Vol. 79/37 19 de octubre de 2015
Mientras tanto el bombardeo de un hospital de Médicos Sin Fronteras en el norte de Afganistán puso de relieve las consecuencias, no intencionadas pero mortíferas, del incremento en el uso de bombas y drones por parte de Washington para defender sus intereses imperialistas en la región, mientras trata de minimizar sus “botas en el terreno”.
Moscú está desplegando decenas de aviones de combate, tanques y artillería. Según noticieros rusos y sirios, también están enviando tropas aerotransportadas, fuerzas especiales y “voluntarios” militares.
Moscú intervino cuando el régimen de Assad estaba perdiendo más terreno. Solo el 25 por ciento del país está bajo su control. La mayoría de los bombardeos rusos se han concentrado en áreas capturadas por las fuerzas opositoras —incluyendo algunas financiadas por Washington— en la provincia de Idlib y alrededor de las ciudades de Hama y Homs.
Los oficiales rusos dicen que están coordinando su ofensiva con los gobiernos de Irán e Iraq.
El gobierno iraní, el cual también respalda al régimen de Assad, recientemente envió centenares de tropas a Siria. Según informes de Reuters y otras fuentes, Teherán tiene previsto que sean parte de una ofensiva conjunta con miles de tropas de Hezbolá apoyados por los bombardeos rusos.
La guerra civil en Siria ha matado aproximadamente a 250 mil personas y desplazado a más de la mitad de la población de 23 millones.
La lucha comenzó en marzo de 2011 con grandes protestas para exigir derechos políticos y el fin del dominio dictatorial de Assad. Las protestas, muchas de ellas dirigidas por jóvenes, involucraron a personas de diferentes religiones, incluyendo a chiitas, suníes, kurdos, drusos, alauíes y otras. Assad respondió con bombardeos, arrestos y masacres.
Las fuerzas opositoras intentaron enfrentar la embestida organizando el Ejército Libre Sirio (ELS), el cual tomó control de partes del norte de Siria, incluyendo áreas alrededor de Aleppo, la ciudad más grande del país. A medida que crecieron los ataques gubernamentales, el ELS se fraccionó. Desde entonces, varias coaliciones de grupos islamistas y seculares han estado compitiendo por territorio. En medio del caos, el reaccionario Estado Islámico tomó control de extensiones de terreno en Siria e Iraq.
El régimen de Assad ha recurrido al uso de bombas de barril, las cuales maximizan las bajas civiles. En 2013 la administración Obama dio marcha atrás en sus amenazas de intervenir, cuando el presidente ruso Vladimir Putin negoció un acuerdo para supuestamente impedir que Assad utilizara armas químicas.
De enero a agosto de 2015 las fuerzas de Assad han matado a 9 107 civiles, según la Red Siria para los Derechos Humanos, más de siete veces que las causadas por el Estado Islámico.
Entre los que se encuentran al frente de la lucha contra el gobierno sirio y el Estado Islámico están las fuerzas kurdas. En 2012, tomaron control de las regiones kurdas en el noreste de Siria. Y han repelido al Estado Islámico de un territorio que abarca centenares de millas cerca de la frontera con Turquía.
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