Vol. 77/No. 46 23 de diciembre de 2013
El 23 de noviembre, el gobierno chino declaró una zona de identificación de defensa aérea sobre el mar de China Oriental, y está exigiendo que los aviones que no sean chinos informen a Beijing sobre sus planes de vuelo cada vez que pasen sobre él. El área incluye las deshabitadas islas Diaoyu —llamadas Senkaku por Tokio— que están bajo el control de Japón, pero que China las reclama como suyas.
La medidas tuvieron lugar solo una semana antes del viaje del vicepresidente norteamericano Joseph Biden a Asia. Originalmente el propósito del viaje era asegurar un acuerdo en la Sociedad Transpacífica, un pacto comercial de 12 naciones que abarca el 40 por ciento del producto interno bruto mundial, pero no incluye a China. El viaje asumió además el propósito adicional de tratar de responder a las medidas de Beijing, a la vez que evitar cualquier confrontación militar.
La zona de defensa aérea de Beijing coincide en parte con zonas similares de Japón, Corea del Sur y Taiwán. En su anuncio, el ministerio de defensa de China dijo que sus fuerzas armadas tomarían “medidas de defensa de emergencia” contra aviones que no se identifiquen y no obedezcan las instrucciones de las autoridades chinas.
De inmediato Washington y Tokio mandaron aviones militares a la zona sin anunciarse, incluyendo dos bombarderos B-52 enviados por el Pentágono el 26 de noviembre.
Tres días más tarde, Tokio envió 10 cazas y aviones de reconocimiento dentro de la zona de defensa aérea.
En una reunión en Tokio con el primer ministro Shinzo Abe el 3 de diciembre, Biden criticó la declaración de China de una nueva zona de defensa aérea, “pero se detuvo justo antes de unirse al llamado de los líderes japoneses que están exigiendo que se deshagan de ella”’ señaló el Financial Times.
Después de que China anunció su zona de defensa aérea, las dos aerolíneas de larga distancia más grandes de Japón, Aerolíneas Japonesas y ANA Holdings, respetaron la solicitud de Beijing de notificar al gobierno chino de los planes de vuelo antes de cruzar. Pero el 27 de noviembre el gobierno japonés ordenó a todas las aerolíneas comerciales que la ignoraran y ha expresado descontento que el gobierno de Estados Unidos no ha hecho lo mismo.
Las fuerzas de autodefensa de Japón se encuentran entre las fuerzas armadas más grandes del mundo, con un gasto militar anual que ocupó el sexto lugar en el mundo el año pasado, y el segundo lugar en Asia, siendo superado solo por el de China.
A principios de octubre, funcionarios norteamericanos y japoneses acordaron revisar las directrices de cooperación para la defensa de Estados Unidos y Japón establecidas en 1997. Por primera vez, se desplegarán aviones teledirigidos de vigilancia de largo alcance de Estados Unidos en Japón, monitoreando el mar de China Oriental. Aviones de reconocimiento de la marina de guerra norteamericana, nunca antes desplegados fuera de Estados Unidos, van a patrullar las aguas de la región. Se pondrá en marcha un nuevo sistema de radar banda-X de defensa antimisiles norteamericano en el occidente de Japón, aumentando el sistema ya desplegado en la parte norte del país.
El primer ministro Abe también ha aprobado la creación de un consejo de seguridad nacional y está promoviendo la aprobación de una ley de secretos nacionales. El proyecto de ley, ya aprobado por la cámara baja del parlamento, impondría duras penas de prisión por “filtrar” secretos diplomáticos, militares y otros secretos del gobierno. “La ley se podría utilizar para procesar no solo a funcionarios que filtran secretos”, señaló el New York Times, “sino también a los periodistas e incluso a los investigadores universitarios que los reciban”.
En un esfuerzo para contrarrestar el creciente poder de China y mantener la presión sobre Corea del Norte, el pentágono ha anunciado planes para aumentar la proporción de sus buques de guerra en el Pacífico de alrededor de un 50 a un 60 por ciento antes de 2020. Y, según un reporte de foreignpolicy.com, un general de las fuerzas aéreas norteamericanas no identificado anunció en septiembre que Washington está trabajando para consolidar alianzas regionales y establecer bases que rodeen a China, incluyendo bases en la isla Saipán en el Pacífico, bases de las fuerzas aéreas australianas en Darwin y Tindal, la base aérea Changi oriental en Singapur, la base aérea de Korat en Tailandia, Trivandrum en India y posibles bases aéreas en las Filipinas, Indonesia y Malasia.
Como parte de su “gira a Asia”, Washington intenta explotar diferencias entre Beijing y varios gobiernos del sudeste asiático —Brunei, Malasia, Filipinas, Singapur, Taiwán y Vietnam— sobre las islas y sus aguas territoriales. Más de la mitad del comercio de petroleros gigantes del mundo viaja a través del mar del China Meridional, y se cree que allí existen extensas reservas de petróleo y gas.
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