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Vol. 75/No. 29      8 de agosto de 2011

 
Por qué sorprende a Washington la noción
que el Pacífico no es su propiedad eternal
(especial, editorial)
 

Los crecientes esfuerzos de Washington para mantener su dominio militar en el Pacífico fueron la razón del viaje de cuatro días a China del almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor de Estados Unidos a mediados de julio. Washington ha mantenido su poder militar allí por 66 años. Mullen visitó bases militares, habló ante una de las universidades principales del país, y se reunió con altos funcionarios del gobierno, incluyendo el general Chen Bingde, comandante del estado mayor de las fuerzas armadas de China.

Usando un lenguaje arrogante adornado con frases diplomáticas, el principal oficial militar del capital financiero de Estados Unidos le dijo a los reunidos en la Universidad de Renmin que China se ha “realizado como poder mundial” y que la alianza imperial que Washington dirige espera resolver las disputas con Beijing “de una manera responsable, para que cualquier incidente específico no alcance un nivel de errores de cálculo y se convierta en algo peligroso y se salga fuera de control”.

Mullen usó la visita para continuar la campaña antichina de los gobernantes imperialistas con respecto al Mar de China Meridional, donde Washington está explotando las diferencias entre Beijing y varios gobiernos de Asia suroriental sobre la soberanía de aguas territoriales e islas para mantener la hegemonía del imperialismo norteamericano en el Pacífico y ampliar las maniobras militares provocativas contra China.

Unas semanas antes de la llegada de Mullen, las fuerzas militares estadounidenses habían completado 11 días de ejercicios conjuntos con la marina filipina, que incluyeron dos destructores con misiles teledirigidos de Estados Unidos. Manila es uno de los gobiernos burgueses de la región —los cuales consideran a la flota del Pacifico de Estados Unidos como su protectora— que tiene conflictos con Beijing para dominar partes del Mar de China Meridional. El mes pasado la Secretaria de Estado Hillary Clinton prometió que Washington otorgará “materiales y equipo a precio accesible para ayudar a que las fuerzas militares filipinas puedan tomar los pasos necesarios para defenderse”.

Cuando Mullen llegaba a Beijing, naves de Estados Unidos, Japón y Australia realizaban sus primeros ejercicios conjuntos en el Mar de China Meridional cerca de la costa de Brunei, otro de los gobiernos capitalistas que busca control de las rutas navales y aguas de la región.  
 
‘Somos una potencia del Pacífico’
Washington está resuelto a extender los dos tercios de siglo de dominio del Pacífico, conquistado con el sangriento triunfo del imperialismo norteamericano en la Segunda Guerra Mundial. Esa victoria fue coronada en 1945 con el lanzamiento masivo de bombas incendiarias y los ataques nucleares que llevó a cabo Washington contra ciudades a través de Japón, en los cuales cientos de miles de civiles fueron consumidos vivos, asfixiados o muertos por la masiva radiación.

El control del Mar de China Meridional por parte de la marina norteamericana —con sus vitales rutas comerciales, grandes yacimientos de petróleo y gas natural, y cercanía a los principales aliados y rivales de Estados Unidos— fue uno de los más valorados botines de guerra de Washington.

“Somos y seguiremos siendo una potencia del Pacífico”, enfatizó Mullen en el discurso de la Universidad Renmin —haciendo eco de la afirmación que han repetido altos funcionarios de Estados Unidos por muchos años y a través de múltiples administraciones, incluyendo la reciente Secretaria de Estado Clinton y el antiguo Secretario de Defensa Robert Gates.

Según declaraciones presentadas en un sitio del Internet de la marina norteamericana, la flota del Pacífico de Estados Unidos “sigue siendo la fuerza naval más grande del mundo, extendiéndose desde la costa occidental de Estados Unidos hacia el Océano Indico, y así abarcando tres océanos, seis continentes y más de la mitad de la superficie de la Tierra”. Cuenta con “180 barcos, casi 2 mil aeronaves y 125 mil marineros, marines y civiles”.

En 1968, en la cúspide de la guerra de Washington contra Vietnam, la flota tenía “225 barcos asignados a operaciones en el Mar de China Meridional”, según el mando de la marina estadounidense.

Desde los antiguos días cuando “el sol no se ponía en el imperio británico” como decía el proverbio, al dominio del Pacífico por Washington después de 1945, China ha encarado las depredaciones de potencias coloniales e imperialistas que regían el mar. Con la Revolución China de 1949, y derrocamiento de las relaciones sociales capitalistas a principios de los años 50, los campesinos y trabajadores se quitaron del cuello la bota de la dominación imperial.

En años recientes, los primeros pasos del gobierno chino para construir una marina de mar abierto han sido correspondidos con los actos de Washington para reforzar aún más su presencia militar en el Pacífico. Los gobernantes estadounidenses han desplazado el grueso de los portaaviones que tenían en el Atlántico y han reforzado sus alianzas militares con los gobiernos capitalistas de la región, incluyendo Pakistán e India al occidente de China, Tailandia y Malasia al sur de China y Taiwán, Corea del sur y Filipinas al este. Washington ha estado ampliando sus operaciones conjuntas con otras potencias imperialistas en la región, entre ellas Japón, Australia y Nueva Zelanda.

El gobierno del estado obrero en Vietnam —reunificado en 1975 tras la derrota de la guerra de Washington para detener la Revolución Vietnamita— ha establecido desde 2003 vínculos restringidos, relacionados a la defensa, con la fuerzas armadas estadounidenses. Entre estos, la realización de ejercicios juntos con tres buques de guerra estadounidenses el 15 de julio.

A principios de 1979, luego de derrocar al criminal régimen de Pol Pot en Camboya, el cual contaba con el apoyo de Beijing, Vietnam tuvo que repeler una invasión de Beijing, en la que murieron 10 mil soldados y civiles vietnamitas y que causó daño sustancial a la infraestructura, las fábricas y la vivienda.

El mes pasado Hanoi acusó a barcos chinos de interferir con una misión de exploración petrolera vietnamita y respondió con ejercicios de munición viva en sus costas.  
 
Capacidad de ‘excluir de la región’
Los gobernantes norteamericanos están nerviosos por lo que ellos llaman la creciente capacidad de las fuerzas armadas chinas “de negar acceso y ejercer exclusión de la región”. “Nos preocupa en particular el inventario creciente de misiles balísticos y cruceros (incluyendo los que tienen capacidad antibuque) y el desarrollo de una cuarta y una quinta generación de aviones invisibles modernos”, reportó el almirante Robert Willard, jefe del Comando del Pacífico de Estados Unidos en una audiencia pública del Comité de las Fuerzas Armadas del Senado el 12 de abril.

Beijing está desarrollando el primer misil balístico anti-buques del mundo, llamado el “asesino de portaviones”, y ha establecido un sistema de vigilancia con satélites.

“Se están desarrollando aquí unas capacidades muy especificas que están muy enfocadas hacia las capacidades de Estados Unidos”, dijo Mullen a la prensa durante su visita a Beijing. La idea de que Washington podría no ser el dueño eterno de todo el Pacifico parece una noción sorprendente.

Días antes de la incursión del almirante Mullen, el Senado norteamericano aprobó por unanimidad una resolución apoyando “la continuación de las operaciones de las Fuerzas Armadas Norteamericanas en apoyo a los derechos de libre navegación en aguas y espacio aéreo internacionales en el Mar de la China Meridional”. Traducción: la “libertad” de Washington de continuar con sus vuelos de vigilancia y sus maniobras navales conjuntas dirigidos contra China.

En varias ocasiones durante el viaje de Mullen, el general Chen objetó públicamente y de forma demostrativa contra las continuas incursiones de vigilancia y las provocadoras maniobras conjuntas en el Mar de China Meridional. “Al menos, creo que la programación fue desafortunada”, dijo el general Chen. “No es nada difícil cambiar el calendario”, añadió lacónicamente más tarde.

“Como les dije a los chinos, Estados Unidos no se va a ir”, dijo Mullen poco después del fin de su viaje. “Hemos operado en el Mar de China Meridional durante muchas décadas y continuaremos haciéndolo”.

Un buen sentido de la historia nunca ha sido una virtud de Washington.  
 
 
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