Vol. 79/No. 43 30 de noviembre de 2015
“De costa a costa, los conservadores obtienen grandes victorias en las elecciones”, dice el titular de un artículo del Washington Post el 4 de noviembre. Este fue típico de otros artículos en varias publicaciones tanto liberales como conservadoras que mantienen que las elecciones de este año indicaron un gran cambio.
Esos artículos resaltan la derrota de la Ordenanza por la Igualdad de Derechos en Houston, y algunos comicios en que los republicanos derrotaron a los candidatos demócratas como prueba de su punto de vista. En realidad a nivel nacional el número de demócratas o republicanos que ganaron elecciones cambió muy poco.
Para entender lo incorrecto de este análisis, es útil examinar el voto sobre la Ordenanza por la Igualdad de Derechos de Houston —la cual hubiera ampliado las leyes en contra de la discriminación incluyendo a los homosexuales y transexuales. La ordenanza sufrió una derrota contundente con el 61 por ciento de los votos en contra.
Pero el voto no tuvo nada que ver con una supuesta reducción en los sentimientos mayoritarios contra el prejuicio y el trato desigual basados en el genero o la orientación sexual de un individuo. Sino que fueron los liberales y los radicales pequeño burgueses partidarios de lo que es “políticamente correcto” los que hundieron la propuesta de ley al insertar en la versión original una clausula —la cual fue removida más tarde— que decía que ningún negocio abierto al público podía negarle a un individuo transexual la entrada a un baño que fuera consistente con su autoproclamada identidad sexual.
Los conservadores adversarios de la ley tomaron ventaja de esto para atacarla, incluyendo la impresión de carteles que decían “No a los hombres en el baño de mujeres” exhibidos prominentemente en los barrios obreros y otras comunidades.
“Tengo tres hijas”, dijo Todd Ward, trabajador municipal de Houston, al New York Times. “No hay igualdad de derechos para que yo entre a un baño de mujeres. Esto es sentido común”.
Varios artículos en el Wall Street Journal, incluyendo uno el 6 de noviembre titulado “¿Ha perdido el mundo su fe en el capitalismo?”, se acerca más a lo que está ocurriendo en la política en Estados Unidos.
Para consternación del Journal, una “encuesta encontró que el 55 por ciento de los norteamericanos creen que en el capitalismo ‘los ricos se están haciendo más ricos’ y los ‘pobres se están empobreciendo’. El 65 por ciento de las personas creen que la mayoría de los grandes empresarios han ‘evadido impuestos, dañado el medio ambiento o han comprado favores de los políticos’”.
El periódico liberal capitalista Washington Post aborda el asunto desde un ángulo diferente. Un artículo de Harold Meyerson del 4 de noviembre cita una investigación reciente de los economistas de Princeton Angus Deaton y Anne Case según la cual el número de muertes por suicidio, uso de alcohol y drogas “entre los blancos de la clase trabajadora de 45 a 54 años ha crecido dramáticamente desde 1999, tanto así que su tasa de mortalidad ha crecido un 22 por ciento”.
El Post culpa a la creciente “desintegración de las familias blancas de clase trabajadora”. El diario señala que “el porcentaje de trabajos industriales en la economía de Estados Unidos bajó del 28 por ciento en 1970 al 17 por ciento en 2010”, mientras que le restan importancia a las condiciones de depresión que enfrentan millones de trabajadores en Estados Unidos.
“Esto ha ayudado a fomentar una reacción racial y nacionalista que ha impulsado a gran parte de la clase trabajadora blanca (particularmente en el sur) a las filas del Partido Republicano”, afirma el Post. La opinión del Post es que estos trabajadores supuestamente sin educación, alcohólicos y drogadictos son la razón principal por la que Donald Trump ha tenido tanto éxito en la campaña presidencial hasta ahora.
Interés en el PST
Los candidatos del Partido Socialista de los Trabajadores para alcalde y concejal en Filadelfia, y para inspector portuario en Seattle, han encontrado que los trabajadores —cualquiera sea su origen étnico— que están buscando soluciones radicales frecuentemente se sienten atraídos a candidatos como Trump y otros que profesan decir las cosas tales y como son o que atacan al “capitalismo nepotista”.Los partidarios del Partido Socialista de los Trabajadores han logrado captar la atención de trabajadores que han asistido a los mítines de Trump, cuando les explican que el problema no es el capitalismo “nepotista” sino el capitalismo en si. Los trabajadores en esos eventos estaban abiertos a considerar una alternativa proletaria a los demócratas y republicanos, incluso la oposición del PST al programa de Trump de deportar a los trabajadores inmigrantes. Los trabajadores necesitan unirse en una lucha común —sin importar donde nacieron— para luchar por un aumento del salario mínimo y para organizar a los que no están sindicalizados, dijeron los candidatos del PST, como parte de forjar un camino hacia la construcción de un movimiento revolucionario que arranque el poder de las manos de la clase capitalista.
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