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Vol. 74/No. 18      10 de mayo de 2010

 
Punto de vista de
Malcolm X sobre la mujer
(especial)
 
A continuación presentamos la decimosexta parte de una serie que el Militante está publicando con extractos del nuevo libro, Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, por Jack Barnes, el secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores. Instamos a nuestros lectores a que estudien, discutan y ayuden a vender este libro. Este extracto está basado en un discurso de Barnes en 1987 que aparece en el libro con el título “Malcolm X: dirigente revolucionario de la clase trabajadora”. Copyright © 2009 por Pathfinder Press. Se reproduce con autorización.

Cuando Malcolm abandonó la Nación, al principio no opinaba mucho sobre los derechos o la posición social de la mujer. (Al leer la Autobiografía, siempre debemos tener en mente dos cosas. Primero, que las entrevistas se comenzaron mientras Malcolm aún estaba en la Nación, con la aprobación de Elijah Muhammad. Y en segundo lugar, Malcolm no tuvo la oportunidad de revisar y editar la versión final, o hacer que concordara con sus criterios en esos momentos. Según Haley, los días que él y Malcolm habían apartado provisionalmente para esa revisión fueron el fin de semana del asesinato).

Hacia el final de la Autobiografía, Malcolm describe su visita a Beirut, Líbano, el último día de abril de 1964. Al salir a caminar, dice,

de inmediato me llamaron la atención las costumbres y el atuendo de las libanesas. En Tierra Santa [Arabia Saudita] yo había notado a las mujeres árabes muy modestas, muy femeninas… y se daba este repentino contraste con las libanesas, mitad francesas y mitad árabes, que proyectaban con su vestimenta y sus gestos públicos más libertad, más intrepidez. Observé claramente la evidente influencia europea en la cultura libanesa. Esto me demostró cómo la fortaleza moral de un país, o su flaqueza moral, se puede medir muy pronto por el atuendo y la actitud pública de sus mujeres… en especial sus mujeres jóvenes…

Entonces, es así como Malcolm enfocaba aún la cuestión de la posición social de la mujer, más o menos un mes después de su ruptura con la Nación. El énfasis se mantenía en las normas religiosas de modestia y moralidad sexual…

Sin embargo, ya después del segundo viaje de Malcolm en 1964 a áfrica y al Medio Oriente, entre principios de julio y finales de noviembre, sus ideas habían sufrido un notable cambio, paralelo a la evolución de su manera de pensar y actuar respecto a otras cuestiones sociales y políticas. En una conferencia de prensa cuando hizo escala en París después de ese viaje, Malcolm dijo que una de las cosas que notó durante sus viajes fue que

en cada país que uno visita, por lo general, el nivel de progreso no se puede separar nunca de la mujer. Si uno está en un país progresista, la mujer es progresista. Si uno está en un país que refleja la conciencia sobre la importancia de la educación, es porque la mujer está consciente de la importancia de la educación.

Pero en todo país atrasado se observará que la mujer está atrasada, y en todo país donde no se hace hincapié en la educación, es porque las mujeres carecen de educación. Así que una de las cosas de las que quedé absolutamente convencido en mis viajes recientes es la importancia de darle libertad a la mujer, darle educación y darle estímulos para que vaya y transmita ese mismo espíritu y entendimiento a sus hijos. Y francamente estoy orgulloso de los aportes que nuestras mujeres han hecho en la lucha por la libertad, y yo sí estoy a favor de darles toda la libertad de acción posible, porque ellas han hecho un aporte mayor que el que hemos hecho muchos hombres.

… Este es un nivel muy avanzado de comprensión política: de que se puede medir el grado de avance y desarrollo de una sociedad por el papel que ocupa la mujer en su vida social, económica y política. A diferencia de las palabras de Malcolm, apenas unos meses antes, sobre las mujeres en Beirut, donde la “modestia” y “moralidad” femenina había sido su punto de partida, ahora Malcolm empleaba criterios políticos. Superó los simples prejuicios —que es lo que reflejaban las opiniones anteriores de Malcolm, ya fuera que las expresara él u otra persona— y comenzó a remplazarlos con hechos sobre la posición social de la mujer. Empezó a hablar de lo que la mujer puede lograr y logra para impulsar el progreso humano, para impulsar cambios revolucionarios, cuando se comienzan a derribar las barreras que se erigen contra ellas.

Durante los últimos meses de su vida, Malcolm ahondó también su comprensión de que la lucha por liberar de la opresión a mitad de la humanidad y por reivindicar en la acción su valía política, aumentaba enormemente las fuerzas potenciales de la revolución en este país y por todo el mundo.  
 
 
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