Vol. 80/No. 21 30 de Mayo de 2016
La medida es la más seria en una ofensiva para intimidar y silenciar la oposición de los tártaros a la ocupación de Crimea por Moscú y su lucha por derechos políticos. Es “una declaración de guerra contra los tártaros de Crimea”, dijo Mustafa Dzhemilev, dirigente de la lucha por los derechos nacionales y ex presidente del Mejlis.
Los tártaros, un pueblo túrquico, fueron unos de los primeros habitantes de Crimea. Hoy comprenden alrededor del 12 por ciento de la población de la península. El 18 de mayo se cumple el 72 aniversario de la deportación de los tártaros de Crimea bajo órdenes del entonces primer ministro soviético José Stalin, quien los acusó en masa de ser agentes de Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Casi la mitad de la población de 200 mil personas murió durante el viaje forzoso a Uzbekistán y otras partes de la Unión Soviética en 1944. Los tártaros comenzaron a regresar a Crimea durante los años 90.
Los tártaros en su gran mayoría apoyan una Ucrania unida y soberana, y se opusieron a la toma de Crimea en marzo de 2014 por tropas rusas después que protestas populares expulsaran al presidente ucraniano Victor Yanukóvich, un aliado de Moscú. En ese entonces, bajo acuerdos que se remontan a la época de la Unión Soviética, Moscú mantenía alrededor de 26 mil soldados en Crimea, los cuales fueron utilizados para imponer un referéndum a favor de la “independencia” para justificar la anexión de la península.
La gran mayoría de los tártaros se negaron a participar en el referéndum. Moscú respondió prohibiendo la entrada a su patria a Dzhemilev, a quien 5 mil tártaros fueron a darle la bienvenida. Dzhemilev intentó entrar a Crimea en mayo de 2014 pero fue bloqueado por policías.
La criminalización del Mejlis se basa en la ley rusa para ‘Contrarrestar la Actividad Extremista’. Natalya Poklonskaya, el fiscal de Crimea designado por Rusia, acusó al Mejlis de recibir apoyo de organizaciones terroristas internacionales y de tratar de destruir la integridad territorial de Rusia.
En octubre, Ruslan Balbek, viceprimer ministro de Crimea, dijo que Dzhemilev estaba reclutando combatientes para el Estado Islámico para “posteriormente utilizar su experiencia militar para actividades subversivas en Crimea”. Dzhemilev, quien ha apoyado la resistencia no violenta contra Moscú por décadas, dijo que esto “era falso”.
La prohibición se añade a los asedios de vecindarios tártaros en Crimea y redadas de mezquitas, escuelas y hogares por parte de la policía. Cargos amañados, palizas y desapariciones han llegado a ser comunes.
Junto con Dzhemilev, el líder del Mejlis Refat Chubarov tiene prohibido entrar a Crimea por cinco años. El actual dirigente del Mejlis, Akhtem Chiigoz, está encarcelado bajo cargos amañados de organizar “disturbios masivos” en 2014, refiriéndose a las miles de personas que salieron a recibir a Dzhemilev.
Para justificar la prohibición los funcionarios rusos han señalado al bloqueo de tráfico comercial desde Ucrania iniciado por Dzhemilev y otros líderes tártaros el otoño pasado en contra de la anexión de la península, una acción que atrajo la participación del Sector de Derecha y otras fuerzas derechistas. El bloqueo perdió fuerza después que fuerzas desconocidas realizaran ataques contra torres que suministraban electricidad a Crimea. Estas acciones brindaron una excusa a Moscú y entorpecieron la lucha de los tártaros de Crimea.
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