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Vol. 76/No. 4      30 de enero de 2012

 
Populismo en discurso
electoral de Obama
(portada)
 
POR JOHN STUDER  
El 6 de diciembre el presidente Barack Obama pronunció en Osawatomie, Kansas, lo que sus partidarios han llamado “el discurso económico más importante de su presidencia”.

Fue el cañonazo inicial de los intentos que realizará Obama para ser reelegido en 2012, después de tres años al timón durante los cuales los patrones y su gobierno han impuesto el peso de la continua crisis económica sobre las espaldas del pueblo trabajador. Sus propuestas contenían temas populistas que se espera definan su esfuerzo para volver a enlistar a jóvenes y a otros que corearon su lema de “cambio” en 2008.

Los republicanos, por su parte, están buscando un contendiente “elegible”, que abogará por “empleos”, en contra de las condiciones de depresión que continúan profundizándose bajo Obama y en contra de “un gobierno demasiado grande”.

Obama escogió Osawatomie para establecer lazos entre los temas de su campaña y Theodore Roosevelt, presidente republicano de 1901 a 1908, quien ha sido identificado desde hace tiempo con el “progresismo” populista. Roosevelt pronunció un discurso en Osawatomie en l910, que se convirtió en la plataforma para sus intentos fallidos de obtener la nominación del partido Republicano en 1912, y de su intento a la presidencia tras su escisión bajo el Partido Progresista ese año.

Además del discurso de Osawatomie, Obama retiró el grueso de las fuerzas de combate estadounidenses de Iraq, cumpliendo una de las promesas de la campaña de 2008 y así, volver a capturar la imagen con la que ganó la presidencia.

En su discurso Obama se presentó como defensor del “hombre común”, diciendo que Estados Unidos debe ser un “país donde el pueblo trabajador pueda ganar lo suficiente para poder sostener una familia, tener ahorros moderados, ser dueño de su casa y poder tener una vida segura después de jubilarse”.

Al comienzo de su discurso señaló la creciente brecha entre los ingresos de los trabajadores y “de aquellos en la cima, más ricos que nunca, [que] se enriquecieron de sus ingresos e inversiones”, mientras “todo el resto luchaba con gastos cada vez mayores e ingresos que no aumentaban…. El ingreso promedio del 1 por ciento en la cima ha subido más del 250 por ciento, llegando a 1.2 millones de dólares al año”.

Se dirigió a “los que han estado ocupando las calles de Nueva York y otras ciudades” y protestando contra los bancos y los codiciosos del “1 por ciento”. Los temas populistas sin contenido de clase que caracterizan a los grupos de “ocupación”, el hecho de que dirigen su fuego contra “los ricos” y los bancos, no contra la clase capitalista y su gobierno, son terreno fértil para la estrategia electoral de Obama.

Aboga por gobierno más grande

La moraleja de esta historia, según Obama, es el hecho de que se necesita un gobierno cada vez más grande de sabios e “ilustrados” que sirva como guía y regule a los especuladores y ejecutivos bancarios que están fuera de control y extienda los programas que lo obligan a uno a ayudarse a sí mismo. Obama propone impuestos más elevados para el 1 por ciento para financiar sus planes.

Citando el discurso de Roosevelt en Osawatomie hace 101 años, en el que aboga por un “sistema económico bajo el cual a cada hombre se le garantizará la oportunidad de mostrar lo mejor que tiene” Obama señaló que Roosevelt “creía en aquel entonces lo que ahora sabemos es cierto, que el mercado libre es la fuerza más importante para el progreso económico de la historia de la humanidad”.

Obama señaló que como resultado de su discurso de 1910 a Roosevelt “lo calificaron de socialista”. La transcripción del discurso realizada por la Casa Blanca dice que la audiencia se rió, sabiendo que a Obama lo han llamado social-demócrata de estilo europeo.

Los libros de historia pintan a Roosevelt como un gran progresista, un “rompe monopolios” y amigo del hombre común.

Roosevelt hacía pronunciamientos “progresistas” a la vez que abogaba por la extensión del imperialismo estadounidense, que entonces incluyó la toma de las Filipinas, Cuba, Hawai y Puerto Rico, así como la profundización de la intervención en China. Se proclamaba contra los “monopolios malignos”, a la vez que defendía e impulsaba al monopolio del acero de J.P. Morgan, con quien estaba aliado.

Su populismo, incluyendo su apoyo al derecho de la mujer al voto y la promulgación de reglamentos contra el trabajo infantil, sirvieron para cubrir el establecimiento de un régimen federal fuerte y de poderosas fuerzas armadas, utilizando su peso para defender y avanzar los intereses imperialistas contra los de sus competidores y contra la clase trabajadora.

En su discurso de 1910 en Kansas, Roosevelt aprovechó la ocasión para atacar el Appeal to Reason (Llamado a la razón), el periódico socialista con mayor circulación en el país en ese entonces, haciendo notar que “habitualmente me denuncia como herramienta de Wall Street”.

De hecho, aun antes de que Roosevelt lanzara su candidatura por el partido Progresista en 1912, los funcionarios del acero de U.S. Steel y otros “hombres de Wall Street” habían contribuido 2.5 millones de dólares a su campaña.

El discurso de Obama contenía mucha retórica populista sin ninguna propuesta concreta que pueda mejorar las condiciones “del pueblo trabajador”. Obama aboga por un aumento en las inversiones gubernamentales en la educación, para que la gente pueda adiestrarse para reemplazar los empleos “desaparecidos” en la manufactura. Insta a tener una mayor “diversidad”, atrayendo a negros, mujeres y otros a la burocracia federal meritocrática. Y aboga por desatar “comerciantes audaces” para avanzar el capitalismo de Estados Unidos.

La retórica de Obama a favor del “trabajador” contradice el curso de su administración. Obama ha presidido sobre el extenso ataque bipartidista contra Medicare, Medicaid y el Seguro Social. Ha expandido el uso de aviones teledirigidos, de fuerzas especiales y de asesinatos de personas para defender los intereses imperialistas de Washington. Ha bloqueado todo programa significativo de obras públicas para proveer empleos a los que han sido arrojados a la calle por la crisis del capitalismo.

Y sigue haciendo campaña a favor de extender las tareas del gobierno, para regular, espiar, vigilar y encarcelar a los que desafíen su “iluminada” visión del dominio capitalista.  
 
 
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