arsénico.
En el año 2000 habían 60 millones de personas en Bangla Desh que bebían agua con niveles de arsénico más altos que el estándar de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos, según Richard Wilson, profesor de la Universidad de Harvard, en un informe que presentó en la Royal Geographic Society en 2007.
A principios de los años 90, se lanzó una campaña para identificar los pozos contaminados. Casi 20 años después, de los 8.6 millones de pozos que existen, solo ha sido revisado el 55 por ciento, según el diario español El País.
La indiferencia de las familias capitalistas por la salubridad del agua no se limita a los países subdesarrollados. Por más de dos décadas, las autoridades de la comunidad de la clase trabajadora de Crestwood, cercana a Chicago, extrajeron secretamente agua de un pozo contaminado para rebajar costos, según un artículo del diario Chicago Tribune en abril.
En 1986, dijo el Tribune, la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) de Illinois informó a los funcionarios de Crestwood que habían hallado solventes que usan las tintorerías, entre ellas cloruro de vinilo, en un pozo que utilizaba la gente. No hay niveles seguros de exposición a esta sustancia química, señala la agencia.
Para evitar una investigación, las autoridades de Crestwood dijeron al gobierno estatal que iban a extraer agua del Lago Michigan, pero en cambio, continuaron extrayendo agua del pozo. No fue sino hasta diciembre de 2007, después que las autoridades estatales realizaron pruebas del agua por primera vez en 20 años, que encontraron que las autoridades municipales aún extraían agua del pozo contaminado. La prueba fue provocada por una investigación de un residente cuyo hijo contrajo leucemia cuando era un niño pequeño.
Las fuentes de agua pública en 42 estados están contaminadas con 141 sustancias químicas no reguladas, para las cuáles la agencia EPA no ha establecido niveles seguros, según el Grupo de Trabajo del Medio Ambiente, una institución con sede en Washington.
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