Vol. 75/No. 6 14 de febrero de 2011
El primer ministro Mohamed Ghanouchi anunció el 27 de enero nuevos cambios en el gabinete, destituyendo a los odiados ministros del exterior, el de defensa y el del interior. Por lo menos tres ex oficiales del régimen de Ben Ali aún ocupan puestos claves dentro del gobierno de transición, entre estos Ghannouchi, el presidente provisional Foued Mebazaa, y el ministro del exterior Ahmed Ounais. Ghannouchi ha prometido nuevas elecciones en seis meses.
Anteriormente el gobierno había anunciado una serie de medidas con el fin de apaciguar a los manifestantes: transporte más barato y un pequeño estipendio para los universitarios graduados desempleados; compensación para las familias de los muertos por la policía durante el levantamiento; y la disolución de la agencia encargada de la censura.
El diario español El País informó que el 26 de enero decenas de miles se manifestaron en la ciudad portuaria de Sfax para demandar la renuncia de Ghannouchi. El mismo día, los trabajadores en Sidi Bousid, donde comenzaron las protestas contra Ben Ali, realizaron una huelga general de un día. Los huelguistas coreaban, Afuera con los corruptos.
Los trabajadores por todo el país están organizando sindicatos, frecuentemente fuera de las estructuras de la Unión General de Trabajadores de Túnez (UGTT), la única federación sindical legal durante la dictadura. Inicialmente la federación se opuso, pero luego se unió, a las manifestaciones que llevaron al derrocamiento de Ben Ali. A pesar de que los dirigentes nacionales de la UGTT no han aceptado posiciones en el gabinete, apoyan a Ghannouchi.
El diario tunecino Le Temps informó que trabajadores de la construcción se manifestaron frente a las oficinas nacionales de la televisión tunecina en Túnez con pancartas demandando aumentos salariales, el derecho a ser cubiertos por el seguro social y el derecho a formar un sindicato.
El 28 de enero la policía antidisturbios usó gases lacrimógenos para desalojar una protesta de 24 horas frente a la oficina de Ghannouchi que demandaba su dimisión.
El gobierno ha intentado lograr el apoyo de capas de la clase media, usando el temor a la inestabilidad social y económica. Choukri Benzekri, pequeño comerciante, dijo a Reuters que él tenía confianza en el gobierno de transición. Hemos esperado 23 años, dijo, podemos esperar seis meses para que este gobierno organice unas elecciones.
Pero las protestas continúan, y cada vez plantean más cuestiones sociales. El 29 de enero las mujeres se manifestaron en las calles de Túnez para exigir igualdad de derechos.
Cientos de personas se manifestaron también en la capital el día anterior para exigir la libertad de religión y la revocación de las leyes antiterroristas. Bajo la dictadura de Ben Ali a las mujeres que se cubrían la cabeza con un velo hajib se les negaba con frecuencia el empleo y los hombres con barbas largas eran hostigados por la policía. Cientos, si no miles, fueron encarcelados por estas leyes draconianas.
Más de un millón de tunecinos viven en el exterior por la falta de empleos en el país. A pesar de gozar de uno de los más altos ingresos per cápita del mundo árabe, el desempleo entre los jóvenes alcanza el 40 por ciento.
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