Vol. 78/No. 25 14 de julio de 2014
Militante/Tony Hunt |
Kinik, Turquía, 28 de junio. Sentados en la mesa, desde izq., minero Engin Kursuncu, corresponsal obrero Frank Forrestal, mineros Tolga Yilmaz (escribiendo) y Serkan Yilmaz, y corresponsal obrera Alyson Kennedy. Forrestal y Kennedy son ex mineros en Estados Unidos. |
Los trabajadores aquí están discutiendo cómo organizarse para proteger sus vidas.
“Cuando la gente se enteró del accidente, todo el pueblo se fue a la mina para rescatar a los mineros”, dijo Serkan Yilmaz, de 36 años de edad, con 15 años de experiencia como minero subterráneo en Eynez. “Mi hermano pereció en la mina”.
Kinik, con una población de 13 mil personas, está ubicada cerca de Soma, un pueblo de 76 mil habitantes. Es la segunda región más grande productora de carbón del país.
“Antes del desastre minero estábamos preocupados de ser arrestados si protestábamos”, dijo Yilmaz, “pero ahora estamos alzando nuestras voces cada vez más”.
“En 20 de las 28 aldeas de Kinik ha muerto un minero”, dijo Engin Kursuncu, quien trabaja en la mina Imbat.
La empresa Soma Holding ha tomado en arriendo Eynez y dos otras minas de la empresa estatal Turkish Coal Enterprises desde 2005.
Desde entonces, los patrones del carbón han acelerado la producción. En 2012 Alp Gurkan, co-propietario de Soma Holding, se jactó de que la compañía había reducido los costos de la extracción del carbón de 130 dólares por tonelada en 2005 a 23.80 dólares. Actualmente los mineros trabajan para contratistas, y ya no para el estado.
La producción del carbón lignito a escala nacional se ha multiplicado por diez entre 2003 y 2012, según el Hurriyet Daily News.
Unas cuantas semanas después del desastre minero, Soma Holding intentó reabrir sus minas, pero los mineros se negaron a trabajar, y organizaron plantones de protesta durante diez días.
Uno de los mineros de Eynez que participó en estas protestas, Tevrat Cun, de 29 años, dijo que los mineros habían presentado una lista de demandas a la Asamblea Nacional en Ankara. Las demandas incluyen que ningún minero vaya bajo tierra hasta que se realicen verdaderas inspecciones de seguridad, que no haya despedidos de mineros hasta que se concluyan las inspecciones, aumentos salariales y que se ponga fin al odiado sistema de empleo a través de contratistas.
Cun estaba ocupado tratando de ganar apoyo para un plantón el 2 de julio en Soma.
Hay que transformar el sindicato
El sindicato Maden-Is tiene que ser transformado, dijo Engin Kursuncu. Cerca del 70 por ciento de los 13 mil mineros en los yacimientos de carbón en Soma pertenecen a este sindicato, dijo Kursuncu.“Muchos mineros dicen que Maden-Is es un sindicato amarillo, pero el problema son los funcionarios, que no son electos por los trabajadores, sino nombrados desde arriba”, dijo Kursuncu. “Estamos luchando para cambiar esto para que los mineros subterráneos elijan a sus delegados”.
“Los dirigentes de Maden-Is están en contubernio con la compañía”, agregó Kursuncu. “El cambio tiene que venir desde la planta baja”.
Dijo que después del desastre alrededor de 300 mineros se afiliaron a otro sindicado, el Dev. Maden Sen, el cual está afiliado a la Confederación de Sindicatos Progresistas de Turquía (DISK).
En la oficina de DISK en Soma, Ali Sogut, un minero de la mina Atabacsi, dijo que había ingresado recientemente a Dev. Maden Sen, pero que seguía siendo miembro de Maden-Is. Junto con otros mineros, él ha estado visitando a los mineros en las aldeas para sostener discusiones sobre la lucha por la seguridad y mejores condiciones de trabajo. “Hay que hacer nuestra la seguridad en las minas”, dijo.
En un café al aire libre, rodeado de olivos, en las afueras de Kinik, los corresponsales obreros del Militante se reunieron con una decena de mineros que habían trabajado en Eynez.
“Pensamos que lo que provocó el incendio fue el colapso del carbón del techo, pero no hay nadie que tenga información precisa. Al colapsar, se cayó sobre los cables eléctricos, los cuales no eran a prueba de incendio”, dijo Metin Kursuncu
No ha habido ningún informe oficial sobre la causa. Unos cuantos días después del desastre minero, reportó el Guardian de Londres, Gurkan dijo que la compañía había “invertido mucho dinero para asegurar la seguridad de los trabajadores”, y que la mina era un “lugar de trabajo de primera cla-se”. El Ministerio del Trabajo informó que la mina fue inspeccionada en marzo y que se había encontrado libre de problemas.
“Los respiradores no funcionaban. Eran viejos, los que yo vi eran de 1993”, dijo Tolga Yilmaz, de 25 años de edad, quien trabajó en Eynez por cuatro años. “Realmente no hubo una operación de rescate. Casi todos los mineros habían muerto por envenenamiento con monóxido de carbono cuando fueron encontrados. Para empeorar las cosas, ninguna de las familias de los mineros fallecidos han recibido algún tipo de compensación”.
A raíz del accidente minero, se han realizado grandes protestas en las ciudades más grandes de Turquía. La policía ha tenido enfrentamientos con los manifestantes, utilizando gases lacrimógenos y cañones de agua.
En Soma, cientos de mineros se unieron a una manifestación de dos mil personas, y exigieron la dimisión del primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, después que dijo en una conferencia de prensa que el riesgo de muerte es el destino de los mineros. “La protesta hubiera sido mucho más grande”, dijo Engin Kursuncu, “pero la policía selló las carreteras principales a la ciudad. El gobierno trajo a miles de policías de todo el país. El ejército se desplegó también en muchos de los pequeños pueblos”.
Malas condiciones en la mina
“Las condiciones de trabajo eran muy malas donde ocurrió la explosión y el incendio”, dijo Serkan Yilmaz. “Hacía tanto calor que el sudor corría dentro de mis botas”.“La veta de carbón encima de nosotros estaba recalentando, lo cual creemos que contribuyó al incendio”. Los mineros le dijeron a los patrones acerca de esto, pero no se hizo nada”.
“Dudamos de que el flujo de aire era adecuado”, dijo Metin Kursuncu. “Cuando pedimos detectores para verificar los niveles de monóxido de carbono y de metano, los patrones dijeron que eran demasiado caros”.
Muzaffer Atas, de 23 años, es uno de los pocos mineros que escaparon del incendio. “Yo estaba en la parte más profunda de la mina”, dijo. “Había cerca de 200. Nos alejamos del humo hacia el área donde se dinamita el carbón. El humo nos siguió. Sólo seis de nosotros sobrevivimos. Hasta el día de hoy la empresa no me ha enviado ninguna notificación; ninguna condolencia, ninguna ayuda de algún tipo, nada”.
“Somos unos de los trabajadores peor pagados del país”, dijo Tolga Yilmaz. “Conozco amigos que trabajan en una fábrica de lanchas que ganan 3 mil liras [1,413 dólares] al mes. Pero en las minas, el salario más alto es de 1,600 liras [753 dólares] al mes; el más bajo es 1,200 [565 dólares]. Hay que trabajar 30 días seguidos para ganar el máximo de 1,600, y casi nadie gana eso”.
Alyson Kennedy, Tony Hunt y Yasemin Aydinoglu contribuyeron a este artículo.
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