Vol. 77/No. 37 21 de octubre de 2013
Albert Woodfox, de 66 años, condenado junto con Wallace, todavía está peleando desde su celda en confinamiento solitario de 6 por 9 pies en una prisión de Louisiana. Junto con Robert King, de 73 años, Wallace y Woodfox son los presos políticos conocidos como “los 3 de Angola” gracias a la labor de quienes durante décadas han luchado por su libertad.
King llegó a la Penitenciaria del Estado de Louisiana en Angola en 1972. El, junto con Wallace y Woodfox, se integraron al Partido de las Panteras Negras. King fue puesto en libertad en 2001 después que su condena por haber matado a otro reo fuera anulada y tras haber pasado 28 años en confinamiento solitario. Desde su excarcelación, ha hecho campaña en contra del confinamiento solitario y por la libertad del resto de los 3 de Angola.
“Me alegra que hayan liberado a Herman, pero es agridulce”, dijo King el 7 de octubre en una entrevista telefónica desde Austin, Texas. “Debieron haberlo hecho hace mucho tiempo, y la justicia demorada es justicia denegada. Pero su voz crecerá tras su muerte”.
Woodfox y Wallace llegaron a la Penitenciaria del Estado de Louisiana, la prisión de máxima seguridad más grande del país, en 1969 y 1971 respectivamente. Fueron colocados en aislamiento el 18 de abril de 1972, después de un motín en el que murió el guardia Brent Miller. En 1972 un gran jurado compuesto totalmente de hombres blancos los instruyó de cargos a ambos por la muerte. Fueron condenados en 1974. Con la excepción de un período de tres años para Woodfox, han estado en confinamiento solitario desde entonces.
El juez de distrito Brian Jackson en Baton Rouge, Louisiana, anuló la condena de Wallace el 1 de octubre, le concedió la libertad inmediata y falló que su acusación en 1972, y el juicio posterior, fueron una violación de sus derechos bajo la Enmienda 14 porque no había mujeres en su gran jurado. Un gran jurado lo volvió a acusar a Wallace de los mismos cargos el 3 de octubre.
Wallace, Woodfox y King siempre han mantenido su inocencia y han señalado el carácter político de los cargos fabricados.
“Nos echaron la culpa porque éramos militantes, luchadores, miembros del Partido de las Panteras Negras”, dijo King al Militante. “No había pruebas que nos vinculaban a los asesinatos. Nosotros señalábamos las condiciones en las cárceles, el tratamiento inconstitucional de los reclusos”.
La viuda de Miller, Teenie Verret, es de los que creen que los dos deben estar libres. “Lo viví por 36 años”, dice Verret en En la tierra de los hombres libres, un documental estrenado en 2010. “Y esto continúa y continúa. Y estos hombres, es decir, si no lo hicieron —y yo creo que no lo hicieron— han estado viviendo una pesadilla por 36 años”.
En 1971, Wallace y Woodfox fueron parte de un grupo de presos en Angola que fundaron uno de los primeros capítulos del Partido de las Panteras Negras. Organizaron huelgas de hambre y de trabajo por mejores condiciones.
‘Concientizaron a los presos’
“Herman y Albert lo empezaron y yo me uní a ellos porque sentí la necesidad de luchar”, dijo King. “Queríamos que nuestros compañeros reos estuvieran conscientes de que están protegidos por el debido proceso legal, la Enmienda 14 y otras bases constitucionales… La prisión trató de castigarnos por esto, pero seguimos. Y tuvimos mucho éxito. Como resultado Herman y Albert pagaron un alto precio: más de 40 años en confinamiento solitario”.La condena de Woodfox ha sido anulada tres veces, la más reciente el 13 de febrero por discriminación racial en la selección del gran jurado. Las primeras dos decisiones fueron revocadas por apelación; actualmente está esperando el fallo de la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito.
En una declaración en 2008, el director de Angola Burl Cain dijo por qué creía que Woodfox debería quedarse en aislamiento. “Lo que pasa con él es que quiere hacer protestas. Quiere organizar. Quiere ser desafiante… Todavía está tratando de practicar el Panterismo Negro, y no lo quiero caminando por mi prisión porque organizaría a los nuevos reclusos jóvenes”.
Cuando le pregunté a King cómo fue posible sobrevivir tres décadas de aislamiento, él contestó, “Mi convicción política”.
“Soy un cristiano, yo heredé eso”, dijo. “Pero eso no fue la razón. Fue cuando tomé conciencia políticamente, cuando empecé a entender cómo funcionaba la sociedad, cómo son incorporadas las injusticias. Esto me dio un poco de ánimo. Pensé que era mi deber bajo esta convicción política de seguir adelante, y lo hice”.
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