Vol. 76/No. 3 23 de enero de 2012
En una declaración conjunta, Stephen Smith y el general Kim Kwan-Jin, ministros de defensa de Australia y Corea del Sur, respectivamente, declararon que los dos países “comparten intereses estratégicos” y van a “continuar buscando nuevas oportunidades para ahondar nuestra cooperación en la defensa”. El acuerdo incluye ejercicios navales regulares desde comienzos de 2012.
La reunión y el acuerdo se dan después del anuncio por la primera ministra australiana Julia Gillard y el presidente surcoreano Lee Myung-bak en abril, de que sus respectivos representantes militares mantendrán reuniones anuales para hablar sobre el intercambio de información, cooperación en la industria de la defensa y “seguridad regional”.
Este año se cumple el 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos gobiernos capitalistas. “La colaboración de Australia con la República de Corea en defensa y seguridad se remonta a la guerra de Corea y ha cobrado fuerza renovada en años recientes”, declaró Smith en Singapur el pasado junio.
De 1950 a 1953 los gobernantes imperialistas de Australia enviaron 17 mil efectivos para respaldar la invasión de Corea encabezada por Washington, que terminó con la forzada división de la península de Corea en dos países. Washington todavía mantiene 28 500 soldados en Corea del Sur y oficialmente comandaría el ejército surcoreano en caso de guerra.
El acuerdo de los gobernantes australianos con Seúl complementa sus cada vez más profundos vínculos militares con Washington y los esfuerzos de los gobernantes estadounidenses por extender su dominio naval del Pacífico, conquistado con el sangriento triunfo del imperialismo norteamericano en la Segunda Guerra Mundial.
Por primera vez desde entonces, un número significativo de fuerzas armadas norteamericanas serán estacionadas en bases militares australianas. Esto es parte de un acuerdo reciente entre las dos potencias imperialistas destinado a contrarrestar el creciente poderío económico y militar de China y a aplicar más presión al gobierno de Corea del Norte.
En reacción al anuncio del 19 de diciembre de la muerte del presidente norcoreano Kim Jong-il, el ministro del exterior australiano, Kevin Rudd, arrogantemente sugirió que el gobierno norcoreano “dialogue con la comunidad internacional sobre cómo alimentar a su pueblo, abrir su economía y discutir su programa de armas nucleares”.
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