Vol. 79/No. 25 20 de julio de 2015
A continuación publicamos un extracto del capítulo “Jim Crow, la bandera de batalla de la Confederación y la lucha por la tierra” del libro Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, por Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores. Reproducido con autorización. Copyright © 2009 por Pathfinder Press.
En 1877 los gobernantes norteamericanos retiraron las tropas federales de los estados de la antigua Confederación. Estos soldados habían sido la fuerza armada de último recurso que separaba a los trabajadores negros emancipados, por un lado, de las bandas de reaccionarios fuertemente armados, por el otro. En las últimas décadas del siglo XIX y bien entrado el siglo XX, generaciones sucesivas de organizaciones como los Caballeros de la Camelia Blanca, la Liga Blanca, el Ku Klux Klan, los Consejos de Ciudadanos Blancos y muchos grupos más —con nombre, anónimos o con nombre nuevo— llevaron a cabo un implacable reino de terror contra la población negra en el Sur. …
Por eso las luchas en torno a si los gobiernos estatales despliegan o no la bandera de batalla de la Confederación, o en torno a monumentos o días feriados en honor a dirigentes políticos o militares de la rebelión de los esclavistas, siguen incidiendo en la lucha de clases muchas décadas después —en efecto, casi siglo y medio después— de que fue vencida en una sangrienta guerra civil. …
Cuando se despliega hoy, esa bandera es emblema y aliento para las fuerzas reaccionarias que están empeñadas en preservar cuanto puedan de las consecuencias de una sangrienta contrarrevolución que definió el curso de la lucha de clases en Estados Unidos en el siglo XX. Es una causa de movilización para fuerzas que están actuando a partir de ese empeño. Es un símbolo de la lucha de los enemigos mortales del movimiento obrero para echar atrás los logros del movimiento pro derechos civiles y para dividir y debilitar a la clase trabajadora en este país. Es la bandera de cobardes en las carreteras, que asaltan la dignidad de los negros, día tras día, con calcomanías y medallones en sus espejos retrovisores, ventanas y paragolpes. Es la bandera bajo la cual, hace apenas unos años, se lanzaban ataques brutales y sangrientos contra los negros. Y, lo que es más importante, sigue siendo un estandarte bajo el cual estos ataques —contra africanoamericanos, inmigrantes, judíos, clínicas de abortos y otros blancos de la reacción— a menudo se están lanzando y se van a lanzar, hasta que las raíces capitalistas de ese trapo de Dixie sean arrancadas del suelo por el pueblo trabajador de este país y remplazadas por la dictadura del proletariado.
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