Vol. 77/No. 22 10 de junio de 2013
“No nos sorprende cuando se derrumban, son edificios mal construidos donde los dueños invierten poco”, dijo Say Sokny, secretario general del Sindicato Libre de Trabajadores, por teléfono el 21 de mayo desde Phnom Penh, Camboya.
El primer derrumbe ocurrió el 16 de mayo alrededor de 30 millas al sur de Phnom Penh en la empresa taiwanesa Wing Star Shoes, que emplea a 7 mil trabajadores y produce zapatos para Asics. Un entresuelo usado para almacenamiento se derrumbó por el peso , muy por arriba del peso para el cual fue diseñado. Tres trabajadores murieron y 11 resultaron heridos, aunque los escombros atraparon a 50.
Yarn Neat, una asistente de supervisora , dijo al Wall Street Journal que ella tenía miedo de caminar debajo del entresuelo porque el piso había empezado a sacudirse cuando ella ayudó a colocar materiales allí la semana anterior. Planteó sus inquietudes a sus superiores, pero no hicieron nada.
En marzo los trabajadores de Wing Star Shoes dejaron de trabajar y bloquearon la carretera principal por una hora, para protestar por los salarios bajos y las condiciones de trabajo peligrosas.
Otros 23 trabajadores resultaron heridos el 20 de mayo cuando el mal construido edificio que albergaba la sala de descanso de la empresa Top World en Phnom Penh, se derrumbó en un lago. La empresa produce para la gigante de la moda sueca H&M.
“Los salarios, la salud y la seguridad son los temas más importantes para los trabajadores aquí”, dijo Sokny. “Las condiciones de trabajo son tan malas que los trabajadores a menudo se desmayan en el taller debido al calor, la falta de ventilación, la desnutrición, la exposición a substancias químicas y las largas jornadas”.
En enero, el ministerio de trabajo reportó que más de 1 600 trabajadores se desmayaron en unas 20 fábricas el año pasado. Se hizo el anuncio después de que el Sindicato Libre emitiera la cifra de 2 107 trabajadores en 29 fábricas.
Las huelgas y otras protestas por aumentos de salarios y mejores condiciones han sido numerosas. Según el FTU, unos 85 mil trabajadores en 101 fábricas participaron en huelgas y otras acciones el año pasado.
“Es la única herramienta potente que tenemos”, explica Sokny. “Salimos en huelga y hacemos protestas todo el tiempo. Esa es la única manera de que podemos ganar algo”.
En diciembre, la fábrica Kingsland, que produce ropa interior para Walmart y H&M, cerró y despidió a los trabajadores sin pagar salarios e indemnizaciones. A partir del 3 de enero casi 200 trabajadores se acamparon fuera de la planta en Phnom Penh para impedir que la empresa moviera su maquinaria y otros bienes antes de pagar. El 27 de febrero, 82 de los trabajadores iniciaron una huelga de hambre. Dos días más tarde Walmart y H&M aceptaron pagar 200 mil dólares.
“Decidimos ir en huelga de hambre para mostrar que no somos trabajadores que se pueden intimidar”, dijo Sorn Sothy, de 26 años y líder de la actividad, a los Trabajadores de Almacenes Unidos el 1 de marzo. “Somos fuertes, comprometidos y estamos unidos”.
El primero de mayo trabajadores de la confección de ropa marcharon para exigir un aumento del salario mínimo mensual de 80 a 150 dólares.
“Se supone que se debe poner en práctica un aumento de sueldo cada cuatro años”, dijo Sokny. “Pero no pasa nada a menos que los trabajadores entren en acción con huelgas y otras protestas. Así es cómo ganamos el aumento a 80 dólares en marzo. Necesitamos un aumento aun mayor. Los trabajadores tienen hambre. Los salarios no son suficientes para pagar el alquiler, la comida y las necesidades familiares”.
Hasta mediados de los años 90, Camboya no tenía ninguna industria de confección. Después de un desarrollo explosivo en las últimas dos décadas, la industria ahora emplea a 500 mil personas en más de 500 fábricas de ropa y calzado. Más del 90 por ciento de los que se trasladan a los nuevos centros de producción industrial son mujeres de aldeas rurales.
El sector de prendas de vestir representa el 90 por ciento de los ingresos de exportación de Camboya.
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