Vol. 75/No. 2 17 de enero de 2011
El 22 de diciembre, el mismo día que el congreso aprobara casi 160 mil millones de dólares adicionales para las guerras imperialistas en Iraq y Afganistán, el presidente Barack Obama firmó una ley anulando la política No preguntes, no digas, que prohíbe a los homosexuales servir en las fuerzas armadas declarándose abiertamente homosexuales. Enseguida, las administraciones de las universidades elitistas como Harvard, Columbia y Yale anunciaron que recibirían de nuevo al ROTC en sus recintos.
Según la página web de ROTC del ejército, el programa es la mayor fuente de oficiales de rango para las fuerzas armadas norteamericanas.
ROTC tiene programas en más de mil escuelas, incluyendo un programa juvenil en escuelas secundarias.
En la época de la guerra de Washington en Vietnam, en la que murieron cientos de miles, sino millones de indochinos, así como casi 60 mil soldados norteamericanos, el ROTC era visto por muchos estudiantes como un símbolo del odiado ejército imperialista que defiende los intereses de los acaudalados gobernantes norteamericanos contra las luchas de los oprimidos y explotados del mundo.
Con una mayor necesidad hoy de imponer su poderío militar por todo el mundo, debido a la cada vez más aguda competencia con las potencias capitalistas rivales, Washington ha iniciado una transformación de sus fuerzas armadas, incluyendo su posición sobre la admisión en el ejército de soldados abiertamente homosexuales. El debate entre los generales y los políticos capitalistas no ha sido en torno a si se debería o no discriminar a los homosexuales, sino sobre la mejor forma de servir su objetivo de aumentar el poderío militar norteamericano.
Cuando Obama se postuló para presidente de Estados Unidos en 2008, llamó por la anulación de la prohibición contra los homosexuales como forma de mostrarse más capaz que John McCain para proseguir con la guerra contra el terrorismo. No preguntes, no digas es una estrategia contraproducente, dijo al periódico Advocate en aquel entonces. Estamos gastando grandes sumas de dinero para expulsar de las fuerzas armadas a muchos gays y lesbianas altamente cualificados.
La ley no preguntes, no digas, fue ratificada por William Clinton en 1993, y bajo la misma no se puede cuestionar a los soldados sobre su orientación sexual, pero permite que sean expulsados si se conoce que son homosexuales. Bajo esta política se han expulsado de las fuerzas armadas a más de 17 mil soldados.
En 2005 el cuerpo docente de Harvard votó a favor de restituir el ROTC, que había sido prohibido de la universidad desde 1969, si las fuerzas armadas abandonaban la política no preguntes, no digas.
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