Vol. 78/No. 20 26 de mayo de 2014
Solo el uso del poder sindical por el pueblo trabajador puede proteger las vidas de los trabajadores ferroviarios, las de los pasajeros y las de los residentes que viven cerca de las vías del tren. Los burócratas de la seguridad que trabajan para el gobierno abiertamente buscan un “equilibrio” entre la seguridad y las ganancias, mientras que su función central es proteger a los patrones y asegurar que no sea afectado el sistema de ganancias.
En el curso de luchas obreras podemos construir sindicatos que sean lo suficientemente fuertes para poder ejercer control sobre las condiciones de trabajo. En los ferrocarriles, podríamos empezar reduciendo los trenes a 50 vagones o menos; reintroducir el uso del furgón de cola en todos los trenes; restablecer días laborales de ocho horas con descanso adecuado; y aumentar la tripulación de dos a cuatro —dos atrás y dos en la locomotora. Necesitamos control obrero supervisado por sindicatos fuertes que puedan detener un tren cuando sea necesario para imponer una operación segura.
También exigiríamos que los patrones abran sus libros de contabilidad para que los trabajadores los puedan examinar y que se quite el velo de secreto de las operaciones capitalistas y su confabulación con el gobierno en contra nuestra.
Este es el tipo de demandas por las que podemos luchar hoy. Dicha lucha fortalecería nuestros sindicatos, ganaría apoyo popular y aumentaría la confianza de los trabajadores y agricultores.
También es importante reconocer que la producción de energía y su transporte —ya sea por tren o en oleoductos— no son el problema. Los trabajadores con conciencia de clase defienden la expansión de la producción de energía y la industrialización, sobre todo en las áreas menos desarrolladas del mundo donde hoy en día la clase trabajadora está creciendo a medida que la explotación capitalista llega todas las esquinas del mundo. Este desarrollo es esencial para sacar de la oscuridad a una tercera parte de la población humana que carece de electricidad; para acelerar la alfabetización, la cultura y las formas obreras de lucha; para cerrar la brecha entre las condiciones y experiencias de los trabajadores en los países imperialistas y los del mundo semicolonial; y para proporcionar nuevas oportunidades para la solidaridad internacional.
El creciente número de desastres de trenes petroleros son uno de los ejemplos que muestran cómo y a quién le sirve el capitalismo.
Esto señala por qué los trabajadores y agricultores, para el bien de la humanidad y la naturaleza, tienen que construir un movimiento que pueda abrir el camino hacia la toma del poder político en Estados Unidos y a través del mundo.
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