Vol. 80/No. 27 25 de julio de 2016
¡Exigimos se presenten cargos y se enjuicie a los policías que mataron a Philando Castile en Falcon Heights, Minnesota, y a Alton Sterling en Baton Rouge, Louisiana! Instamos a los trabajadores y jóvenes a que se sumen a las protestas. En los lugares donde no hay ninguna programada, convoque una. Involucre a su sindicato. Esta es una cuestión importante para la clase obrera y el movimiento sindical.
Castile, trabajador de una cafetería y miembro del sindicato Teamsters, viajaba con su novia Diamond Reynolds y su hija cerca de St. Paul, Minnesota, cuando los policías Jeronimo Yanez y Joseph Kauser los detuvieron porque una de las luces traseras del auto no funcionaba. Los policías lo mataron a balazos mientras estaba sentado en su auto.
Sterling se encontraba vendiendo discos de música afuera del mercado Triple S Food Mart en Baton Rouge cuando los policías Blane Salamoni y Howie Lake llegaron y lo tiraron al suelo. Los videos muestran como uno de los policías le disparó a Sterling en el pecho varias veces.
Como todos los aspectos del llamado sistema de justicia, la brutalidad policial es parte esencial de cómo las familias gobernantes capitalistas de este país protegen sus intereses.
Esto es algo que la clase trabajadora enfrenta por todo el país. Según el Washington Post, desde el 1 de enero de 2015 la policía ha matado a 1 499 personas. Aproximadamente la mitad son caucásicos, y la mayoría del resto africano-americanos o latinos.
La policía mata a africano-americanos de forma desproporcionada, un producto de la discriminación y la violencia que los gobernantes utilizan para dividir a la clase trabajadora.
Desde la muerte de Michael Brown en Ferguson, Missouri, y Eric Garner en Nueva York, hace casi dos años, las protestas realizadas de costa a costa han inspirado a los trabajadores a manifestarse.
Los trabajadores han ganado nueva confianza para manifestarse en contra de la violencia policial, y no solamente en ciudades grandes. Ha habido protestas en pueblos pequeños como Council, Idaho, donde policías mataron al ranchero Jack Yantis y en Seneca, Carolina del Sur, donde policías mataron a Zachary Hammond.
Durante una marcha en Dallas contra las muertes de Sterling y Castile, un francotirador mató a cinco policías e hirió a otros siete. Este acto no tiene nada que ver con la lucha contra la brutalidad policial y le da al gobierno un pretexto para difamar y atacar esta lucha. La lucha por la liberación de los negros pagó un alto precio por actos similares dirigidos contra la policía a finales de los años 1960 y comienzos de los 1970.
Todo esto se está desarrollando en medio de una crisis económica capitalista mundial a la cual no se le mira fin y mientras continúan las guerras de Washington desde Afganistán a Siria y más allá.
La brutalidad y muertes a manos de la policía son parte de los esfuerzos de los gobernantes para mantenernos en nuestro lugar. A lo que más le temen los gobernantes es a que la clase trabajadora —los hombres y mujeres de diferentes colores de piel y nacionalidades— se levanten para la más grande de todas las batallas en los años venideros: la de reconocer que somos capaces de organizarnos y movilizarnos, en los millones, para poner fin a la dictadura del capital arrebatándoles el poder político para construir una sociedad basada en la solidaridad para satisfacer las necesidades humanas y no las ganancias privadas.
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