Vol. 74/No. 47 13 de diciembre de 2010
Se estima que estos ataques han causado entre 1 300 y 2 mil muertos desde el primer ataque reconocido en 2004; unos 850 han muerto en lo que va de año, según estadísticas de la Fundación Nueva América.
A través de la campaña de ataques teledirigidos, Washington ha afinado sus herramientas y conocimientos en asesinatos a distancia, eliminando grandes números de dirigentes del Talibán, al-Qaeda y otros grupos que combaten contra las fuerzas dirigidas por Washington en Afganistán. Entre los muertos se encuentran cientos de pastores, agricultores y otros civiles, incluyendo mujeres y niños.
Los ataques teledirigidos se han realizado en las Areas Tribales bajo Administración Federal, en el noroeste de Pakistán, una región remota gobernada con mano de hierro, donde los residentes carecen de los derechos y protecciones legales más básicos y donde a menudo se imponen restricciones a la prensa.
La región es una base importante del Talibán y otros grupos armados islámistas, que fueron apoyados por los gobernantes pakistaníes para promover la influencia de Islamabad en Afganistán y la región en general, así como para contrarrestar los movimientos de minorías nacionales dentro de Pakistán.
Kareem Khan, un periodista de la aldea de Mir Ali en la agencia tribal de Waziristán Norte, ha amenazado con entablar una demanda contra oficiales de las fuerzas armadas norteamericanas y de la CIA por un ataque teledirigido ocurrido el 31 de diciembre de 2009 que causó la muerte de su hijo de 18 años, su hermano y un albañil que estaba hospedado en su casa. Informes noticieros en aquel entonces aseveraron que tres militantes o extremistas habían sido asesinados.
En presencia de su abogado, Khan anunció en una conferencia de prensa en Islamabad el 29 de noviembre que presentaría la demanda en tribunales pakistaníes si no recibía compensación de Washington. No somos terroristas, somos ciudadanos comunes, dijo.
El gobierno pakistaní critica públicamente los impopulares ataques de Washington, exigiendo a menudo que los ataques teledirigidos se pongan bajo control pakistaní. Pero se ha informado que dichos ataques se originan en bases tanto en Afganistán como en Pakistán, con la asistencia de inteligencia pakistaní.
Bajo un acuerdo tácito con Islamabad, los aviones teledirigidos están confinados a partes de las Areas Tribales bajo Administración Federal. Pero Washington ha vuelto a presionar para que los ataques se extiendan a los alrededores de Quetta, la capital provincial de Baluchistán, al sur de las áreas tribales. Los oficiales norteamericanos dicen que el consejo superior dirigente del Talibán afgano tiene su base en esta ciudad.
El gobierno pakistaní ha rechazado la solicitud para extender los ataques teledirigidos. Quetta es una ciudad importante, con 900 mil habitantes y donde viven muchos refugiados afganos. Las bajas civiles y la destrucción podrían ser considerables y al alcance de los medios de comunicación.
La provincia de Baluchistán también es el hogar del pueblo baluchi, una minoría oprimida en Pakistán e Irán que está luchando por sus derechos nacionales. El gobierno pakistaní ha prometido responder a las quejas de los baluchis en un intento para estabilizar la región y terminar décadas de guerra de guerrillas. Los objetivos a corto plazo de Washington no deben ser nuestro dolor a largo plazo, dijo recientemente al Washington Post un oficial militar pakistaní al explicar la oposición a la expansión de los ataques.
Sin embargo, el gobierno pakistaní está de acuerdo con aumentar la presencia de la CIA en Quetta, donde se realizan casi a diario misiones secretas conjuntas con inteligencia militar pakistaní, según dijo al Washington Post el más alto oficial de inteligencia pakistaní. El portavoz del ministerio de relaciones exteriores pakistaní, Abdul Basit, negó la expansión de la CIA en Quetta.
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