Vol. 80/No. 6 15 de febrero de 2016
Washington busca apoyarse en la creciente colaboración con Teherán, así como con Moscú, para establecer un alto al fuego que ponga fin a la guerra civil en Siria e imponer cierto grado de estabilidad. El gobierno norteamericano y sus aliados imperialistas en Europa y otros países no tienen interés en una guerra continua en la región.
Al mismo tiempo están utilizando ataques terroristas inspirados por el Estado Islámico para convertir a los musulmanes en chivos expiatorios y restringir derechos políticos cruciales para los trabajadores. El presidente francés François Hollande anunció el 22 de enero que extendería el estado de emergencia y las restricciones a las protestas y otros derechos que él impuso después de que terroristas mataron a 130 personas en París el 13 de noviembre.
Irán es uno de los países más grandes del Medio Oriente, con una población de 82 millones, una economía capitalista moderna y un alto nivel de cultura y educación.
Con la eliminación gradual de las sanciones imperialistas, el presidente iraní Hassan Rouhani ha hecho una gira por Europa en busca de acuerdos para ayudar a reconstruir la economía del país. Funcionarios gubernamentales italianos anunciaron que firmarán acuerdos comerciales con Teherán por un total de más de 16 mil millones de dólares.
Al mismo tiempo, Washington y Moscú están promoviendo negociaciones de paz “indirectas” en Ginebra auspiciadas por Naciones Unidas, que estaban programadas para el 29 de enero, pero aun no han tenido lugar.
Aunque funcionarios del régimen del presidente sirio Bashar al-Assad planean asistir, los grupos de oposición bajo el Alto Comité de Negociaciones, concertado en Arabia Saudita, dicen que no asistirán a menos que las tropas de Assad cesen los ataques y asedios contra las zonas civiles.
Khaled Khoja, presidente de la Coalición Nacional Siria, se quejó de que Washington, Teherán y Moscú han decidido imponer un “gobierno nacional” y permitir que Bashar al-Assad permanezca en el poder y que se postule para la reelección”.
Moscú está exigiendo a Naciones Unidas que invite al Partido de la Unión Democrática Kurda de Siria (PYD). El PYD a través de su ala militar —las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG)— y con ayuda de ataques aéreos norteamericanos han expulsado a las fuerzas del Estado Islámico de las áreas kurdas.
Si el PYD es invitado, “por supuesto que vamos a boicotear”, respondió el ministro de asuntos exteriores turco Mevlut Cavusoglu.
En 2011 las movilizaciones populares contra el régimen de Assad fueron aplastadas con una brutal represión, la cual llevó a una guerra civil donde han perecido más de 250 mil personas y millones han quedado desplazados.
Como producto de las décadas de traición por el estalinista Partido Comunista Sirio no existe ninguna dirección revolucionaria de la clase obrera en el país capaz de trazar un curso para derrocar el régimen y tomar el poder. En este vacío, el Estado Islámico pudo apoderarse de territorio y establecer un califato reaccionario.
Más de 400 mil personas viven en las áreas asediadas por Assad, sin acceso a alimentos y otras provisiones. Se estima que 2.5 millones de sirios han huido a Turquía; un millón a Líbano y cerca de 630 mil a Jordania, según la ONU. Y centenares de miles han huido a Europa.
Al pueblo kurdo se le ha negado una patria. En el acuerdo Sykes-Picot de 1916, Londres y París, los vencedores sobre Berlín y el Imperio Otomano, se dividieron entre ellos la región rica en petróleo e impusieron fronteras nacionales. Dividieron a los kurdos entre secciones de Siria, Turquía, Iraq e Irán. El trato secreto fue expuesto después de la Revolución Rusa de 1917, cuando los bolcheviques hicieron público el texto del pacto encontrado en los archivos del derrocado régimen zarista.
Líderes mundiales “han llegado a la conclusión de que la época de Sykes-Picot ha terminado”, dijo Masoud Barzani, presidente de la región kurda autónoma en el norte de Iraq. Barzani dijo que Iraq y Siria nunca serían reconstruidos con sus fronteras anteriores. Él planteó un nuevo acuerdo, y dijo que un Kurdistán independiente está “ahora más cerca que en cualquier otro tiempo”.
Desde el ataque terrorista en París inspirado por el Estado Islámico, 31 gobernadores norteamericanos han dicho que intentaran prohibir la entrada de refugiados sirios a sus estados.
Las severas restricciones y obstáculos burocráticos han hecho extremamente difícil para que refugiados sirios entren a Estados Unidos. Desde 2012, las autoridades han admitido apenas 2 174 refugiados sirios —un gran total del 0.0007 por ciento de la población de Estados Unidos.
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