Vol. 79/No. 46 21 de diciembre de 2015
El derecho a controlar su propio cuerpo, a decidir si y cuando tener hijos, es fundamental para la igualdad de la mujer. Desde que la Corte Suprema se vio forzada a despenalizar el aborto en 1973 —bajo la presión del creciente movimiento de la mujer sobre los hombros de la masiva lucha de la clase trabajadora por los derechos de los negros— los oponentes de los derechos de la mujer han librado una campaña implacable para eliminar este procedimiento médico de los hospitales y limitar el acceso al aborto, en particular para las mujeres de la clase trabajadora.
Los ataques se han acelerado en los últimos años con cientos de nuevas leyes estatales que establecen restricciones al derecho a elegir —desde “periodos de espera” y leyes exigiendo el consentimiento de los padres hasta reglamentos onerosos diseñados para forzar el cierre de clínicas.
El pueblo trabajador esta pagando un precio por la negativa desde hace tiempo de los funcionarios sindicales y las principales organizaciones pro derechos de la mujer a movilizar una campaña nacional de acción pública para exponer el amplio apoyo que existe a favor del derecho de la mujer a elegir el aborto. Mas bien le dicen a la gente que no hagan ruido, que vayan a votar y confíen en los políticos capitalistas que están “a favor del derecho a elegir”.
A comienzos de los 1990 la Operación Rescate intentó usar fuerza física para cerrar las clínicas de aborto por todo el país. Los defensores de los derechos de la mujer, después de algunas derrotas, confrontaron a los derechistas eficazmente con movilizaciones masivas que mantuvieron abiertas las clínicas en Buffalo, Nueva York, y en todo el país. Este es un ejemplo de los resultados que se obtienen cuando se depende de la acción política independiente del pueblo trabajador —y no de los políticos capitalistas y sus policías y tribunales— eso es lo que se necesita hoy.
Obligados a retroceder por esta victoria a favor de los derechos de la mujer, un grupo pequeño de derechistas se lanzaron al ataque asesinando a varias personas que brindaban abortos y ataques incendiarios de clínicas entre 1993 y 1998. En 2009 el doctor George Tiller, uno de los pocos médicos en Estados Unidos que realizaba abortos tardíos, fue asesinado por Scott Roeder, quien tenía un largo historial de violencia contra el aborto.
No hay pruebas de que este tipo de campaña terrorista contra el aborto esta comenzando de nuevo. Pero el constante empecinamiento contra el derecho de elegir el aborto, incluyendo la campaña política contra Planned Parenthood —especialmente cuando no se responde con una movilización de los trabajadores para defender los derechos de la mujer— aumenta las probabilidades de que individuos realicen actos como el ataque en Colorado.
Debido a los históricos cambios sociales en los últimos 50 años, las mujeres ahora representan hasta un 47 por ciento de la fuerza de trabajo. Para participar de manera completa al lado de sus hermanos trabajadores en el trabajo —y en las batallas para defender los salarios y condiciones de trabajo— es crucial la capacidad de la mujer de controlar su propia vida reproductiva.
Hoy, los trabajadores están ganando confianza en su capacidad de organizar y luchar a través de experiencias concretas —el movimiento por los $15 la hora y un sindicato, las luchas contra la brutalidad policiaca y las luchas sindicales como la huelga contra los salarios de dos niveles en la empresa Kohler en Wisconsin, para nombrar solo algunas. Una lucha pública para defender el derecho de la mujer a elegir el aborto será parte de lo que fortalecerá y unificará a la clase obrera en estas luchas. Esta es una lucha que todo el movimiento obrero debe hacer suya.
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