Vol. 78/No. 33 22 de septiembre de 2014
POR MARTÍN KOPPEL
Y MARY-ALICE WATERS
CIUDAD DE PANAMÁ—El Canal de Panamá, una de las proezas más impresionantes en la historia del trabajo humano y un triunfo de la ingeniería, estrenó sus operaciones hace 100 años.
El programa de actividades que se viene realizando este año para conmemorar el centenario de esta estratégica vía interoceánica ha sido más que una celebración del papel que ocupa el canal en la historia de Panamá. Ha reflejado el profundo sentido de orgullo del pueblo panameño por su lucha de más de un siglo para quitarse de encima la bota imperialista norteamericana.
Asimismo, la actual ampliación del canal, que se completará en un futuro próximo, muestra las crecientes rivalidades entre las potencias capitalistas mundiales, y la luchas de clases que la competencia entre los imperialistas ya va generando.
Entre las celebraciones del centenario estuvo la conmemoración de otro aniversario afín: 160 años de la llegada a Panamá del barco que trajo al primer grupo de trabajadores chinos en servidumbre. Laborando bajo condiciones prácticamente de esclavitud a mediados de la década de 1850, estos trabajadores por contrata ayudaron a construir el antecesor del canal, el Ferrocarril de Panamá, que conectó la costas atlántica y pacífica casi 15 años antes de que se inaugurara el Ferrocarril Transcontinental de Estados Unidos.
Una de las actividades que coincidieron con este aniversario fue una conferencia regional de la Sociedad Internacional para el Estudio de los Chinos de Ultramar, que se enfocó en el papel de los chinos en la historia de América. Se organizó de manera que los participantes aprendieran sobre la historia de este país estratégicamente situado.
Washington controló el canal y la franja de 10 millas de ancho —la Zona del Canal— que dividió al país en dos desde 1903 hasta fines de 1999, cuando su jurisdicción fue devuelta a Panamá de acuerdo con los tratados suscritos en 1977 por el líder panameño Omar Torrijos y el presidente norteamericano James Carter.
Hoy día el canal sigue siendo un enlace comercial importante. Por él transitan hasta 14 mil barcos al año: un 5 por ciento del comercio marítimo mundial.
Las celebraciones se dan en momentos en que se lleva a cabo un proyecto masivo para ampliar la capacidad del Canal de Panamá a fin de darle cabida a una nueva generación de enormes buques portacontenedores.
La inauguración del nuevo complejo de esclusas, que se proyecta completar a fines de 2015, producirá notables cambios en el transporte y comercio marítimo internacional. Ya ha comenzado la carrera entre los capitalistas rivales para ver quiénes saldrán ganadores y perdedores.
Desde el centro de visitantes en las esclusas de Gatún, situadas del lado caribeño del canal, los reporteros del Militante pudieron observar la enorme envergadura del proyecto de ensanche. Cuando se haya completado, se duplicará el tonelaje que podrá ser transportado por esta vía.
Hoy en día, muchos de los barcos cargueros, así como buques de guerra y portaaviones, son demasiado grandes para pasar por los dos complejos de esclusas existentes, así que deben tomar otras rutas que son más caras. Por ejemplo, las supernaves cargueras chinas atracan en puertos de la Costa Oeste de Estados Unidos y Canadá, y la carga cruza el país por tren o camión.
El tercer complejo de esclusas, que ya se está construyendo al lado de las existentes, brindará un carril más ancho y profundo para los buques militares y cruceros de mayor tamaño y para supercargueros con una capacidad de hasta 12 800 contenedores.
Cambios en pautas de navegación
La ampliación del canal está atizando una competencia feroz entre las empresas navieras capitalistas y los dueños de las instalaciones portuarias a nivel mundial. Estados Unidos y China son los dos principales usuarios del Canal de Panamá.
En muchos puertos estadounidenses, desde la Costa Oeste hasta Nueva Jersey, Miami y Nueva Orleans, se están realizando obras para hacerlos más profundos y modernizar su infraestructura a fin de dar cabida a los megacargueros. Los dueños de las instalaciones portuarias en la Costa del Pacífico han intensificado su campaña para reducir los salarios y las condiciones de trabajo de los estibadores, camioneros y otros trabajadores portuarios y fortalecer así su posición competitiva.
El gobierno de Egipto anunció recientemente un proyecto de 8.4 mil millones de dólares para ampliar el Canal de Suez, competidor del de Panamá. El gobierno nicaragüense ha respaldado el plan de una empresa china para construir un canal a través de su territorio. Y las autoridades panameñas están estudiando la propuesta de otra empresa china para construir un cuarto juego de esclusas en la ruta existente del canal que permitiría el paso de cargueros aún más grandes.
La expansión del canal también ha estimulado una ola de obras de construcción en Panamá en los últimos cinco años, alimentada por la esperanza de convertir a Panamá en un nuevo centro financiero y comercial capitalista. En la capital están construyendo rascacielos de oficinas, hoteles turísticos y torres de condominios. Un nuevo sistema de metro estrenó su primera línea este año, y se ha construido una carretera costera de circunvalación para aliviar la congestión de tráfico. Ante la creciente demanda de mano de obra están llegando trabajadores de toda la región y hasta de países más lejanos como España.
A raíz de estos cambios económicos y sociales, la clase trabajadora en Panamá está creciendo. Y están subiendo las expectativas de mejores condiciones de vida.
Durante dos semanas en abril, 70 mil obreros de la construcción en huelga, organizados por el sindicato SUNTRACS, paralizaron el proyecto de expansión del canal y otras obras de construcción en Panamá. Los constructores en las obras del canal y otros grandes proyectos ganaron un alza salarial del 11 por ciento, además de aumentos durante los tres próximos años. Hasta entonces, muchos trabajadores especializados en las obras del canal ganaban 3.99 dólares la hora.
Las conmemoraciones del centenario del Canal de Panamá han ofrecido un recordatorio del papel vital que ocupó la construcción del canal en la consolidación del capital financiero y el surgimiento de Estados Unidos como potencia imperialista. Los participantes de la conferencia de la Sociedad Internacional para el Estudio de los Chinos de Ultramar pudieron apreciar mejor esa historia —incluido el papel de los trabajadores chinos— a través de varios paneles en la conferencia y visitas al canal.
Encuentro sobre chinos en América
La conferencia, titulada “Del sur de China al sur del continente americano”, aglutinó a unas 100 personas, mayormente investigadores académicos que estudian la migración china mundial durante los últimos dos siglos. La mayoría eran de Norteamérica y diversos países de América Latina y el Caribe, así como algunos que llegaron de Asia y Europa.
Varios de los panelistas panameños subrayaron el hecho de que un 5 por ciento o más de la población de Panamá es de ascendencia china, una de las comunidades chinas más grandes de América Latina.
Los conferencistas fueron invitados por asociaciones chino-panameñas a visitar varios sitios en Ciudad de Panamá y a lo largo del canal. El 8 de agosto visitaron las Esclusas de Miraflores del lado pacífico del canal, donde el centro de observación permite una vista panorámica de los enormes cargueros que cruzan las compuertas del canal. Ahí, un museo de cuatro pisos documenta la historia del canal.
En una ceremonia especial se estrenó un pabellón sobre “La presencia china en Panamá” que será incorporado al museo. Asistieron dirigentes de la comunidad chino-panameña y altos funcionarios del gobierno, incluyendo el presidente Juan Carlos Varela.
Uno de los oradores en el evento, Mario Him, de la Asociación de Profesionales Chino-Panameños, señaló con orgullo que la nueva exposición fue fruto de ocho años de campaña por los panameños de ascendencia china para que se reconociera oficialmente el papel de los chinos en la gesta histórica de la construcción de una ruta interoceánica.
Una pieza central de esta exposición es la réplica del Sea Witch, el barco norteamericano que hace 160 años —el 30 de marzo de 1854— trajo a Panamá a 705 trabajadores en servidumbre desde el puerto chino de Swatow (hoy Shantou) a laborar bajo condiciones brutales en la construcción del ferrocarril transistmeño, que fue terminado en 1855.
El museo ilustra cómo el esfuerzo para construir una ruta corta que conectara el Atlántico con el Pacífico —estimulado inicialmente por el descubrimiento del oro en California en 1848— culminó con la inauguración del Canal de Panamá bajo control norteamericano casi 70 años más tarde.
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