Vol. 80/No. 34 12 de septiembre de 2016
El sustento de decenas de miles de mineros jubilados y sus dependientes está bajo ataque. Los magnates del carbón están cerrando minas —especialmente las que tienen un sindicato— despidiendo a mineros y obligando a los que quedan a trabajar más horas en peores condiciones para mantener los niveles de producción y de ganancias. Están utilizando los tribunales de bancarrota para eludir sus obligaciones con respecto al cuidado de la salud y las pensiones de los mineros.
Este es un frente central del ataque de los patrones y su gobierno para hacer que la clase trabajadora pague por la creciente crisis de su sistema capitalista explotador y opresor.
El Partido Socialista de los Trabajadores respalda a los mineros y llama a los trabajadores a que se unan a la manifestación del sindicato de mineros UMWA en Washington, el 8 de septiembre. Nosotros estaremos allí para sumarnos a la demanda de que el gobierno de Estados Unidos garantice los fondos de jubilación y los beneficios de salud de los mineros del carbón.
La producción de carbón en Estados Unidos en el primer trimestre de este año disminuyó en un 17 por ciento en comparación al trimestre anterior. Pero no es cierto que el carbón esté al borde de la extinción.
En los últimos 10 años la producción de carbón en Estados Unidos se ha estabilizado, aún cuando los patrones capitalistas han cerrado minas y han recortado el personal en un 50 por ciento en los últimos seis años. A principios de los años 80, “nuestra semana laboral normal era básicamente de 40 horas”, dijo el minero Robert Cook, de 54 años, en la estación radial WBUR, en marzo. Pero en los últimos 10 años, “es más bien una semana de 60 horas”.
Al mismo tiempo, los patrones mineros han venido utilizando cada vez más máquinas de alta potencia que pulverizan las rocas y aumentan el polvo de sílice en el aire. A través de las batallas sindicales los mineros ganaron e hicieron cumplir medidas de seguridad y salud en el trabajo, incluyendo el derecho a retirarse de situaciones peligrosas. Esto eliminó prácticamente la enfermedad del pulmón negro. Sin embargo, como resultado de la ofensiva patronal y los ataques al sindicato, actualmente la enfermedad está en su nivel más alto desde principios de los años 70. Necesitamos luchar por el control obrero y el derecho del sindicato a parar labores en cualquier mina que no sea segura.
Como parte de nuestra campaña hemos estado yendo de puerta en puerta en Virginia del Oeste, Utah, Kentucky, Alabama e Illinois —y en pequeñas y grandes ciudades de costa a costa— hablando con trabajadores sobre la crisis económica capitalista. Los trabajadores enfrentan los mismos problemas por todo el mundo y necesitan la solidaridad.
En las últimas décadas, en Estados Unidos los sindicatos ganaron pensiones y atención de salud vinculadas a las ganancias de la empresa donde trabajaban. La última ola de quiebras mineras pone de relieve por qué tenemos que luchar por algo diferente: pensiones y asistencia sanitaria garantizada y financiada por el gobierno y pensiones para todos, independientemente de donde trabajan.
Los candidatos y partidos capitalistas no tienen solución.
Hillary Clinton demostró su desprecio hacia los trabajadores cuando dijo, “Vamos a despedir a muchos mineros”.
Donald Trump afirma que va a traer de nuevo los trabajos en las minas de carbón. Pero cuando visita las zonas mineras se reúne a puerta cerrada con los mismos patrones que están cerrando las minas, socavando la seguridad, obligando a los mineros a trabajar horas extras y utilizando la farsa de las bancarrotas para deshacerse de los contratos sindicales.
Es cierto que la generación de energía utilizando combustibles fósiles con fin lucrativo es perjudicial tanto para la salud de los trabajadores involucrados en ella como para el medio ambiente.
Actualmente, un tercio de la población del mundo no tiene electricidad, un requisito fundamental para la lectura, la cultura y la lucha política. Los mineros dirigirán la lucha por una energía segura que sea más limpia para satisfacer las necesidades energéticas de los trabajadores de todo el mundo. Y para asegurar empleos para todos que sean productivos y socialmente útiles.
Eventos como la manifestación del 8 de septiembre son un ejemplo de la solidaridad que el movimiento sindical necesita para organizar, combatir y repeler la incesante ofensiva de los patrones. Al organizarnos para defender nuestros intereses, los trabajadores aprendemos que somos capaces de contrarrestar el sistema individualista del capitalismo. Que podemos construir un poderoso movimiento de trabajadores y agricultores para tomar el poder político de manos de los gobernantes capitalistas y abrir el camino hacia la organización de una sociedad basada en las necesidades humanas y no las ganancias.