Vol. 76/No. 32 27 de agosto de 2012
“¡Nos están matando!” gritó Marilyn Branford, residente del área, al gerente de la refinería, Nigel Hearne. Decenas de personas hicieron fila para hacer preguntas y desafiar las declaraciones de Hearne, de que para la gerencia de Chevron “nada es más importante que la seguridad”.
A pesar de insistentes preguntas, el panel, que incluía funcionarios municipales y del condado, se negó a responder la principal pregunta. ¿Cual era la composición química y el peligro para la salud de la nube de humo que subió y se extendió por horas durante la tarde y la noche mientras que los trabajadores de la refinería y los bomberos luchaban para apagar el incendio?
El panelista Dr. Wendel Brunner dijo que hasta ese momento 949 residentes habían ido a salas de emergencia de hospitales después de respirar el humo. Para el 11 de agosto, esta cifra había aumentado a 5 763.
La refinería de Richmond ha sido el sitio de una serie de incendios y explosiones durante los últimos 25 años.
Muchos residentes denunciaron en la reunión los inadecuados sistemas de alerta y notificación telefónica. En muchos de los casos las autoridades llegaron hasta después que los residentes habían visto el humo o habían recibido llamadas de amistades o parientes. Algunos exigían “¡Chevron fuera de Richmond!” Otros abogaban por presionar a la empresa a que aumente la seguridad de sus operaciones.
Respuesta del sindicato
Aunque se divulgaron pocos detalles de lo que causó el incendio en la reunión, la verdad empezó a salir cuando Kim Nibarger, un especialista en salud y seguridad del sindicato del acero USWA, que representa a unos 600 trabajadores de refinería de la Chevron, habló a los reporteros sobre sus discusiones con los trabajadores. Explicó que habían transcurrido un par de horas después que la fuga que causó el incendio fue descubierta, mientras que los gerentes que estaban a cargo esperaban poder reparar el problema sin tener que apagar la unidad y perder producción.“Cuando hay hidrocarburos fuera de la tubería, ya no estás funcionando bajo condiciones normales”, dijo Nibarger. “Es hora de apagar la cosa y arreglarla, no de intentar encontrar una manera de evitar lo que hay que hacer”.
Las comunidades en Richmond cercanas a la refinería son en gran medida de negros y latinos, gente trabajadora que vive ahí porque la vivienda es más barata. Las altas incidencias de asma han causado que muchos sean más vulnerables a los efectos nocivos del humo.
Leobardo Anaya dijo que estaba en su trabajo en un centro de distribución cuando vio el cielo ennegreciendo. Una compañera de trabajo que padece de asma tuvo que ser llevada al hospital. “Tenemos que unirnos, toda la comunidad, y luchar contra esto”, dijo.
Betsey Stone contribuyó a este artículo.
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