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Vol. 78/No. 5      10 de febrero de 2014

 
Espionaje del gobierno, ataque antiobrero
(editorial)
 
El discurso del presidente Barack Obama del 17 de enero estaba destinado a convencernos que la expansión de las operaciones y métodos de espionaje no son algo que debe preocupar a la “gente común”. Eso es para la gente mala. No se preocupen, nos dice, los espías son nuestros amigos, son como nosotros.

Aunque el programa de minería de datos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) no está dirigido hoy en día contra la clase obrera en Estados Unidos, el ataque continuo de los capitalistas contra los derechos y garantías constitucionales ciertamente debe preocuparnos.

Comenzando en la década de 1970 y acelerándose rápidamente después del 11 de septiembre, los capitalistas han intentado que se acepte el incremento del espionaje como una pequeña intrusión en la privacidad que “todos nosotros” necesitamos dadas las amenazas “terroristas” que enfrenta la patria. “¿Por qué le preocupa si usted no es un terrorista?” dicen ellos.

El espionaje del Internet por la NSA es solo una parte pequeña de la red de fisgones, informantes y provocadores del gobierno. La masiva recolección de los registros de comunicaciones es una extensión de los cateos del equipaje y del cuerpo en los aeropuertos, la inspección con rayos X en los edificios gubernamentales, la solicitud de que se reporten “bolsas sospechosas” en el metro, el uso creciente de cargos de conspiración para “detener los ataques antes de que ocurran” y la intensificación de los ataques contra los residentes nacidos en el extranjero, sean “legales” o “ilegales”.

Aunque muchos de estos ataques son utilizados por Washington principalmente contra organizaciones tipo al-Qaeda y sus seguidores, los gobernantes tratan de que se acepten porque saben que van a enfrentar mayores desafíos en el futuro. A medida que la crisis capitalista de producción y comercio se profundiza, los patrones seguirán aumentando sus ataques contra el nivel de vida, las condiciones de trabajo y los derechos de la clase trabajadora. Los gobernantes tienen una premonición de las batallas de clase que esto va a engendrar.

La gran mayoría de los trabajadores y agricultores aun no sienten que estas actividades están dirigidas contra ellos. Pero sondeos de los gobernantes cada vez más enfocados en los trabajadores serán vistos como lo que son —y los trabajadores los resistirán— a medida que el pueblo trabajador y el movimiento sindical se vean empujados hacia la lucha.
 
 
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