Vol. 78/No. 21 2 de junio de 2014
A continuación publicamos la carta enviada el 14 de mayo por Doug Nelson, director del Militante, a Chris Grayling, Secretario de Estado para la Justicia del Reino Unido.
La carta es una respuesta a la revelación reciente de que el Ministerio de Justicia del Reino Unido ha estado prohibiendo que prisioneros reciban casi todos los paquetes que les envían amistades y parientes desde noviembre del año pasado. La información la hizo pública la Liga Howard por la Reforma Carcelaria.
El Militante solicita que el Ministerio de Justicia del Reino Unido retracte su prohibición de envíos de paquetes a los prisioneros, lo que prácticamente prohíbe todas las suscripciones a periódicos y revistas y limita severamente el acceso a libros fuera de los que existan en la escasa selección que tengan las bibliotecas carcelarias. Esta represión arbitraria de libertades básicas por parte de las autoridades, sirve para desmoralizar, deshumanizar y quebrar el espíritu de estos trabajadores tras las rejas.
El Militante se une a la lucha que están llevando a cabo defensores de los derechos de los prisioneros y de los derechos democráticos por todo el mundo, incluyendo English PEN, la Liga Howard por la Reforma Carcelaria, Nadezhda Tolokonnikova de Pussy Riot, la poeta laureada del Reino Unido Carol Ann Duffy, el defensor de los derechos de los kurdos Busra Ersanli y muchos más. Esta batalla es parte de una lucha mundial contra la “justicia” bajo el capitalismo, administrada por la policía, los oficiales de las cortes y los carceleros, desde Rusia a Estados Unidos, y desde Turquía al Reino Unido.
Muchos trabajadores tras las rejas responden a las condiciones deshumanizantes de la cárcel dedicándose a superarse a través de la lectura y el estudio. Esto incluye leyendo libros que tratan sobre las luchas obreras —el tipo de libro que las autoridades penitenciarias a menudo califican de material “extremista”—, los cuales, según sus declaraciones, no desean que los prisioneros tengan. El estudio por iniciativa de los trabajadores tras las rejas es precisamente lo opuesto a su insistencia de que los prisioneros “se comporten bien y se involucren en su propia rehabilitación” para ganar “privilegios”. Este tipo de lenguaje con doble interpretación lo usan contra aquellos que no se sometan a la organización de la vida en las prisiones de las autoridades penitenciarias, la cual esta diseñada a corroer la solidaridad, la dignidad y el sentido de valor propio.
El encarcelamiento masivo de trabajadores en Estados Unidos, ha afectado las vidas de millones de personas. Ha generado indignación contra las confesiones forzadas bajo tortura y la fabricación de casos que conducen a la “admisión de culpabilidad”. Ha generado simpatía con las huelgas de hambre que han realizado prisioneros para protestar contra los abusos y los ultrajes, desde prisiones en California a las cárceles de inmigración en Washington. Y ha creado un territorio fértil para que crezca el apoyo a los Cinco Cubanos y a otros prisioneros políticos en Estados Unidos. Luchas similares contra las muertes de detenidos y las ejecuciones de la policía en vecindarios obreros están teniendo lugar en el Reino Unido.
El Militante, así como el San Francisco Bay View, Prison Legal News y Prison Focus —periódicos con una base orgullosa de suscriptores en las cárceles de Estados Unidos —se han involucrado en una serie de batallas contra intentos de prevenir que los prisioneros lean lo que ellos quieran. Éstas y otras publicaciones han enfrentado censuras por reportajes que no le han gustado a los carceleros, como la huelga de hambre de 30 mil prisioneros en California en 2013 contra el confinamiento solitario y otros abusos. En algunos casos, las autoridades penitenciarias han intentado prohibir completamente periódicos que no les agradan, incluyendo el Militante, un semanario socialista que vincula a los prisioneros con las luchas de sus compañeros de clase fuera de las cárceles.
El otoño pasado el Militante —con el apoyo del Comité de Reporteros por la Libertad de la Prensa, abogados de la Unión Americana de Libertades Civiles y otros— forzaron a las autoridades penitenciarias en Florida y el estado de Washington a que retractaran su censura del periódico y entregaran ediciones que habían confiscado de suscriptores tras las rejas. Los partidarios de los derechos democráticos también ganaron una victoria afín que forzó a la Junta Educativa del Condado Randolph en Carolina del Norte a que retractara su prohibición del libro El Hombre invisible de Ralph Ellison en las bibliotecas escolares. La prohibición duró solo nueve días y después las bibliotecas y librerías del área no pudieron satisfacer la demanda de dicho libro clásico.
La policía con sus intentos de controlar la mente en las prisiones y el sistema escolar en Estados Unidos, subestimaron los sentimientos de los trabajadores ordinarios y su capacidad de resistir los ataques contra sus derechos más fundamentales. Tengo confianza de que los que desean prohibir libros en el Ministerio de Justicia del Reino Unido verán que han cometido el mismo error.
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