Vol. 80/No. 20 23 de mayo de 2016
Con 367 votos a favor y 137 en contra, la Cámara de Diputados de Brasil votó el 17 de abril a favor de un juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff. Si el senado vota a favor del juicio, Rousseff tendrá que renunciar por un periodo de hasta 180 días hasta que el proceso haya terminado. Se necesita una mayoría de dos tercios para destituirla de su cargo.
Rousseff no la acusan de llenar su propia cuenta bancaria si no de transferir ilegalmente 11 mil millones de dólares de los bancos del estado para financiar programas sociales que ayudaron a ganar apoyo para el Partido de los Trabajadores en las elecciones de 2014.
Casi dos tercios de los diputados enfrentan cargos de corrupción. Entre los que están siendo investigados se encuentran dos dirigentes de la campaña para que se enjuicie a la presidenta: el vicepresidente del país Michel Temer y Eduardo Cunha, el presidente de la cámara. Ambos pertenecen al Movimiento Democrático Brasileño, el cual rompió su alianza con el Partido de los Trabajadores en marzo. Rousseff dice que los procedimientos constituyen un “golpe de estado”.
La crisis tiene poco que ver con la corrupción, algo siempre presente en la política capitalista de Brasil. Sino que tiene todo que ver con la contracción de la economía capitalista mundial y el agotamiento de la perspectiva política del Partido de los Trabajadores, el cual ha gobernado desde 2003, la cual sostenía que se podía hacer mejoras permanentes para los trabajadores si los partidos de “izquierda” tomaban las riendas de los gobiernos capitalistas en América Latina.
En 2010 el producto interno bruto de Brasil, el séptimo más grande del mundo, estaba creciendo tres veces más rápido que el de Estados Unidos. Un incremento del comercio con China, la cual remplazó a Estados Unidos como el mayor socio comercial de Brasil, produjo un auge de las exportaciones de Brasil, que incluyen el petróleo, la soja y la carne de res.
Las autoridades brasileñas pensaban que el comercio con China, el cual se elevó de 2 mil millones de dólares en 2000 a 83 mil millones en 2013, les daría un mayor poder de negociación ante el imperialismo norteamericano. El gobierno de Brasil jugo un papel clave en un bloque conformado conjuntamente con Argentina, Venezuela, Paraguay y Uruguay para establecer un acuerdo comercial con la Unión Europea. En aquel entonces, según el Wall Street Journal, el canciller brasileño tenía en su oficina un mapa del mundo invertido para mostrar que “había llegado la era de la mercados emergentes”.
Rousseff y el Partido de los Trabajadores se aprovecharon de los buenos tiempos para ampliar los programas sociales iniciados por su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva. Dichos programas incluyen la Bolsa Familia, el cual da dinero en efectivo a familias de bajos ingresos a condición de que sus hijos asistan a la escuela y reciban las vacunas requeridas. Como parte de su meta de hacer crecer la clase media, el gobierno del Partido de los Trabajadores también repartió préstamos para la compra de viviendas, a la vez que facilitó la reposesión de estas por impago.
No prosperidad para trabajadores
Incluso durante el boom de mercancías, las condiciones eran muy duras para la clase obrera. Muchos ganan menos del salario mínimo oficial de aproximadamente 300 dólares al mes y más de 11 millones viven en favelas que a menudo carecen de servicios básicos. Y a pesar de los altos precios del petróleo y las reservas en divisas de 370 mil millones de dólares, se hizo poco para construir la infraestructura necesaria.En 2013 más de un millón de personas salieron a las calles en todo el país para oponerse al aumento de las tarifas de transporte público.
Muchos estaban indignados de que se gastaran 14 mil millones de dólares en la Copa Mundial de futbol de 2014, mientras se empeoraba el cuidado médico y la infraestructura. Los manifestantes portaban carteles que decían, “Si mi hijo se enferma, no lo puedo llevar a un estadio” y coreaban, “Bajen la tarifa, cárguenselo a la FIFA”, refiriéndose al organismo rector del fútbol mundial.
Se desploma el comercio con China
Un año más tarde se vino abajo el mercado capitalista de mercancías y el comercio con China se desplomó, al igual que los precios del petróleo.Como otras naciones semicoloniales golpeadas por la crisis de comercio y producción, la economía de Brasil se contrajo. El producto interno bruto se redujo un 3.8 por ciento en 2015.
Las medidas para enjuiciar a Rousseff han provocado debates en todo Brasil. Pero según el New York Times, “gran parte de la furia se limita a gente mayor, profesionales de clase media” en ambos lados. Los trabajadores, que habían sido los más entusiastas partidarios del PT, en su mayoría se han quedado fuera de las protestas tanto a favor como en contra del juicio.
“Teníamos tantas esperanzas para Dilma, pero su gobierno resultó igual que los demás: corrupto como criminales”, dijo al Times en Brasilia, Valdenor Soares da Silva, un vendedor de helados.
Los Juegos Olímpicos de verano que pronto se celebrarán en Brasil, que en un momento fueron símbolo de la creciente influencia del capital brasileño, ahora se están convirtiendo en una señal de su declive. El 21 de abril, un tramo de una ciclovía elevada construida para los juegos se desplomó en Río de Janeiro, matando a dos personas.
“Es mucho dinero que pudo haber sido invertido en la salud o la educación, en vez de un proyecto que se cayó cuatro meses después”, dijo al Journal el trabajador de restaurante Edino Feitosa da Silva.
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