Vol. 75/No. 32 12 de septiembre de 2011
Las extensas manifestaciones en contra del elevado costo de la vivienda y el deterioro del estándar de vida que han sacudido a Israel desde mediados de julio demuestran lo falso que es el concepto de que a diferencia de otros países, incluyendo a los del Medio Oriente Israel de alguna manera está exento de las leyes de la lucha de clases; que los trabajadores árabes y judíos en Israel y en la región no tienen ninguna base para la acción unida en contra de los capitalistas y su gobierno en Tel Aviv.
Las gigantescas protestas demuestran que Israel no está protegido de las consecuencias de la crisis del capitalismo que está destrozando la vida de cientos de millones de trabajadores por todo el mundo. Esta catástrofe social alimentó las aspiraciones de deshacerse de tiranos y ganar la libertad de organizarse y actuar de los trabajadores y jóvenes resultando en el derrocamiento de regímenes opresivos en Túnez y Egipto, y que actualmente están sacudiendo a Libia y Siria desde sus cimientos.
Los trabajadores de diferentes nacionalidades y convicciones han sido impulsados hacia las calles judios, musulmanes, cristianos, los que no tienen creencias religiosas; árabes, kurdos, bereberes, y otros. Los gobernantes burgueses, con el apoyo del imperialismo, promueven divisones entre los trabajadores con el fin de mantenerse en el poder y preservar sus vidas privilegiadas.
En Israel, durante las recientes protestas, carteles en hebreo y en árabe decoraban una carpa llamada 48, que era parte del campamento de protesta en Tel Aviv. 48 se refiere a 1948, el año en el que se fundó el estado de Israel y los palestinos fueron desposeídos de su patria.
Los acontecimientos en Israel son una afirmación del poder de la lucha por una Palestina democrática y laica. Esa lucha surgirá con el tiempo de las batallas por los derechos de la tierra y el agua, en contra de los exámenes religiosos para obtener trabajo, servicios u otros aspectos de la vida social y política; asi como las luchas por salarios y condiciones decentes, la igualdad de la mujer y el cese de las brutales operaciones de la policía, las tropas y los comandos de Tel Aviv.
Ahora se puede ver con mayor claridad la realidad de que las batallas de clase en Israel serán llevadas a cabo por los trabajadores judíos y los palestinos. A través de esta trayectoria se forjarán las fuerzas de la lucha revolucionaria por el poder obrero para poner fin al dominio capitalista en Israel.
Como en otras partes del mundo, la clase obrera en el Medio Oriente desde Israel y los territorios ocupados, a Libia, Siria, y más allá enfrenta una crisis política de dirección proletaria revolucionaria. Pero el pueblo trabajador puede acoger con gusto los acontecimientos en la región este año. Son precursores de pasos pequeños pero importantes hacia la apertura del espacio político en el que trabajadores y agricultores puedan organizar y actuar para luchar por sus intereses de clase comunes
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