Vol. 80/No. 6 15 de febrero de 2016
Por más de un año el ex secretario del tesoro Lawrence Summer ha estado advirtiendo sobre un “estancamiento secular” de una década o más en el cual serán imposibles “el máximo empleo y producción”. Ahora no está solo en este punto de vista.
Los trabajadores en la industria del carbón, el acero, el petróleo, los ferrocarriles y otras industrias básicas pudieron haberle dicho a estos expertos que eso estaba pasando. Se han estado cerrando minas y acerías. Los que todavía tienen trabajo enfrentan aumentos del ritmo de la producción y condiciones peligrosas.
Una avalancha de artículos en las páginas de negocios de los periódicos capitalistas dicen que la decisión de la reserva federal de aumentar las tasas de intereses en diciembre es la causa de la recesión. Pero ninguno de los economistas burgueses —aunque finalmente han admitido que hay una contracción— puede explicar porqué continúa y qué se puede hacer para resolver el problema.
De hecho, la crisis actual es producto del sistema capitalista. Es el resultado acumulativo de más de cuatro décadas de caída del promedio de las tasas de ganancias industriales. Esto hace que los capitalistas —quienes están motivados por obtener ganancias y no por producir lo que la gente necesita— guarden el dinero; empresas en Estados Unidos tienen acumulados 1.9 billones de dólares. O se vuelcan a la especulación en valores de papel, como acciones, bonos y derivados.
Esta especulación produce burbujas que eventualmente estallan. Un ejemplo fue la burbuja de la vivienda que desencadenó la recesión de 2008. Siempre dicen que ahora será diferente, pero no lo es. Los efectos para la clase trabajadora son devastadores.
En diciembre, la porción de la capacidad industrial de Estados Unidos utilizada fue del 76.5 por ciento. Para el gas y la electricidad bajó al 73.2 por ciento, lo más bajo desde que empezaron a registrar estas cifras en 1972.
Aunque el departamento del trabajo informa que se agregaron cientos de miles de trabajos el año pasado —especialmente en trabajos a tiempo parcial, temporales y con salarios bajos en servicios y tiendas— se crearon solamente 17 mil nuevos trabajos de manufactura entre enero y noviembre del año pasado, en comparación con 18 mil por mes en 2014.
La caída en la producción ha contribuido a la caída de los precios del petróleo y por tanto más recortes en empleos.
Los trabajadores en Estados Unidos enfrentan ahora esta nueva recesión después de seis años y medio de una “recuperación” que muchos nunca sintieron. La tasa de participación en la fuerza de trabajo en general, de un 62.6 por ciento el mes pasado, sigue en su punto más bajo en los últimos 40 años, aún peor para los trabajadores de menos de 25 años de edad. Y los salarios de muchos trabajadores han bajado.
Los inversionistas capitalistas, quienes metieron billones de dólares en los llamados mercados emergentes en los últimos siete años —China y países semicoloniales en África, Asia y Latinoamérica— para aprovecharse de altas tasas de interés, ahora se están apresurando a sacarlos. En 2015 retiraron la cifra record de 732 mil millones de dólares de esos países.
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