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Vol. 78/No. 36      13 de octubre de 2014

 
(portada)
Marcha en NY plantea defensa
de la naturaleza y los trabajadores
 
Foto de AP/Jason DeCrow
La marcha más grande hasta ahora contra la destrucción ambiental pasa por la sexta avenida en Nueva York.

POR MAGGIE TROWE
Nueva York—Alrededor de 300 mil personas de Estados Unidos, Canadá y otros países participaron en la Marcha Popular por el Clima en esta ciudad el 21 de septiembre.

Los manifestantes protestaron contra la creciente devastación de la tierra y los trabajadores enraizados en el funcionamiento normal del sistema capitalista, el curso de los patrones a nivel mundial impulsados por su afán de ganancias y bajo el látigo de la competencia, que los hace producir más y más rápido, sin importarles el impacto que esto tenga en los trabajadores y la naturaleza.

Esta protesta tiene lugar en un periodo de elevada resistencia y un aumento en las campañas de sindicalización por parte de trabajadores que se sienten frustrados por los bajos salarios, la aceleración del ritmo de trabajo, y el deterioro de la seguridad. La protesta refuerza esta resistencia obrera, a la vez que la resistencia obrera brinda fuerza a la protesta social.

La marcha tuvo lugar justo después de una rebelión de los trabajadores ferroviarios de Burlington Northern Rail, quienes rechazaron la propuesta patronal de reducir la tripulación de los trenes a una sola persona, lo que incrementaría la posibilidad de que ocurran descarrilamientos y derrames de substancias tóxicas como el que sucedió en Lac-Mégantic, Quebec, el año pasado.

Asimismo, la marcha tiene lugar tras las protestas masivas contra la muerte a manos de la policía de Michael Brown en Ferguson, Missouri, y Eric Garner en Staten Island, Nueva York.

Y también tiene lugar cuando una epidemia del virus de ébola está devastando a los países menos desarrollados de África, donde grandes sectores de la clase trabajadora no cuentan con energía eléctrica ni agua potable y servicios de saneamiento. A la vez, millones de personas están siendo incorporadas a las filas de la clase trabajadora, en China, India, África y a través de todo el mundo semicolonial, y están buscando aliados a la vez que luchan por condiciones modernas y confrontan el funcionamiento destructivo de la producción capitalista.

A diferencia de muchas protestas anteriores sobre el medio ambiente, en esta ocasión se sumaron a la marcha contingentes sindicales importantes .

“El sindicato de enfermeras defiende la seguridad de los pacientes y lucha para que se mantenga un personal adecuado. Queremos salvar vidas”, dijo Lilia Márquez, de 55 años, una enfermera del Hospital Bellevue, quien marchó con el contingente de la Asociación de Enfermeras del Estado de Nueva York. Al frente llevaban una pancarta que decía: “Cuidando a nuestros pacientes y a nuestro planeta”.

Hubo marchas por el medio ambiente en Oakland, California; Los Angeles; Seattle; Miami; Omaha y Lincoln, Nebraska; y otras ciudades de Estados Unidos y del mundo.

¿Cuál es el camino adelante?
Las soluciones sobre qué es lo que se debe hacer eran muy diversas. Algunos veían el problema como una cuestión social y tratan de promover un curso proletario para defender los salarios, luchar por el control obrero de las condiciones en el trabajo, y defienden las luchas de los trabajadores contra la explotación y la destrucción del medio ambiente. Otros expresaron una opinión anticientífica, catastrófica y presentaban perspectivas anti obreras. Culpan a la industrialización y a los trabajadores de industrias como la de la energía nuclear, del transporte de petróleo en trenes y la minería de carbón por la manera en que el proceso productivo de los patrones ignora la seguridad y causa catástrofes.

Una delegación internacional organizada por la Coalición Global por la Migración marchó en Nueva York. “Aquellos desplazados por las catástrofes del medio ambiente pertenecen en números desproporcionados a poblaciones rurales, de la clase trabajadora, de pueblos indígenas y las comunidades que no son blancas”, decía un comunicado de este grupo.

Hubo un contingente de Far Rockaway, Queens, y de otras comunidades devastadas por el huracán Sandy en 2012, así como contingentes de Louisiana y Mississipi, estados que fueron fuertemente afectados por el huracán Katrina en 2005, y siguen sintiendo los efectos del ciclón.

La destrucción causada por estas tormentas fue un desastre social, consecuencia del sistema de rentas de los capitalistas norteamericanos, que condena aquellos que pueden pagar menos a vivir en áreas más vulnerables, y por rehusarse a evacuar a los residentes y proveer una ayuda minúscula a las victimas de los desastres.

Algunos de los participantes de la marcha culpaban a los métodos que se usan para la extracción de la energía y el transporte, tales como la fracturación hidráulica (fracking) y los oleoductos, o a la tecnología en general, por los daños al medio ambiente.

Muchos participantes se vieron atraídos a la idea de que la desolación que el capitalismo causa a la tierra y a los trabajadores es una cuestión social y de clases, y que el camino hacia adelante está en la línea de marcha revolucionaria de la clase trabajadora.  
 
 
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