Vol. 79/No. 42 23 de noviembre de 2015
Las protestas y los boicoteos de clases comenzaron en la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo el 14 de octubre después que la administración anunció un aumento del 10.5 porciento en las matrículas. El movimiento se extendió por todo el país.
La policía lanzó gases lacrimógenos y usó granadas de aturdimiento contra cientos de estudiantes que se manifestaban frente al parlamento en Ciudad del Cabo el 21 de octubre. Dos días después, cuando 10 mil estudiantes estaban protestando en Pretoria, el presidente sudafricano Jacob Zuma anunció que suspenderían los aumentos por un año.
“Es una victoria, hicimos que la administración universitaria y el gobierno se pusiera de rodillas. Eso demuestra el poder que tenemos”, dijo por teléfono el 30 de octubre Shaeera Kalla, presidenta saliente del Consejo Representativo de Estudiantes en Witwatersrand. “Nuestra meta final es lograr que la educación sea gratuita”.
Las protestas son un reflejo de lo que se logró con el derrocamiento y desmantelamiento del sistema supremacista blanco del apartheid en 1994 y de la actual crisis del capitalismo. En 1990 los negros eran más del 80 por ciento de la población, pero solo el 32 por ciento de los estudiantes universitarios y de escuelas técnicas. Para 2011 la cifra había aumentado al 78 por ciento.
“Esta lucha unió a estudiantes con diferentes ideologías políticas”, dijo Inga Mbewana, una estudiante de derecho de 19 años de edad en La Universidad Metropolitana Nelson Mandela en Port Elizabeth y miembro del Comando Estudiantil de Luchadores por la Libertad Económica. Observó que las protestas incluyeron tanto a partidarios como oponentes del Congreso Nacional Africano, así como a estudiantes negros y blancos.