Vol. 74/No. 39 18 de octubre de 2010
Las operaciones militares están fomentando el sentimiento anti estadounidense en Pakistán y han incrementado la presión sobre el inestable gobierno de ese país, un aliado de Washington, cuyos problemas incluyen una creciente crisis económica, la insurgencia islamista, y el resentimiento popular agudizado por los recientes fracasos para hacer frente a las inundaciones masivas.
En septiembre, las fuerzas armadas estadounidenses realizaron 22 ataques con teledirigidos dentro de Pakistán, casi el doble del anterior récord mensual de 12 en enero pasado. Todos menos tres de ellos fueron dirigidos contra un grupo aliado de los talibanes encabezado por Jalaluddin Haqqani en Waziristán del Norte.
Washington dice que ha intensificado sus ataques en respuesta a información obtenida sobre planes de ataques terroristas organizados por al Qaeda en Europa. El Departamento de Estado emitió una alerta para los ciudadanos de Estados Unidos que viajan a Europa.
En la última incursión aérea en Pakistán, helicópteros artillados de la OTAN intercambiaron fuego con tropas guardafronteras paquistaníes el 30 de septiembre en Kurram, una agencia tribal en el noroeste de Pakistán. Aunque el orden de los acontecimientos no está claro, el resultado si lo fue: tres soldados del Cuerpo de Guardafronteras Pakistaní murieron y tres fueron heridos por misiles de la OTAN.
El gobierno paquistaní condenó públicamente los ataques con helicópteros como violaciones de la soberanía del país.
Varias horas después del último ataque con helicópteros estadounidenses que mató a los soldados, las autoridades paquistaníes cerraron la ruta del Pase Khyber en Torkham en el noroeste de Pakistán. Este pase es el principal punto de entrada para los suministros de Washington y de la OTAN hacia Afganistán a través de Pakistán.
Mientras tanto, hay señales del creciente faccionalismo dentro de la clase dominante pakistaní, y entre los dirigentes militares y el gobierno civil.
Un alto funcionario paquistaní describió en el Washington Post una reunión realizada el 27 de septiembre entre el general Ashfaq Kayani, jefe del estado mayor del ejército, el presidente Asif Ali Zardari y el primer ministro Yousuf Raza Gilani. El general Kayani transmitió un mensaje claro a los dirigentes civiles que deben poner su casa en orden, informó el Post. El ejército paquistaní ha gobernado el país directamente durante gran parte de su historia y sigue siendo el pilar más fuerte del dominio capitalista ahí.
Tres días después, el director de la CIA Leon Panetta se reunió con los tres en Islamabad, en un esfuerzo para presionar al gobierno paquistaní a que realice operaciones militares en Waziristán del Norte. Los líderes paquistaníes se sorprendieron por el tono amenazante del señor Panetta, informó el diario paquistaní Dawn, y le aseguraron que intensificarían la ofensiva militar contra los militantes en las zonas tribales.
El ejército paquistaní ha estado envuelto en su propia guerra contra las facciones talibanes en Pakistán que se oponen al gobierno. Pero un aspecto importante de la estrategia de Washington ha sido la de presionar a Islamabad a que persiga a grupos dedicados a combatir en Afganistán, incluyendo a Haqqani, quien ha sido un recurso militar de los gobernantes pakistaníes desde hace mucho tiempo.
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