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Vol. 74/No. 47      13 de diciembre de 2010

 
Mueren 29 mineros en Nueva
Zelanda tras explosiones
(portada)
 
POR MIKE TUCKER  
AUCKLAND, Nueva Zelanda—Veintinueve mineros fueron declarados como fallecidos tras una segunda explosión de metano en la mina de carbón Pike River el 25 de noviembre. Los mineros no habían dado señales de vida desde la primera explosión el 19 de noviembre. Esta explosión en Pike River es el peor desastre minero en Nueva Zelanda desde hace más de 90 años.

Otros dos mineros que se encontraban bajo tierra en el momento de la explosión pudieron llegar a la superficie y dar la alarma.

Después de una masiva detonación el 28 de noviembre, los propietarios de la empresa minera informaron que un incendio se propagaba por la mina y era probable que tuviera que cerrarse.

Al día siguiente el gobierno de Nueva Zelanda anunció que iba a establecer una comisión para investigar el desastre. El primer ministro John Key dijo que el futuro de la minería subterránea en Nueva Zelanda dependía de los hallazgos de la comisión.

Las edades de los fallecidos iban de los 17 años, como en el caso de Joseph Dunbar, su primer día en la mina, hasta los 62 años, como en el caso de Keith Valli.

La veta de carbón que se extraía en Pike River contiene altos niveles de metano, un gas potencialmente muy explosivo. Un ingeniero minero australiano ligado a los mineros de Pike River dijo que los procedimientos de la empresa no eran los adecuados para resolver este problema, y señaló un número de incidentes durante los últimos 12 meses en los que se encontró metano en altas concentraciones.

Brenda Rackley, compañera de John Hale, uno de los mineros que perecieron, dijo a los periodistas que sus amigos y parientes no podían comprender cómo los hombres pudieron morir en una mina con menos de dos años de funcionamiento. “Me cuesta entender que teniendo la mejor tecnología del mundo… haya pasado esto”.

La creciente demanda de carbón coque de alta calidad para la producción del acero en China e India ha conducido a una carrera para acelerar la producción del carbón, nutrida por la búsqueda de ganancia, en los últimos años.

En respuesta a un creciente número de incidentes en las minas de Nueva Zelanda durante los años recientes, el Sindicato de Ingenieros, Tipógrafos y Fabricantes, que representa a los mineros, ha demandado el regreso de los inspectores de minas. Los inspectores se hallaban en el sitio todo el tiempo que la mina estaba en operación y revisaban la seguridad antes del comienzo de cada turno. Esta práctica se terminó hace dos décadas.

Tras la muerte de dos mineros del carbón en la costa occidental en 2006, una investigación del Departamento del Trabajo señaló la necesidad de una mayor regulación de la minería y propuso un regreso al sistema de inspectores elegidos por el sindicato. A esta propuesta se opusieron las empresas mineras y el gobierno.

Jim O’Donnell, un minero jubilado, había sido uno de los elegidos por sus compañeros de trabajo miembros del sindicato como inspector. Dijo al New Zealand Herald que cuando los mineros tenían cuestiones acerca de la seguridad, acudían a él y él entonces iba al inspector en jefe, quien podía cerrar la mina. La parte crucial de este proceso era el ser independiente de la empresa, dijo.  
 
 
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