Vol. 80/No. 1 4 de enero de 2016
Gracias, Cárdenas, por todo el apoyo y por este gran honor de considerarnos hijos adoptivos. No los vamos a defraudar jamás.
Felicidades, Elián. Felicidades a la FEEM [Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media] en su aniversario.
Cuando en Miami se estaba desarrollando ese triste capítulo que fue el caso de Elián, ese pequeñín en su inocencia estaba muy lejos de imaginar cuánta fuerza estaba dando a cinco hombres en una prisión norteamericana.
Juan Miguel [el padre de Elián] en su modestia, incluso hoy —aunque hemos tratado de explicárselo, hay cosas que no se pueden explicar con palabras— está lejos de imaginar cuánto su ejemplo, su firmeza, su patriotismo, fortaleció a los Cinco en una prisión norteamericana. Gracias, Juan Miguel, gracias Elián.
Nosotros tuvimos la suerte y la desgracia de tener acceso por esos días a las ondas radiales de las estaciones de Miami y alguna que otra estación de televisión cuando era posible en la prisión. Las 24 del día se las pasaban con el caso de Elián.
Y tuvimos que escuchar cuando le ponían precio a Juan Miguel y a sus familiares. Dos millones llegaron a ofrecer. Y para aquellos que lo dudan, el personaje [que ofreció el dinero] se llama Jorge Rodríguez , director de la antigua Radio Fe, por entonces La Poderosa. En el aire lo dijo: “Le ofrezco dos millones si se queda”.
Qué poco conocen a los patriotas cubanos. Qué poco conocen a los revolucionarios cubanos, que no tienen precio: ni se rinden, ni se venden. ¡Qué poco conocían a Juan Miguel!
Ese hombre [Fidel Castro] que está aquí hoy entre nosotros. Ese gigante, que quizás tengamos la dicha de que esté disfrutando también o disfrute en algún momento de este acto. Ese capitán de pueblos, capitán de masas que guió a los cubanos hacia la increíble y contundente victoria que fue el regreso de Elián González, sabía y confiaba en la vergüenza de los hombres.
Sabía y confiaba en ese hombre humilde, modesto, desconocido por aquel entonces, a quien le tocó jugar su papel en la historia. Nadie lo preparó. Nadie le estuvo enseñando durante años para ese momento. Le cayó de pronto su responsabilidad. Y él, como muchísimos cubanos, la supo cumplir con honor, con orgullo. Y supo poner en alto el nombre de su pueblo y de su revolución.
De nuevo, gracias, Juan Miguel. Tu ejemplo nos sirvió de mucho. Tu ejemplo nos fortaleció en esas prisiones.
Este obviamente no es el primer cumpleaños de Elián en su patria. Pero sí puede que sea, según sus propias palabras, el más feliz. Los Cinco nunca olvidaremos cuando le dijo a René, que fue el primero en llegar: “Nunca tendré un cumpleaños verdaderamente feliz hasta que no estén los Cinco de regreso en la patria”. Hoy es ese cumpleaños, Elián. ¡Felicidades, felicidades!
Celebremos, Cárdenas. Celebremos esta victoria que es también de ustedes. Celebremos junto a todo nuestro pueblo. Allá en las prisiones nos llegaban las noticias de sus marchas. Cuántas veces nuestras madres marcharon al frente del pueblo cardenense. Con cuánto orgullo recibíamos allá algunas imágenes y los reportes de nuestra prensa. Cuánto nos alentaron. Nosotros nos sentíamos muy orgullosos de ustedes. Y hoy con ese orgullo multiplicado recibimos ese honor de considerarnos hijos adoptivos de Cárdenas. Gracias de nuevo, hermanos.
Quiero aprovechar la oportunidad para saludar, porque se encuentran aquí entre nosotros, una representación del Partido Socialista de los Trabajadores de Estados Unidos: Róger Calero, Martín Koppel y Mary-Alice Waters, quien es también presidenta de la editorial Pathfinder. Uno de los pocos oasis de la verdad informativa que hay en ese país, donde los grandes medios corporativos de prensa mienten diariamente. Allí se levanta la voz del Militante desde hace muchas décadas para tratar de instruir y llevar la verdad al pueblo norteamericano. Fue un firma baluarte que tuvimos los Cinco en nuestra lucha por la justicia. Gracias, Pathfinder, gracias al partido, gracias a ustedes también.
Ellos están aquí hoy en representación de los muchos compañeros y compañeras del mundo, incluyendo de los Estados Unidos, que nos apoyaron y que no escatimaron esfuerzos hasta que se lograra la victoria. Fue esa solidaridad en unión al apoyo de nuestro pueblo y al liderazgo inconfundible de nuestro comandante Fidel, y de Raúl, lo que hicieron posible que hoy los Cinco estemos entre nosotros.
Ustedes lo saben mejor que nosotros: no se puede pasar un día como hoy sin hacer referencia, de nuevo, a Fidel. Comandante, no nos cansaremos decirlo: con cuánto orgullo escuchamos sus palabras en aquella tribuna del Cotorro [en junio de 2001]. Usted dijo: “Posiblemente esos cinco hombres me estén escuchando”, y sí lo estábamos escuchando, Comandante. Sí escuchamos cuando dijo que sería una batalla de años. Cuando expresó su confianza en que resistiríamos. Y cuando dijo: “¡Volverán!”
Desde ese día, Comandante, supimos que nada ni nadie podría doblegar a los Cinco, ni impedir nuestro regreso a la patria. Gracias de nuevo, Fidel. Gracias de nuevo, Raúl, por hacer realidad esa promesa y traernos de vuelta con nuestro pueblo. Gracias, Cárdenas. Gracias, Cuba.
Cuenten con los Cinco. Sigan contando con nosotros, con Juan Miguel, con Elián, con el pueblo revolucionario de Cárdenas para todas las batallas que nos quedan por delante.
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