Vol. 76/No. 16 23 de abril de 2012
“Yo no consideraría la Constitución de Estados Unidos si estuviera escribiendo una constitución en el año 2012”, dijo Ginsburg en una estación de televisión local cuando estuvo en Egipto a finales de enero. “Quizás consideraría la constitución de Sudáfrica. Esta constitución representa un intento deliberado de proveer un instrumento fundamental a un gobierno que acogió los derechos humanos básicos”.
La jueza liberal dijo además que la Carta de Derechos y Libertades de Canadá y la Convención Europea de Derechos Humanos también eran mejores modelos que la Carta de Derechos de Estados Unidos.
Enmiendas fueron ganadas en lucha
La Carta de Derechos de Estados Unidos de 1791, junto con las enmiendas 13, 14 y 15 de la Constitución —que abolieron la esclavitud, reconocieron la “protección igual bajo la ley” y el derecho a votar— fueron victorias ganadas como resultado de luchas masivas y sangrientas por y a favor de los intereses de los trabajadores y agricultores, incluyendo la guerra revolucionaria por la independencia, la rebelión de Shay en 1786, la Guerra Civil de 1861-1865 y las luchas relacionadas que la siguieron.La Carta de Derechos de Sudáfrica, que es cuatro veces más larga que la Carta de Derechos de Estados Unidos, empieza diciendo que “afirma los valores democráticos de la dignidad humana, la igualdad y la libertad” y garantiza el “acceso total e igual a todos los derechos y libertades”.
Entre las más de 35 categorías de derechos, que incluyen largas listas de derechos enumerados detalladamente, altamente alabados por la jueza Ginsburg, están el derecho a la “vida”, “libertad de creatividad artística”, “practicas de trabajo justas”, “suficiente comida y agua” y “acceso a una vivienda adecuada”.
Tales derechos, dice la ley sudafricana, pueden ser limitados “en caso de que la limitación sea razonable y justificable en una sociedad abierta y democrática” o si se declarara un estado de emergencia.
La Carta de Derechos y Libertades de Canadá garantiza derechos sujetos a “límites razonables proscritos por la ley según se pueda justificar de manera demostrable en una sociedad libre y abierta”.
Compárense estas descripciones con el texto del preámbulo a la Carta de Derechos de Estados Unidos, que explica que las enmiendas a la Constitución se hicieron “para evitar mal entendimientos o abusos de poderes”.
Breve, claro y al grano. Ninguna promesa inútil de los gobernantes capitalistas para asegurar la “dignidad humana”, ya no digamos advertencias sobre “límites razonables”.
Lo que menos necesita el pueblo trabajadores es depender del estado capitalista para “que nos otorgue derechos”. Necesitamos que nos deje en paz para que nos podamos organizar independientemente y con la menor interferencia posible, hasta que la clase trabajadora y nuestros aliados seamos lo suficientemente fuertes para conquistar el poder y establecer un nuevo orden social basado en la solidaridad y las necesidades de la inmensa mayoría de la humanidad trabajadora.
Los gobernantes capitalistas en Estados Unidos constantemente buscan como socavar la Carta de Derechos. El derecho a un “juicio rápido y público, por un jurado imparcial” se ha convertido en el derecho a declararse culpable como parte de una negociación y ser enviado a la cárcel —si uno no quiere arriesgar una pena 10 veces más grande. El derecho en “contra de pesquisas irrazonables e incautaciones” se ha convertido en “detener y registrar” en cualquier parte y a cualquier hora.
Hoy en día, la “igual de protección bajo la ley” está más lejos de una realidad que en ningún momento en medio siglo. Y el presidente Barack Obama ahora afirma que la Constitución no debe proteger a los ciudadanos acusados de “terroristas” de ser asesinados cuando él lo ordene.
El corresponsal sobre la corte suprema del New York Times Adam Liptak presentó puntos de vista parecidos a los de Ginsburg en un artículo del 6 de enero que informa sobre un estudio que será publicado pronto en el New York University Law Review.
Liptak dice que la Constitución norteamericana esta “atrasada en comparación con las del resto del mundo” y es “lacónica y vieja” y “relativamente, garantiza pocos derechos”. Dice que el “derecho a poseer armas” es una idiosincrasia y cita favorablemente al profesor de derecho de la Universidad de Texas Sanford Levinson que se lamenta de que “la Constitución de Estados Unidos es la más difícil de enmendar de cualquier constitución en el mundo actual”.
Dicha dificultad, incluyendo la separación de poderes y las reglas restrictivas para aprobar enmiendas, fueron integradas en la Constitución como resultado de una alianza heterogénea entre comerciantes y dueños de esclavos que produjo los primeros gobiernos de Estados Unidos, las sospechas que tenían entre ellos y su temor de las clases trabajadoras.
“Nuestros fundadores diseñaron un sistema que hace más difícil realizar cambios de lo que a veces me gustaría,” se quejó Obama en una entrevista el 6 de febrero en el programa Today Show de la cadena NBC.
Mientras vivamos bajo el dominio capitalista, es mejor que sigamos bajo la presente Constitución —especialmente la Carta de Derechos y las enmiendas 13, 14 y 15. Cualquier cosa que ayude a protegernos del estado y que disminuya la habilidad de los gobernantes de imponer su voluntad es mejor que cualquier tipo de dependencia del estado represivo y las promesas falsas de la clase enemiga.
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