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Vol. 77/No. 26      8 de julio de 2013

 
(portada)
Se extienden protestas en Brasil por
deterioro de condiciones sociales
 
AP photo/Felipe Dana
Más de un millón de personas en Brasil han protestado contra el aumento de tarifa de transporte público. Arriba, protesta en Rio de Janeiro, 21 de junio. Cartel dice, “El pueblo despertó”.

POR SETH GALINSKY
La magnitud de las protestas por todo Brasil sorprendió al gobierno y a los organizadores que las iniciaron, y puso al descubierto un descontento generalizado por el empeoramiento de las condiciones económicas y sociales.

Las protestas empezaron a principios de junio cuando el gobierno municipal de Sao Paulo anunció un aumento en las tarifas del transporte del 7 por ciento a 1.50 dólares por viaje. Otros gobiernos municipales siguieron el ejemplo. El 13 de junio hasta 10 mil personas protestaron en Sao Paulo y 2 mil en Rio de Janeiro, cuando comenzaban las competencias preliminares de fútbol para la copa mundial del próximo año. La ira por los 14 mil millones de dólares que se están gastando en los estadios para la copa mundial de 2014 en Brasil, mientras que la atención a la salud y la infraestructura se deterioran, ayudó a alimentar las protestas.

En Sao Paulo la policía disparó balas de goma y gases lacrimógenos, hiriendo a por lo menos 100 personas, y detuvo a más de 120, según la CNN. Pero en vez de intimidar a los manifestantes, las protestas crecieron y se extendieron. El 17 de junio más de un cuarto de millón de personas salieron a las calles en 12 capitales estatales, incluyendo 100 mil en Rio de Janeiro.

Mayara Vivian, una mesera y estudiante de geografía y una de los fundadoras del Movimiento Pase Libre, que inició las protestas, dijo al New York Times que el grupo ha estado organizando acciones para exigir transporte público gratuito desde 2005, pero pocas veces atrajo más de varios cientos de personas. “Cien mil personas, nunca lo hubiéramos pensado”.

Las protestas siguieron creciendo, incluso después de que nueve alcaldes municipales cancelaron los aumentos de las tarifas. Los manifestantes añadieron a sus demandas la lucha contra la corrupción y el mejoramiento de la atención a la salud y la educación. Más de un millón de personas en más de 80 ciudades por todo el país se unieron a las protestas el 20 de junio, las más grandes desde las de 1992 contra el gobierno del entonces presidente Fernando Collor de Mello.

Desde 2003, cuando el ex líder sindical Luis Inácio Lula da Silva ganó la presidencia, Brasil ha sido gobernado por el Partido de los Trabajadores. Dilma Rousseff, protegida de da Silva, asumió el cargo en octubre de 2010.

La prensa capitalista norteamericana ha elogiado a Brasil, como un “milagro económico”. Señalan como ejemplos la última década de crecimiento económico, el doble de la tasa en Estados Unidos y las políticas financieras y fiscales del gobierno liderado por el Partido de los Trabajadores diseñadas a fortalecer a los capitalistas locales contra sus rivales extranjeros. El gobierno se jacta de haber levantado a 40 millones de personas a la clase media.

Pero el desempleo oficial ha subido durante los primeros cuatro meses de 2013 después de caer a un mínimo histórico al final del año pasado. La tasa oficial de inflación subió al 6.5 por ciento a finales de junio.

El 24 de junio 2 500 residentes de dos favelas obreras marcharon a la residencia del gobernador de Rio. Según El País de España, los dueños de tiendas de lujos cerraron cuando oyeron que venían.

“Aquellas gentes acostumbradas a estar aprisionadas entre la violencia de los narcos y la de la policía libraron la marcha más pacífica hasta ahora de las protestas callejeras”, dijo con sorpresa el diario capitalista.

“Cuando Dilma [Rouseff] estuvo en la favela nos prometió mejoras en la infraestructura de sanidad pública, y no se ha realizado,” dijo Erica dos Santos a los participantes.  
 
 
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