Vol. 74/No. 16 26 de abril de 2010
En pueblos del norte estallaron protestas espontáneas en el mes de marzo, después de que el gobierno diera la orden de subir exorbitantemente las tarifas de electricidad y calefacción, que cuadruplicaron las facturas por estos servicios para muchos trabajadores.
A medida que se extendieron las protestas hacia la capital, Bishek, el gobierno, en un último intento de salvación, ofreció el 5 de abril pagar la mitad de las facturas de las familias que viven en las remotas zonas montañosas del norte. Aún así, miles participaron en las protestas del 7 de abril. Bakiyev ordenó a francotiradores que dispararan desde los tejados directamente a los manifestantes, matando a por lo menos 78 personas.
Kirguizistán es el segundo país más pobre de las ex repúblicas soviéticas en Asia Central. Con una población de 5.4 millones de habitantes, la mitad son campesinos. Los trabajadores y agricultores han soportado la mayoría del peso de la aguda crisis económica de los últimos años, a medida que se extendía la depresión capitalista, aumentando severamente el nivel de pobreza en Kirguizistán. El desempleo oficial es del 18 por ciento, y se estima que el 40 por ciento de la población vive debajo del nivel oficial de pobreza. El 40 por ciento del producto interno bruto proviene de remesas que envían familiares que trabajan en Rusia.
El país se independizó en 1991 tras la ruptura de la Unión Soviética. El nuevo gobierno emprendió la tarea de privatizar muchas empresas estatales, concediéndolas al que ofreciera el soborno más alto. Cuando el gobierno norteamericano invadió el cercano país de Afganistán en 2001, los gobernantes de Kirguizistán aceptaron sin titubear alojar una base aérea norteamericana.
En lo que se le ha llamado la revolución de los tulipanes en 2005, el entonces presidente Askar Akayev, odiado por corrupción, fue derrocado por fuerzas que buscaban establecer relaciones más cercanas con Washington. Akayev huyó a Rusia, donde obtuvo asilo. Bakiyev tomó el poder, bajo la promesa de combatir la corrupción y la pobreza.
La familia Bakiyev ha hecho una fortuna de la venta de combustible a la base aérea norteamericana, que poco a poco se ha convertido en un odiado símbolo de corrupción en medio de la pobreza del pueblo trabajador kirguiz.
Mientras mantenía el favor de Washington, Bakiyev también alentaba los vínculos con Moscú, que resiente la presencia militar norteamericana en lo que considera su área de dominio. En 2003 se construyó una base militar rusa en Kirguizistán cerca de las instalaciones estadounidenses.
En 2008 Moscú logró convencer a Bakiyev a que ordenara a Washington el cierre de su base, luego que Moscú le ofreciera un gran soborno en la forma de una inversión de 2 mil millones de dólares. Sin embargo, la administración de Obama triplicó la renta que paga por la base, logrando un acuerdo con Bakiyev para mantenerla abierta por un año.
Moscú reconoce el nuevo régimen
Tras el derrocamiento de Bakiyev, el primer ministro ruso Vladimir Putin fue el primero en reconocer el nuevo régimen, en conversación telefónica con la nueva dirigente Roza Otunbayeva. Washington no ha reconocido al nuevo gobierno interino.
Omurbek Tekebayev, una figura importante en el nuevo gobierno, dijo que incluso sin Rusia, esto habría sucedido tarde o temprano. Pero creo que el factor ruso fue decisivo.
Otunbayeva ha sido ministra de relaciones exteriores en dos ocasiones, y también embajadora en Estados Unidos y el Reino Unido. Fue también la primer ministro de Bakiyev, pero renunció después de un año en el cargo.
Al pedir ayuda financiera a Rusia, Otunbayeva dijo, Rusia ha sido importante, y todavía lo es para nosotros. En cuanto a la base aérea de Estados Unidos, dijo, No tocaremos la base aérea. Los contratos actuales seguirán siendo válidos. El contrato con Washington vence en julio.
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