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Vol. 75/No. 34      26 de septiembre de 2011

 
Protestas en Israel alientan
debate sobre camino de lucha
(portada)
 
POR SETH GALINSKY  
Unas 450 mil personas participaron en manifestaciones el 3 de septiembre en Israel en contra de la carestía de la vida y la falta de viviendas asequibles. Fue la concentración más grande hasta ahora en seis semanas de protestas.

“Nos rehusamos a seguir caminando con los ojos cerrados hacia el abismo”, dijo en la manifestación de Tel Aviv Daphni Leef, quien ayudó a iniciar las protestas. Leef, amenazada de desalojo porque no podía pagar su alquiler, instaló una carpa en el centro de Tel Aviv el 14 de julio y pronto se le unieron miles por todo el país.

Organizadores de las protestas exigen que el gobierno tome acciones para reducir los costos de la vivienda y aumente los fondos para la educación y la salud. “Todo mundo quiere una buena vida, no importa si eres de la izquierda o de la derecha, laico o religioso, árabe o judío”, dijo Lilach Meir, un portavoz de la asociación de estudiantes, en una entrevista telefónica.

Taxistas que están exigiendo salarios mejores, trabajadores en lucha contra el cierre de una fábrica y productores de leche que buscan un cambio en la política del gobierno estaban entre los manifestantes o están tratando de obtener su apoyo.

Líderes de la protesta en Tel Aviv decidieron no incluir lo que ellos llaman cuestiones “políticas”, tales como la ocupación israelí de territorios palestinos y la discriminación contra los ciudadanos de Israel que son árabes. Sin embargo, muchos de los que luchan por las libertades democráticas y los derechos de los palestinos vieron las acciones como una oportunidad para ganar nuevos aliados.

“Cuando vi las tiendas de campaña, dije, ‘¿Cómo pueden pedir la justicia social y no pensar en el 20 por ciento que son árabes y nativos de esta tierra?” dijo al Militante Rozeen Bisharat, un árabe ciudadano de Israel. “Hay algunos palestinos que dicen que ellos no quieren vivir con los judíos. Pero yo digo que no es justo que estoy viviendo en mi propia tierra y no tengo voz. Así que le dije a mi compañero de cuarto, que es un judío árabe, bueno, pongamos nuestra propia tienda de campaña allí”.

Bisharat, una cineasta de 25 años de edad, creó la Carpa 1948, llamada así por el año en que Israel fue fundado a través de la expulsión de los palestinos de sus tierras. “Le dijimos a la gente si quieren más vivienda, educación, una vida mejor, la ocupación debe terminar. No pueden ser un pueblo libre si no pueden apoyar la libertad de otro pueblo”.

La tienda de campaña fue controversial. En un momento, dijo, “150 personas fueron a gritarnos que no teníamos derecho de estar allí. Algunos dijeron que nos fuéramos a la Ribera Occidental, a Gaza”. Otros manifestantes de la ciudad de tiendas de campaña aprobaron su presencia, dijo Bisharat, o por lo menos estaban dispuestos a tener discusiones. La carpa quedó en pie.

Aunque un número significativo de palestinos se unieron a las protestas del 3 de septiembre en Haifa y Tel Aviv y las manifestaciones anteriores en Beersheba, otros se opusieron a participar. Pocos palestinos se unieron a las acciones en Jerusalén.

“Es un movimiento de la clase media”, dijo en una entrevista Wehbe Badarne, del Sindicato de Trabajadores árabes en Israel basado en Nazaret. “No ayuda de ninguna manera al pueblo árabe o incluso a los judíos pobres. Confiscan nuestras tierras y luego protestan por el alto precio de la vivienda”.

Thabat Abu Ras, un profesor de la Universidad Ben Gurion y un líder de Adalah, el Centro Legal para los Derechos de las Minorías árabes en Israel, participó en varias de las protestas. “La mitad de mi familia está en Gaza”, dijo Abu Ras al Militante. “La otra mitad, como yo, vive en Israel.”

“Yo creo que el movimiento de protesta social es fantástico para la minoría árabe”, dijo. “Si el movimiento tiene éxito nos beneficiará, porque estamos en el peldaño más bajo del estatus económico social”.

Hay otro aspecto de las protestas, dijo Abu Ras. “Esto ayuda a deshacerse de la mentalidad de asedio. Debe haber discusión sobre las condiciones sociales de los árabes, así como de la de los judíos. Es hora de ser ciudadanos iguales”.  
 
 
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