Vol. 77/No. 12 1 de abril de 2013
La misma clase capitalista que libra una guerra contra el nivel de vida, los sindicatos y los derechos del pueblo trabajador dentro de Estados Unidos es la que lleva a cabo la constante agresión de Washington en el extranjero.
Como las crecientes sanciones contra Irán, el apretón económico contra Corea del Norte se promueve bajo la falsa rúbrica de la “no proliferación nuclear”. Detrás de este pretexto selectivo, arbitrario e hipócrita se esconde la intención de infligir dificultades al pueblo trabajador de ambos países y pisotear su soberanía. Los gobernantes de Estados Unidos jamás perdonarán al pueblo coreano por causar la primera derrota militar de Washington, al igual que nunca van a olvidar la revolución popular de masas que en 1979 derrocó la monarquía respaldada por Washington en Irán.
El gobierno de Estados Unidos dividió por la fuerza la nación de Corea justo cuando se había desecho del yugo de medio siglo de dominación colonial japonesa. Lanzó su guerra asesina bajo la cubierta de la bandera azul de la ONU, matando a unos 4 millones de coreanos, después de que el pueblo trabajador en el norte derrocara las relaciones de propiedad capitalistas. Una vez derrotado, Washington se negó a firmar un tratado de paz con Corea del Norte, manteniéndose oficialmente en estado de guerra hasta el presente.
Washington ha respaldado las sucesivas tiranías de capitalistas y terratenientes en el sur. En la actualidad mantiene unos 28 500 efectivos en territorio coreano, así como armas nucleares y sistemas de lanzamiento por todo el pacífico, rodeando a Corea.
La división de Corea continúa siendo la única división nacional no resuelta impuesta por Washington y sus aliados imperialistas en las postrimerías de la segunda guerra mundial. El deseo de reunificarse del pueblo trabajador coreano tanto en el norte como en el sur merece el apoyo de los trabajadores y agricultores de todo el mundo.
¡Alto a las sanciones y amenazas contra Corea del Norte e Irán! ¡Una Corea!
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