Vol. 78/No. 18 12 de mayo de 2014
“El castigo no fue contra mí, contra nosotros”, dijo González. “Fue una necesidad de venganza por el odio que tienen contra un proceso revolucionario, contra una historia”. Después de cumplir toda su condena, González salió de la prisión de Safford, Arizona, el 27 de febrero y fue detenido nuevamente por las autoridades de migración y deportado a Cuba el día siguiente. “El operativo duró unas 36 horas. Siempre estuve esposado”, dijo. No fue hasta que aterrizó en La Habana y la puerta del avión abrió que los agentes estadounidenses le quitaron las esposas.
Calvo Ospina le preguntó cómo se comportaron los presos con él durante los 15 años en la cárcel.
“Al comienzo era un preso más”, dijo. “Pero poco a poco se fue conociendo el caso debido a la solidaridad internacional”.
“Los materiales de lectura que recibíamos los compartíamos con los otros presos”, dijo. “Esto fue llamando la atención, y así se fueron dando cuenta que éramos personas con un pensamiento diferente. Entonces venían para charlar de Cuba, de la Revolución”.
“Tenemos aún muchísimo por hacer”, dijo González. “No nos conformamos que Ramón y Antonio cumplan su sentencia, como la cumplimos René y yo. Hacerlo significaría que Gerardo nunca regresara. Por eso los amigos de la solidaridad en el mundo deben seguir presionando para que los tres salgan y regresen lo más pronto posible”.
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