Vol. 74/No. 5 8 de febrero de 2010
A medida que se ahonda la crisis capitalista mundial crece la presión del cerco imperialista contra Cuba. Algunos antiguos amigos de Cuba están buscando donde esconderse. El Militante ha sido defensor de la Revolución Cubana desde sus primeros días y se suma a otros que están empezando a responder a este ataque reciente contra el poder obrero en Cuba.
El mensaje que quiere enviar la declaración contra Cuba es claro: miren como están las cosas después de 50 años de revolución socialista. Quizás algunos se habrán beneficiado, pero los negros todavía confrontan alto desempleo, represión por el color de su piel, más de ellos están en las prisiones y pocos son ascendidos a posiciones de responsabilidad. Es mejor continuar con un capitalismo democrático.
El ataque es parte de la campaña que Washington ha librado por 51 años para aislar y derrotar a la Revolución Cubana, mediante la presión económica y política, mentiras y distorsiones, y mediante la acción militar. Pero desde el triunfo del pueblo trabajador cubano en 1959 la revolución ha sido abrumadoramente apoyada por los trabajadores y agricultores de Cuba, inclusive los de ascendencia africana, quienes constituyen, hoy en día, la mayoría de la población.
El nuevo libro Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero explica que la conquista revolucionaria del poder estatal por una vanguardia de la clase trabajadora dotada de conciencia de clase y organización política, una fuerza de millones de personas es necesaria y le proporciona al pueblo trabajador el arma más poderosa posible para librar la batalla en marcha para acabar con la opresión de los negros y todas las formas de explotación y degradación humana heredadas a través de milenios de una sociedad dividida en clases.
Esta dictadura del proletariado es el instrumento que los trabajadores cubanos han usado para extirpar las raíces de la discriminación racial y obtener logros tremendos desde los primeros días de la revolución. Entre los primeros actos del gobierno revolucionario de Cuba fue poner fin al sistema de segregación racial que existía, no solo por decreto, sino que con la fuerza de la movilización de milicias obreras y campesinas armadas para asegurar su cumplimiento. Programas como la eliminación del analfabetismo, la extensión del sistema de salud a todos, y la entrega de tierra a los campesinos, beneficiaron de manera desproporcionada a la población negra.
A pesar de estos logros, continúan existiendo algunos vestigios del legado de siglos de esclavitud y opresión capitalista. Los negros todavía están sujetos a algunos de los prejuicios fuertemente enraizados que quedan de la sociedad de clases. Frente a la peor crisis económica en memoria viviente, estas desigualdades pueden hacerse más marcadas. El gobierno cubano se ha destacado por sus esfuerzos para movilizar recursos, tanto humanos como materiales, para minimizar el impacto de la depresión mundial en las vidas del pueblo trabajador, y a la vez extender solidaridad a trabajadores en el extranjero, como lo hacen en Haití hoy día.
A medida que la dirección revolucionaria de Cuba afronta los retos históricos para mantener los logros que el pueblo trabajador ha obtenido, ahora es el momento para intensificar la defensa de la única dictadura combatiente del proletariado que ahora existe.
Sobre todo, es el ejemplo que Cuba provee para el pueblo trabajador en Estados Unidos y otros países capitalistas lo que los gobernantes norteamericanos temen y lo que los firmantes de la declaración contra Cuba esperan frenar. Cuba es el único ejemplo viviente que el pueblo trabajador tiene hoy en día, que demuestra cómo el camino al poder obrero es el rumbo a seguir para combatir el racismo y todas las otras formas de opresión y explotación engendradas por el sistema capitalista. Y lo que sea que quede por hacer en esta lucha, la clase trabajadora cubana está armada, como en ninguna otra parte del mundo, para llevar a cabo esta lucha.
Portada (este número) |
Página inicial |
Página inicial en versión de texto