Vol. 79/No. 22 15 de junio de 2015
Este argumento falso fue tema de debate hace 150 años en la Asociación Internacional de Trabajadores, dirigida por Carlos Marx y Federico Engels. En 1865, durante una ola de huelgas y una campaña por el aumento de los salarios en Europa, John Weston, miembro del Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores de Inglaterra, dijo lo mismo. Marx le respondió, haciendo trizas de las racionalizaciones que usan los patrones para justificar todo su sistema salarial.
Es valioso leer hoy el folleto que se publicó en base a la presentación de Marx, titulado Salario, precio y ganancia. Termina con tres propuestas de Marx que fueron adoptadas por la asociación:
“Primero. Una subida general de los salarios acarreará una baja en la tasa general de ganancias, pero no afectará, en términos generales, los precios de las mercancías.
“Segundo. La tendencia general de la producción capitalista no es a elevar el promedio estándar de los salarios, sino a reducirlos.
“Tercero. Los sindicatos funcionan bien como centros de resistencia contra las usurpaciones del capital. Fracasan, parcialmente, por usar su fuerza de manera imprudente. En general, fracasan por limitarse a una guerra de guerrillas contra los efectos del sistema existente, en vez de esforzarse, al mismo tiempo, por cambiarlo, en vez de emplear sus fuerzas organizadas como palanca para la emancipación final de la clase obrera, es decir, para la abolición definitiva del sistema del trabajo asalariado”.
El valor, resultado del trabajo social
Para explicar por qué los salarios no determinan los precios Marx brinda una explicación concisa de cómo funciona el sistema de salarios capitalista.El valor de una mercancía, está determinado generalmente por “la cantidad de trabajo necesario para producirla en un momento dado de la sociedad”. El precio de tal mercancía fluctuará dependiendo de la oferta y la demanda, pero con el tiempo, el precio promedio se aproximará a su valor.
Cuando un capitalista emplea a un trabajador, “lo que el trabajador vende no es su trabajo, sino su fuerza de trabajo”, explica Marx. El valor de esta fuerza de trabajo “está determinado por el valor de los medios de sustento necesarios para la manutención y reproducción de la fuerza de trabajo”, o sea, la vivienda, comida, etcétera, del trabajador.
En el curso de un día de trabajo, un trabajador produce más valor nuevo que lo necesario para cubrir su salario. Marx cita el caso de un hilandero en una hilandería de algodón que pueda producir el valor de su salario en 6 horas de trabajo. Pero los patrones exigen 12 horas de trabajo, diciendo que han empleado al hilandero por todo el día. El capitalista se queda con el valor que el trabajador produce en las horas adicionales. “Este tipo de intercambio entre el capital y el trabajo es la base del sistema de producción capitalista, el sistema asalariado”.
Esta plusvalía, producida por el trabajo del trabajador, es la fuente de todas las ganancias, incluyendo la renta y el interés que el patrón pague al arrendador y al banco.
Ya que el nuevo valor producido a través del trabajo se divide entre el trabajador y el capitalista, “si bajan los salarios, suben las ganancias; y si suben los salarios, bajarán las ganancias”, dice Marx, “pero todas estas variaciones no afectan el valor de la mercancía”.
“La tendencia general de la producción capitalista no es a elevar el nivel medio de los salarios, sino, por el contrario, a hacerlos bajar, o sea, a empujar más o menos el valor del trabajo a su límite mínimo”, señala Marx.
Cuando aumenta la productividad laboral, por ejemplo, el valor del salario del trabajador se produce en menos tiempo, y el patrón se queda con más ganancias. “Y, aunque el nivel de vida absoluto del trabador siga siendo el mismo, su salario relativo, y por tanto su posición social relativa, comparada con la del capitalista, habría bajado. Al resistir esta rebaja de su salario relativo, el obrero no haría más que luchar por obtener una parte en la incrementada fuerza productiva por su propio trabajo”.
La duración del día laboral y la intensidad del trabajo también son frentes en la lucha entre los trabajadores y el capital. Al luchar por limitar el día laboral a “dimensiones racionales”, los trabajadores “únicamente ponen límites a las usurpaciones tiránicas del capital”, dice Marx. “El tiempo es el espacio en que se desarrolla el ser humano. El hombre que no dispone de ningún tiempo libre, cuya vida, prescindiendo de las interrupciones puramente físicas del sueño, las comidas, etcetera, está toda ella absorbida por su trabajo para el capitalista, es menos que una bestia de carga”.
Durante los periodos de contracción del ciclo comercial, los salarios de los trabajadores usualmente declinan. “Si, durante la fase de prosperidad, en la que se obtienen ganancias extraordinarias, el trabajador no batallara por que se le suba el salario, no percibirá, tomando el promedio de un ciclo industrial, ni siquiera su salario promedio, o sea el valor de su trabajo”.
Si los trabajadores no lucharan para aumentar sus salarios y mejorar sus condiciones “se descalificarían sin duda para emprender movimientos de mayor envergadura”, dijo Marx.
“Deben comprender que el sistema actual, aún con todas las miserias que impone a los trabajadores, engendra simultáneamente las condiciones materiales y las formas sociales necesarias para la reconstrucción económica de la sociedad”, concluye Marx. “En vez del lema conservador de ‘¡Un salario justo por una jornada de trabajo justa!’, deberían inscribir en su bandera esta consigna revolucionaria: ‘¡Abolición del sistem a del trabajo asalariado!’”
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