Vol. 75/No. 40 7 de noviembre de 2011
AP Photo/Gurinder Osan |
Huelga de brazos caídos el 13 de octubre en planta Maruti Suzuki en Manesar, India, exige que se restauren empleos de obreros temporales. Huelguistas ganaron esta demanda y sindicato. |
Aunque el sindicato todavía tiene que ser reconocido formalmente por el estado, Suzuki acordó establecer dos comités en la fábrica para bregar con quejas y condiciones en la fábrica. Suzuki es la compañía automotriz más grande en India.
En junio, los trabajadores solicitaron el reconocimiento de la Unión de Empleados de Maruti Suzuki. Como respuesta la compañía suspendió a once trabajadores. Los sindicalistas seguidamente iniciaron una huelga de brazos caídos de 13 días, logrando la restitución de los trabajadores suspendidos.
El 29 de agosto la compañía no les permitió a los trabajadores entrar a la fábrica, exigiendo que firmaran un acuerdo de buena conducta comprometiéndose a no participar en ninguna actividad que pudiera obstaculizar la producción normal en la fábrica. Cualquier trabajador acusado de violar el acuerdo podría ser despedido. Decenas de militantes también fueron despedidos.
Los trabajadores se negaron a firmarlo y salieron en huelga. Mil doscientos trabajadores temporales se les unieron. El 1 de octubre se llegó a un acuerdo para que todos los empleados permanentes y temporales regresaran al trabajo.
En Maruti Suzuki, los trabajadores permanentes ganan un promedio de 600 dólares por mes, mientras los temporales ganan 140 dólares.
Cuando los trabajadores regresaron a la fábrica, encontraron que la compañía no había restituido a los trabajadores temporales ni a los empleados suspendidos.
El 7 de octubre unos 1 500 trabajadores permanentes ocuparon la fábrica, y realizaron una huelga de herramientas caídas. Centenares de trabajadores temporales se movilizaron afuera de la fábrica a diario. Los trabajadores en tres otras fábricas de Suzuki pararon la producción en solidaridad.
El 14 de octubre, 1 500 policías municipales entraron a la fábrica, exigiendo que los trabajadores se salieran. Los trabajadores decidieron terminar la ocupación pero continuaron la huelga.
Una semana después la compañía claudicó. Acordó volver a emplear a los trabajadores temporales y a los 64 empleados permanentes que habían sido suspendidos por su actividad a favor del sindicato, reconocer al sindicato de hecho y proveer transporte al trabajo de ida y vuelta.
Esta es una historia que hay contarla, escribió el semanario Tehelka en su edición del 14 de octubre, no porque es un caso clásico de dividir y conquistar, sino porque el truco clásico fracasó.
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