Vol. 79/No. 35 5 de octubre de 2015
Decenas de miles de refugiados sirios que huyen de la matanza perpetrada por el régimen de Bashar al-Assad están enfrentando a policías antimotines, vallas de alambres de púas y otros tipos de tratamiento inhumano por parte de los gobernantes capitalistas del continente europeo.
Es apremiante que la clase obrera luche para organizar a estos hombres y mujeres como parte de la lucha de clases, en cualquier país al que lleguen. ¡Organizar a todos los trabajadores en sindicatos! ¡Luchar por programas financiados por el gobierno para proporcionar empleos con salarios a nivel sindical, tanto para los refugiados como para los nativos, en la construcción de infraestructura, escuelas, hospitales y otras necesidades de los trabajadores. ¡Luchar contra los intentos de los gobernantes de convertir en criminales o denegar los derechos civiles a los refugiados y otros inmigrantes! ¡Alto a la discriminación y los ataques violentos, ya sea a manos de la patrulla fronteriza o de los pandilleros derechistas!
Durante décadas la dirección de los sindicatos de Estados Unidos y de países europeos se ha negado a realizar una lucha por la unidad obrera y se han unido con sus respectivos gobiernos patronales para promover un curso nacionalista y proteccionista. Los trabajadores tienen que trazar su propio curso.
Esto es diferente a la demanda general de que se “abran las fronteras”, como la propuesta del editorial del Militante del 21 de septiembre. Esa es una demanda utópica, y si fuera adoptada bajo el dominio capitalista, provocaría una mayor competencia entre los trabajadores, desempleo, salarios más bajos y miseria social.
Los trabajadores a nivel mundial deben extender solidaridad al asediado pueblo de Siria, cuya gran mayoría, incluidos la mayor parte de los trabajadores y agricultores, aun permanece dentro del país o se ha visto forzada a buscar refugio en las naciones colindantes. Casi 8 millones de ellos han sido desplazados en el interior del país asolado por la guerra; otros 4 millones se encuentran en Jordania, Turquía, Líbano y otros países de la región.
Hay que exigir un cese a los ataques brutales del gobierno de Assad y de otros enemigos de los trabajadores en la región.
El único lugar en Siria donde las masas han producido una fuerza de combate eficaz capaz de defender a la población con éxito es en las áreas dominadas por los kurdos, de donde han repelido tanto al ejército de Assad como al Estado Islámico. Los trabajadores de todo el mundo deben respaldar la lucha de los kurdos por sus derechos nacionales y una patria y deben oponerse a los ataques contra los kurdos lanzados por los gobernantes de Siria y Turquía, respaldados por Washington.
La crisis en Siria es producto de la derrota de la rebelión contra el régimen de Assad en 2011 y de la matanza que resultó durante los años siguientes; del surgimiento del reaccionario Estado Islámico tanto en Siria como en Iraq, que ha llenado un vacío de liderazgo de la clase obrera creado por las décadas de traición de los mal dirigentes estalinistas y nacionalistas; y de los efectos de las guerras contra Iraq y su ocupación por Washington.
La crisis se ve agravada por la desintegración del orden imperialista forjado por los vencedores de las dos Guerras Mundiales, principalmente Washington, y por los esfuerzos actuales de las potencias imperialistas y los gobiernos capitalistas en la región para mantener su control. La crisis se ve acelerada por la campaña de la administración de Obama para encontrar un acuerdo estratégico con Moscú y Teherán sobre Siria, Ucrania y otras partes, con la esperanza fútil de lograr una estabilidad que beneficie al imperialismo estadounidense en el Medio Oriente y más allá.
A través de la lucha por la solidaridad y la organización de la clase obrera —en Estados Unidos, el Medio Oriente y toda Europa— el pueblo trabajador puede empezar a romper con los gobernantes capitalistas y a organizarnos políticamente para impulsar los intereses de todos los trabajadores, en el camino hacia la toma del poder de manos de los capitalistas explotadores y creadores de las guerras.
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