Vol. 76/No. 37 15 de octubre de 2012
La gráfica muestra el porcentaje de la población que está empleada y el efecto insignificante de las medidas de “ajuste cuantitativo” (QE1 y QE2) y otras acciones de la Reserva Federal. Se usa aquí el porcentaje de la población empleada porque no se puede manipular tan fácilmente como la tasa oficial de desempleo en la que se excluyen a los trabajadores “desanimados”. |
La gráfica demuestra que la impresión e inyección de dinero por la Reserva Federal han ayudado a que se “recuperen” los precios de las acciones en la bolsa de valores quedando aún más inflados en relación a la producción, posponiendo el problema financiero, aumentando las presiones inflacionarias y preparando el camino para crisis mayores en el futuro. |
La gráfica muestra los cambios relativos en la producción industrial y la cantidad de trabajadores empleados; 100 representa los niveles promedios en 2007. La producción se ha estancado alrededor de 5 por ciento debajo de los niveles previos a la recesión. La brecha creciente entre producción y empleo es una indicación de la intensificación del trabajo, lo cual ha ayudado a los capitalistas a aumentar sus ganancias a corto plazo. |
La producción industrial apenas ha empezado a recuperarse después de un descenso drástico en 2008. Y esto se está logrando a expensas del pueblo trabajador, ya que el aumento en la intensidad del trabajo y la caída en los salarios reales son promovidos como “progreso” contra “nuestros” competidores en Europa y Asia.
Pero no se preocupen: el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, está abriendo una vez más la manguera de dinero de la Reserva Federal. Esta vez por un período indefinido. Y todo esto sin el impedimento de tener que fingir que hay un proceso democrático en la toma de decisiones, como un voto de la legislatura.
Diciendo que esperaba “darle un codazo a la economía para encaminarla hacia el rumbo correcto”, Bernanke anunció el 13 de septiembre la tercera ronda de “flexibilización cuantitativa” (QE3), supuestamente destinada a proveer incentivos para que los patrones expandan la producción y el empleo.
Con la QE3 la Reserva Federal comprará de los bancos 40 mil millones de dólares en valores respaldos por hipotecas al mes, por un período indefinido. Estas deudas sobre préstamos hipotecarios son consideradas de valor cuestionable y es difícil para los bancos venderlas a medida que más y más personas no pueden continuar haciendo pagos.
Este plan, que equivale a imprimir dinero e inyectarlo al sistema bancario, va a estimular la economía, dicen. El plan toma como modelo la QE1 y QE2, implementadas entre noviembre de 2008 y junio de 2011. Estas medidas no tuvieron ningún efecto perceptible sobre el nivel de empleo, ni siquiera un efecto pasajero.
La Reserva Federal también está tratando de mantener la tasa de interés a corto plazo a casi cero hasta por lo menos 2015. Busca “bajar las tasas de interés a corto plazo y empujar a los inversionistas hacia otros activos, como las acciones”, observa el Wall Street Journal.
La QE3 será implementada simultáneamente con el programa de la Reserva Federal llamado “Operación Tuerce”, empezada hace un año, con la que se gastan 45 mil millones de dólares adicionales al mes para comprar bonos a largo plazo del Tesoro estadounidense. Está programado que dicha operación continúe por lo menos hasta el final del año.
Bernanke arguye que todo esto “debe espolear más gastos, inversiones y exportaciones”, según el Journal.
Pero “el gasto”, o lo que los economistas a menudo llaman “consumo”, no puede ser estimulado sin más trabajos y un aumento a gran escala y permanente de los salarios. Imprimir dinero no resuelve el problema.
Cuando hablan de “invertir” la pregunta que se plantea es, ¿invertir en qué? Como dice el Journal, la política de la Reserva Federal consiste principalmente en instar a los capitalistas a que pongan más dinero en acciones, lo que hace que aumenten los precios de las acciones y le da a algunos, pero no a los trabajadores, la falsa apariencia de que está ocurriendo algo positivo.
Al anunciar la QE3, el índice de acciones S&P 500 aumentó un 1.6 por ciento, alcanzando su nivel más alto desde 2007 —14 por ciento desde el principio de junio, reportó el Economist. Sus niveles inflados están en agudo contraste con la carencia de cualquier recuperación en los empleos y la expansión de la producción.
Desde finales de los años 60, la tasa promedio de ganancia industrial ha venido bajando gradualmente. Los capitalistas han restringido cada vez más sus gastos en la expansión de la capacidad productiva o en el empleo a gran escala. En ves de esto, están poniendo su dinero en más inversiones especulativas, ya sea en acciones u otras formas de capital ficticio, con la esperanza de que apuestas en el alza o baja de los valores de papel les rendirán más ganancias.
Por otro lado, los bancos y las corporaciones están guardando grandes cantidades de efectivo en sus propios cofres. “La economía no carece de dinero”, comentó el Investor’s Business Daily sobre la QE3. “Los bancos hoy en día tienen 1.5 billones de dólares en reservas. Y las compañías tienen 2 billones de dólares en efectivo guardado”.
La manguera de dinero podría espolear temporalmente las exportaciones estadounidenses, ya que otra meta de la QE3 es bajar el valor del dólar con respecto a otras monedas, haciendo que las mercancías estadounidenses sean más baratas en el mercado mundial.
Esta medida equivale a una declaración de guerra sobre el valor del dólar. Y los rivales de Washington están respondiendo. Seis días después del anunció de Bernanke, el banco de Japón dijo que empezaría a bajar el valor relativo del yen. Y se ha empezado un proceso similar en relación al euro.
La impresión de dinero por parte de la Reserva Federal “podría causar el colapso del dólar y espolear la inflación más adelante”, señaló el Journal. Mientras que la manguera de dinero se hace cada vez menos eficaz en prevenir las crisis financieras, sí prepara el terreno para crisis más grandes en el futuro.
Vea las gráficas en esta página. La gráfica A muestra el efecto insignificante que han tenido las políticas monetarias de la Reserva Federal en el nivel de empleo. Se utiliza en esta gráfica la cifra de empleo relativo al total de la población, ya que, a diferencia de la tasa oficial de desempleo, no puede ser falsificada simplemente ignorando a los trabajadores “desanimados”.
La gráfica B indica que esas políticas han ayudado a que los precios de las acciones alcancen los niveles que tenían antes de la recesión, lo que significa que están más inflados en relación a la producción, lo que preparará el territorio para caídas más grandes.
La gráfica C demuestra que la recuperación parcial en la manufactura industrial no ha resultado en un aumento sustancial en el nivel de empleo. La creciente brecha entre la producción y la tasa de empleo que se ve en la parte final de la gráfica es una indicación de la exitosa campaña de “productividad” que han llevado a cabo los patrones para exprimir más de cada trabajador, mientras decenas de millones permanecen desempleados. Esto, junto a los ataques contra los salarios, como la expansión del uso de múltiples niveles de salarios en las plantas automovilísticas y otras fábricas, es el único suceso sustancial en la llamada recuperación de los capitalistas.
Es mediante este tipo de ataques contra la clase obrera que los gobernantes estadounidenses buscan hacerse competitivos frente a sus rivales a medida que pelean por mercados y comercio —una competencia hacia el abismo.
Este “boom estará basado en la continuación de la reducción del costo de la mano de obra individual en Estados Unidos”, observó el 24 de septiembre una columna del Financial Times. “Para 2016, según el Boston Consulting Group, la brecha con China será reducida a solo siete centavos la hora”.
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