Vol. 73/No. 43 9 de noviembre de 2009
Los participantes en la conferencia vinieron de México, Cuba, Estados Unidos, Canadá y Venezuela. El evento fue organizado por la Sociedad Cultural Jose Martí y el Instituto de Educación Superior José Martí en Monterrey, junto con el Centro de Estudios Martianos en La Habana. Fue co-auspiciado por numerosas instituciones académicas, entre ellas la Universidad Autónoma de Nuevo León, la Universidad de La Habana, y el Programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Houston.
De los 60 participantes que vinieron de Estados Unidos, más de la mitad eran estudiantes y profesores de Texas de la Universidad de Texas en Austin, la Universidad de Texas-Pan American y South Texas College en el Valle del Río Grande, y de la Universidad de Houston. Muchos de los estudiantes provienen de la región fronterizaunas tres horas de Monterrey por autobúsy tienen familiares que viven en el norte de México.
La Conferencia Internacional sobre Martí, Juárez y Lincoln en el Alma de Nuestra América tomó su nombre de tres grandes figuras en la historia de las Américas. José Martí fue el organizador central de la última guerra independentista cubana de 1895 a 1898 contra el dominio colonial español. Al comienzo de la época imperialista, Martí advirtió sobre la creciente dominación de América Latina por Estados Unidos y sobre la lucha contra esta.
Benito Juárez dirigió la revolución democrático burguesa de México de 1858 a 1861 y la guerra de 1862 a 1867 para derrotar una invasión francesa respaldada por las monarquías de Europa.
Lincoln, electo presidente de Estados Unidos en 1860, organizó las fuerzas que aseguraron la victoria en lo que se convirtió en una guerra revolucionaria que abolió la esclavitud en Estados Unidos.
Las ponencias presentadas en los paneles de discusión exploraron las muchas interconexiones entre estas luchas revolucionarias y los tres dirigentes cuyos nombres las simbolizan. Por ejemplo, el escrito mexicano Alfonso Herrera Franyuti describió el impacto de las revoluciones democrático burguesas de México en Martí durante su estadía en ese país en los años 1870. Mario Alberto Cajera de la Universidad de Guadalajara, México, habló sobre la estadía de Juárez en La Habana en 1853 cuando iba rumbo al exilio a Nueva Orleans.
La conferencia nace de una gira exitosa en abril de 2008 en Monterrey y Zacatecas, México, por Armando Hart, quien actualmente es el director de la Oficina del Programa Martiano, con sede en La Habana. Hart, un dirigente del Movimiento 26 de Julio en la lucha revolucionaria de 1953 a 1958 que derrocó a la dictadura cubana de Batista respaldada por Washington, fue el primer ministro de educación bajo la revolución socialista, encargado de supervisar la movilización masiva de maestros voluntarios en 1961 que eliminó el analfabetismo en Cuba. Luego sirvió de ministro de cultura por unos 20 años. Para enfrentar el reto de realizar estas transformaciones revolucionarias que no pueden esperar en estos momentos difíciles, dijo Hart, es necesario aprender del legado político y cultural de las luchas revolucionarias anteriores, desde las contribuciones de Martí hasta las de Karl Marx, Federico Engels y V.I. Lenin.
Hart le dijo a los participantes que la caída de la Unión Soviética hace casi dos décadas ocurrió porque sus dirigentes impugnaban las ideas del Che [Guevara], de Fidel, y de tantos revolucionarios y combatientes que propiciaban los caminos de la revolución socialista.
También habló en la sesión de apertura y en otros paneles Miguel DEscoto, un internacionalmente conocido defensor de la teología de la liberación quien fue canciller de Nicaragua durante el gobierno sandinista de los años 1980 y quien recientemente sirvió de presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas. Gilberto Lopez y Rivas, un conocido antropólogo y columnista del diario mexicano La Jornada, también habló en la plenaria de apertura sobre El impacto de la Revolución Cubana en América Latina.
Durante los dos días se realizaron varios paneles de discusión, con casi 50 ponencias de oradores de México, Cuba, Estados Unidos, Venezuela y Canadá sobre una amplia variedad de temas. Estos incluyeron el papel de la mujer en la campaña de alfabetización de 1961 en Cuba; la oposición a la creciente militarización del gobierno estadounidense de la frontera con México; temas políticos sobre los escritos de William Faulkner de Estados Unidos, Rubén Darío de Nicaragua, y otros escritores; la historia de los grupos guerrilleros izquierdistas de México que surgieron en los años 1960 y 1970; y la alianza de comercio encabezada por Venezuela conocida como ALBA (Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América).
Un debate animado
Durante la conferencia hubo un animado intercambio de puntos de vista sobre diferentes cuestiones políticas importantes. Entre ellas el carácter y raíz de la crisis económica mundial capitalista actual, un entendimiento materialista histórico del capitalismo y del alza del imperialismo, sobre si la clase trabajadora es un agente de cambio revolucionario, y sobre si el derrocamiento de la esclavitud en Estados Unidos supone una guerra revolucionaria.
El economista mexicano Arturo Huerta, en una presentación a la sesión plenaria inaugural argumentó que la actual crisis económica es el resultado del fracaso de políticas neoliberales de gobierno. Propugnó un modelo económico alternativo para los gobiernos capitalistas en países oprimidos por el imperialismo, incluso la mayor colaboración comercial entre los países latinoamericanos para contrarrestar los pactos comerciales promovidos por Washington.
López y Rivas, en una de sus presentaciones, criticó a aquellos que intentan organizar partidos revolucionarios obreros, calificándolos de obreristas y elitistas. Argumentó que la clase trabajadora en Estados Unidos tiene sus propios intereses corporativos y se ha convertido en una aristocracia que sirve de punto de apoyo para el imperialismo. Los que buscan revolución y no reforma deben orientarse, no hacia la clase trabajadora sino a los movimientos indígenas y campesinos, como los Zapatistas en el sur de México.
Un número de participantes contestaron directa e indirectamente a los comentarios presentados por López y Rivas. Gerardo Sánchez, un trabajador en Area de la Bahía de San Francisco, describió la resistencia y luchas obreras que van en aumento hoy día bajo el impacto de la crisis económica y social del capitalismo. Varios estudiantes y profesores del Valle de Río Grande en Texas, incluyendo a Nick Braune, un profesor de South Texas College explicó el impacto que están teniendo las luchas del pueblo trabajador, tanto inmigrantes como nacidos en Estados Unidos, en la política en Estados Unidos, contra los ataques de la patronal y del gobierno estadounidense. Resaltaron las movilizaciones del Primero de Mayo de 2006 y 2007, y las protestas contra las redadas y deportaciones en las fábricas.
Herencia revolucionaria norteamericana
August Nimtz, de la Universidad de Minnesota respondió a los argumentos de historiadores como Howard Zinn, quien niega que la Guerra Civil de Estados Unidos llegó a ser, por necesidad, una guerra revolucionaria para acabar con el sistema de esclavitud. Nimtz contrapuso los escritos de Marx y Engels a la obra de Zinn, A Peoples History of the United States (La otra historia de Estados Unidos), que describe la Guerra Civil como solo una pelea entre dos alas de la burguesía y no como una revolución.
Mary-Alice Waters, directora de la revista marxista Nueva Internacional y presidenta de la editorial Pathfinder, presentó una ponencia titulada De Lincoln, Juárez y Martí a Lenin y Fidel: La lucha revolucionaria redimida. Ella centró su exposición en el carácter revolucionario y popular de la Reconstrucción Radical, que junto con la victoria de la Guerra Civil pasó a ser la Segunda Revolución Norteamericana, y las consecuencias duraderas de su sangrienta derrota mostrada por la retirada de las tropas federales del Sur en 1877. La Reconstrucción, destacó Waters, sigue siendo, hasta la fecha, el mejor ejemplo en la historia de Estados Unidos del tipo de alianza combativa del pueblo trabajador rural y de la clase trabajadora que debemos forjar para que exista un futuro para la humanidad.
Waters, al señalar las batallas revolucionarias que vienen en México y Estados Unidos, dijo que las metas inconclusas de las luchas revolucionarias heredadas de los tiempos de Juárez, Lincoln y Martí todavía aún quedan por redimir como ha hecho el pueblo trabajador de Cuba mediante su revolución socialista. (Ver el discurso de Waters en la página 8.)
Las presentaciones de Nimtz y Waters produjeron comentarios informales de algunos de los participantes que discrepaban, así como también discusiones con otros quienes dijeron haber cambiado la opinión que antes sustentaban, y que ahora estaban convencidos de que sí había ocurrido una Segunda Revolución Norteamericana.
En la sesión de clausura, los participantes aprobaron resoluciones exigiendo la libertad de cinco revolucionarios cubanos presos en cárceles en Estados Unidos y el fin inmediato del embargo de Estados Unidos contra Cuba.
Los organizadores de la conferencia anunciaron que una segunda conferencia se llevará a cabo el próximo año en Nicaragua.
Durante los tres días, una número de participantes se detuvieron en las exhibiciones de libros para obtener copias de las presentaciones de la conferencia y libros de los panelistas y de otros autores. Estudiantes de la Universidad Autónoma de Nuevo León, en donde se llevó a cabo una de las sesiones de la conferencia, fueron algunos de los entusiastas visitantes de la mesa de libros de la editorial Pathfinder.
Se vendieron más de 200 libros y folletos sobre política obrera revolucionaria publicados por Pathfinder durante el evento. Entre las más populares obras se encuentran Aldabonazo, el relato de Armando Hart de la lucha clandestina en las ciudades y el campo en Cuba contra la dictadura de Batista; ¿Es posible una revolución socialista en Estados Unidos? por Mary-Alice Waters; y La clase trabajadora y la transformación de la educación por Jack Barnes.
Al término de la conferencia, Hart invitó a los estudiantes de Texas para una reunión informal, a la que ellos aceptaron de buen grado. En su conversación de una hora de duración, varios estudiantes le dijeron a Hart que conocían muy poco de la Revolución Cubana y que estaban agradecidos de haber comenzado a aprender sobre ella en el transcurso de la conferencia. Dijeron que esperaban tener más conversaciones sobre ¿Qué es el socialismo?
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Es posible una revolución socialista en EE.UU.
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