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Vol. 79/No. 25      20 de julio de 2015

 
(portada)
Obama impulsa pacto comercial
asiático como contrapeso a Beijing

 
POR NAOMI CRAINE  
Tras haber obtenido del congreso norteamericano la aprobación de “Autoridad de Promoción del Comercio” o autoridad por “vía rápida”, la administración de Barack Obama está tratando de completar las negociaciones en torno al Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP), que abarca una decena de gobiernos en Asia y América para tratar de contrarrestar el creciente peso de Beijing.

Lo que está en juego para la clase gobernante es mucho más que el comercio. El mayor proyecto que Obama pretende lograr en el último tramo de su presidencia es un conjunto de acuerdos reglamentarios del comercio para proteger los intereses del imperialismo estadounidense en un mundo con una creciente crisis económica capitalista.

Después de la sangrienta matanza de la Segunda Guerra Mundial las potencias vencedoras imperialistas, sobre todo Washington, impusieron relaciones económicas, políticas y militares que se mantuvieron relativamente estables durante décadas, y que estaban basadas en la expansión de la producción y en el dólar estadounidense como la principal moneda de reserva del mundo.

Estas relaciones se están haciendo pedazos. Desde Asia hasta el Medio Oriente, de Cuba a Europa, el imperialismo norteamericano se enfrenta a retos políticos, económicos, sociales y militares.

Al mismo tiempo, los gobernantes estadounidenses enfrentan la creciente competencia capitalista de China y, en menor grado, India y otros países.

El TPP, que involucra los gobiernos imperialistas de Australia, Canadá, Japón, Nueva Zelanda y Estados Unidos, y también a Brunei, Chile, Malasia, México, Perú, Singapur y Vietnam, potencialmente podría abarcar una tercera parte del comercio mundial.

Como en otros pactos arreglados por los imperialistas, este reducirá algunos aranceles mientras mantiene muchas medidas proteccionistas, en beneficio de los poderes capitalistas más fuertes.

Los gobernantes estadounidenses ven al TPP como un contrapeso a Beijing. “China quiere escribir las reglas para la región de más rápido crecimiento del mundo”, dijo Obama en su discurso del Estado de la Unión en enero. “¿Por qué vamos a dejar que eso suceda? Nosotros debemos escribir esas reglas”.

El 5 de abril, el ex secretario del tesoro Lawrence Summers criticó duramente las acciones de Washington para impedir que Beijing y el gobierno de India jueguen un papel correspondiente a su peso económico en el Fondo Monetario Internacional.

Esto contribuyó a la decisión del gobierno chino de lanzar el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, el cual operará paralelamente, y con frecuencia en competencia con el Banco Mundial y otros, en el financiamiento de proyectos de desarrollo de infraestructura. Hasta ahora Washington y Tokio no se han adherido a la iniciativa, aunque todas las grandes potencias imperialistas de la Unión Europea están participando.

Esto “podría ser recordado como el momento en que Estados Unidos perdió su papel como garante del sistema económico mundial”, escribió Summers. “Mientras uno de nuestros principales partidos se oponga a casi todos los acuerdos comerciales y el otro resista el financiamiento de organizaciones internacionales, Estados Unidos no estará en posición para dar forma al sistema económico mundial”.

La burocracia sindical ha encabezado una campaña contra el TPP, utilizando en gran medida argumentos nacionalistas y colaboracionistas de clases para la “protección de empleos norteamericanos”, particularmente en la manufactura.

A mediados de junio muchos congresistas demócratas en la Cámara de Representantes rompieron inicialmente con Obama para bloquear la autoridad de vía rápida, la cual permite a la Casa Blanca someter acuerdos comerciales a un voto sin que el congreso pueda enmendarlos. Sin embargo, la vía rápida fue aprobada por la Cámara y el Senado, y ahora espera la firma de Obama.

La autoridad de vía rápida se aplica no solo al TPP, sino también a otros pactos durante los próximos seis años que son parte de los intentos de los gobernantes norteamericanos para mejorar su posición en el mundo.

Las negociaciones del TPP están entrelazadas con lo que la administración Obama describe como su “giro” o “reequilibrio” militar en Asia. Washington está aumentando su rotación de tropas, aviones de combate y bombarderos en la base militar en Darwin, en la costa norte de Australia, con el objetivo de prevenir que Beijing pueda realizar en el futuro un bloqueo naval de las rutas de navegación.

El primer ministro japonés Shinzo Abe promovió tanto al TPP como un aumento en la colaboración militar durante una visita a Washington en abril. Tokio ayudará a financiar la ampliación de la base militar estadounidense en Guam, está profundizando sus lazos militares con India y Australia y está tratando de utilizar las fuerzas militares japonesas más allá de los límites definidos por la constitución impuesta por Washington al final de la Segunda Guerra Mundial.
 
 
 
 
 
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