Vol. 78/No. 6 17 de febrero de 2014
Los familiares de McGuire, encontrado culpable de violación y homicidio en 1989, presentaron una demanda en un tribunal federal el 24 de enero para que se prohibiera el uso del “cóctel” para la pena de muerte en Ohio, por ser inconstitucional. “No puedo describirlo excepto como tortura”, dijo en una declaración Amber, la hija de McGuire, quien observó la ejecución.
La oposición a la pena de muerte, vigente en 32 estados, se está extendiendo. Seis estados han prohibido la práctica en los últimos seis años.
La proporción de personas que se oponen a la pena de muerte de un acusado de homicidio, según la agencia de encuestas Gallup, ha crecido del 16 por ciento hace 20 años al 35 por ciento actualmente. Uno de los factores que ha contribuido a este cambio es el creciente número de casos fabricados en el que pruebas de ADN han exonerado a acusados sentenciados a muerte. Un informe reciente del Centro de Información de la Pena de Muerte documenta 143 casos en los que la pena capital fue revocada en 26 estados.
Dada la creciente oposición, compañías farmacéuticas de Europa y Estados Unidos han dejado de vender la mezcla de tres fármacos que se usó el año pasado. Desde entonces, las autoridades estatales han estado buscando técnicas de muerte alternativas.
La historia de los métodos usados para la pena de muerte en Estados Unidos, es tan perversa como los valores morales de los capitalistas que la usan como arma de terror contra el pueblo trabajador.
La silla eléctrica, que llegó a ser la técnica utilizada más comúnmente después de 1890, fue promovida por Thomas Edison como parte de la “guerra de corrientes”, o sea cuál de los sistemas de corriente eléctrica que se habían patentado dominaría el mercado, la corriente directa (DC) de Edison o la corriente alterna (AC) de George Westinghouse.
Un empleado de Edison, Harold Brown, convenció a las autoridades de la prisión estatal de Nueva York para que usaran la electrocución como alternativa “humanitaria” en vez de la horca, y abogó por el uso del sistema Westinghouse. Brown trató que la llamaran “la silla Westinghouse”, pues estaba convencido que no funcionaría bien y eso humillaría a su rival.
William Kemmler, el primer ejecutado con el nuevo aparato, no murió tras las primeras descargas y se incendió después de que aumentaron la corriente.
En décadas posteriores, la “silla eléctrica” llegó a ser el método más común en el este del país, mientras que la cámara de gas fue la técnica preferida en el oeste. Durante la década de 1980, el método de inyección letal, supuestamente más “humano”, llegó a ser la técnica predominante.
El intento de las autoridades estatales de Ohio de apresurarse a usar una nueva mezcla química, que resultó en la tormentosa muerte de McGuire, ha producido un debate amplio y espantoso entre los que están a favor de la pena de muerte sobre que alternativas se pueden usar.
El 17 de enero, el representante republicano Rick Brattin, presentó un proyecto de ley en el congreso de Missouri para agregar el pelotón de fusilamiento a la lista.
“Una de las razones por la que escogí el fusilamiento en vez de otro tipo de ejecución es porque es uno de los más baratos”, dijo el senador de Wyoming Bruce Burns cuando presentó un proyecto de ley similar allí en enero.
La última ejecución por un pelotón de fusilamiento ocurrió en Utah en 2013, cuando Ronnie Lee Gardner fue fusilado. “Se hizo con absoluta dignidad y reverencia por la vida humana”, dijo el director del Departamento de Correcciones de Utah Thomas Patterson a los periodistas.
Según el fondo de defensa legal del NAACP hay 3 261 condenados a muerte en Estados Unidos, el quinto país en número de ejecuciones en 2012, después de China, Irán, Iraq y Arabia Saudita.
Mientras tanto, el fiscal general Eric Holder anunció que pedirá que Dzokhar Tsarnaev, el acusado de detonar una bomba en el maratón de Boston, sea condenado a muerte.
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