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Vol. 80/No. 2      18 de enero de 2016

 
(artículo principal)

Plan bélico de Washington
sufre reveses en Medio Oriente

 
POR MAGGIE TROWE
La administración de Barack Obama ha sufrido una serie de reveses en sus planes para forjar un bloque estratégico con Moscú y Teherán para lograr un cese al fuego en Siria, aumentar la coordinación de maniobras militares contra el Estado Islámico en Iraq y Siria, y alcanzar la estabilidad en pos de los intereses norteamericanos en la región. La competencia entre intereses nacionales ha dado impulso a los crecientes conflictos entre Irán y Arabia Saudita, Turquía y Rusia, y al aumento en las operaciones bélicas del presidente turco Recep Tayyip Erdogan contra los kurdos en el sureste del país.

Los planes para una conferencia internacional auspiciada por la ONU para discutir los pasos hacia la creación de un gobierno de coalición en Siria a celebrarse el 25 de enero son cada vez más inciertos.

Moscú y Teherán quieren mantener en el poder a su viejo aliado el dictador de Siria Bashar al-Assad. Washington no tiene un sustituto viable para Assad. Zahran Alloush, uno de los dirigentes prominentes de las milicias suníes que ha luchado contra el régimen de Assad y el Estado Islámico, y que se esperaba que fuera uno de los delegados a la conferencia de la ONU, murió víctima de los ataques aéreos realizados el 25 de diciembre por Damasco o Moscú.

La monarquía de Al Saud en Riad ejecutó a 47 prisioneros el 2 de enero, incluido el jeque Nimr al-Nimr, un imán que se ha pronunciado en contra de los ataques del régimen contra los chiitas. Las imágenes espantosas de las decapitaciones fueron muy similares a los brutales asesinatos realizados por el reaccionario Estado Islámico.

El líder supremo de Irán Ali Khamenei hizo un llamado por una “venganza divina” contra Riad. La embajada saudita en Teherán fue incendiada por manifestantes. Riad respondió rompiendo relaciones diplomáticas.

Desde el derribó de un avión ruso por Turquía en la frontera entre Turquía y Siria el 25 de noviembre, las relaciones entre los dos países han seguido deteriorándose. Moscú ha impuesto sanciones económicas contra Turquía.

El 21 de diciembre Erdogan prometió continuar los sangrientos ataques del régimen turco contra la oprimida población kurda en la región suroriental del país, y se jactó de que las fuerzas turcas mataron a 3 100 combatientes del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) en 2015.

Tras la Primera Guerra Mundial, en su empeño de impedir el establecimiento de un Kurdistán independiente, los gobernantes imperialistas de Francia y Gran Bretaña dividieron a la población kurda entre Irán y los recién creados estados de Turquía, Siria e Iraq al desmantelar al derrotado imperio otomán. Aproximadamente la mitad de la población de 30 millones de kurdos en la región vive actualmente en Turquía.

Washington y las otras potencias imperialistas han tratado de utilizar el espectro de los ataques terroristas del Estado Islámico para justificar la creciente presencia militar y policial en las calles y las nuevas restricciones a los derechos políticos. Los ataques a las mezquitas han aumentado a lo largo de Estados Unidos en medio del uso de los musulmanes como chivos expiatorios por parte del gobierno, y los llamamientos a que se limite su inmigración y sus derechos.

El comisionado de policía de Nueva York Bill Bratton desplegó 6 mil agentes de policía fuertemente armados en Times Square durante la celebración del Año Nuevo.

Mientras los medios liberales han centrado la atención a los llamados hechos por los candidatos presidenciales republicanos Donald Trump y Ted Cruz para detener la entrada de refugiados de Siria a Estados Unidos, la administración de Obama ha aumentado las restricciones de viaje de los musulmanes.

Funcionarios estadounidenses impidieron que el empresario británico Mohammad Tariq Mahmood, de origen paquistaní, y su familia abordara un vuelo de Londres a Los Angeles el 15 de diciembre cuando iban rumbo a Disneyland por vacaciones.

Los oficiales del Departamento de Seguridad Nacional anunciaron sus intenciones de no dejar que ciudadanos estadounidenses aborden vuelos utilizando sus licencias estatales de conducir como comprobante de identidad a menos que sean “actualizados” con un chip de identidad de frecuencia radial (RFID por sus siglas en inglés).

Las personas residentes en estados donde no se emiten estas licencias tendrán que mostrar un pasaporte u otra identificación o serán rechazados.  
 
 
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