Vol. 80/No. 40 24 de octubre de 2016
Arriba, residentes de Les Cayes, Haití, el 6 de octubre. Los gobiernos de Haití y EEUU dejaron que cada quien resolviera sus problemas frente al huracán. Más de mil personas murieron en Haití. Izq., Raúl Castro es recibido en Maisí, Cuba, pueblo azotado por la tormenta, el 10 de octubre. La dirección revolucionaria cubana organizó la evacuación de un millón de personas antes del huracán e inmediatamente después inició el trabajo de reconstrucción. Ni una sola persona murió.
Un saldo de más de mil muertos —que sigue en aumento— en Haití, un país capitalista dominado por el imperialismo de EE.UU. En Cuba revolucionaria, aunque miles de casas y hectáreas de bosques y cosechas quedaron destrozados, no hubo un solo muerto. En Estados Unidos, habían por lo menos 23 muertos para el 10 de octubre.
En medio de sus propios desafíos para reparar la destrucción causada por la tormenta, Cuba envió refuerzos a Haití para unirse a la misión médica que tienen allí para combatir el cólera y otras enfermedades consecuencia de la tormenta.
Matthew golpeó a Haití y a la provincia de Guantánamo en Cuba como huracán de categoría 4. En el pueblo costeño de Baracoa, Cuba, “las olas alcanzaron el segundo piso”, contó un residente a Juventud Rebelde. Alrededor del 90 por ciento de las casas sufrieron daños en ese pueblo de 60 mil habitantes
La dirección cubana empezó sus tareas mucho antes de que el huracán tocara tierra el 4 de octubre.
El 2 de octubre, el presidente cubano Raúl Castro empezó una gira de varios días por Guantánamo, participando en una reunión del Consejo de Defensa Civil, que se encarga de los preparativos para desastres, y el cual “se enfocó en proteger a la población y en minimizar las pérdidas económicas”. Castro y el consejo acamparon en la vecina ciudad Santiago.
Según Juventud Rebelde, la Defensa Civil, trabajando con los gobiernos locales y personal del ejército, evacuaron a más de un millón de residentes. Alrededor de 372 885 personas fueron alojadas en albergues y otras 944 886 se refugiaron en los hogares de familias, amistades y vecinos.
Empieza reconstrucción
Brigadas de electricistas y soldados armados con sierras fueron enviados a la región antes de llegar el huracán —anticipando que los caminos y puentes serían destrozados— para asegurar que las reparaciones pudieran empezar de inmediato.El trabajo de reparación y recuperación comenzó tan pronto como los vientos amainaron. Se veía como un mar de verde olivo, notaba un reportero de Juventud Rebelde que llegó en helicóptero a Baracoa el 8 de octubre, refiriéndose a los cientos de soldados mezclados con los residentes de la ciudad que trabajaban para limpiar las carreteras y comenzar la reconstrucción.
“Lo más importante es que no hubo ni una sola muerte”, dijo Castro a una multitud de cientos de personas cuando exploraba Baracoa ese día.
El gobierno cubano anunció el 8 de octubre que los suministros para reconstruir las casas se venderían a mitad de precio y que préstamos a largo plazo sin intereses o de bajo interés están disponibles para quienes los necesiten. Los más necesitados recibirán materiales sin costo alguno.
Las organizaciones de masas como los Comités de Defensa de la Revolución y la Unión de Jóvenes Comunistas están organizando voluntarios, incluyendo carpinteros, albañiles, fontaneros y todo el que quiera ayudar, para desplazarse a las áreas más afectadas y trabajar con los residentes para reconstruir sus hogares.
En EE.UU. y Haití “Estás solo”
A diferencia de Cuba, los gobiernos de Haití y Estados Unidos tomaron la actitud de “cada uno por su cuenta”.Al acercarse la tormenta a la costa oriental de Florida el 6 de octubre, el gobernador Rick Scott anunció, “Tienen que irse. Evacúen, evacúen, evacúen”.
Aunque se organizaron algunos autobuses para evacuar a la gente, la mayoría fue abandonada a su suerte. USA Today reportó el 6 de octubre que los que intentaban irse de Florida “se enfrentaban a carreteras congestionadas, escasos suministros de combustible y hoteles repletos”.
La presente destrucción en Haití se suma a la devastación causada por el terremoto de 2010 y la posterior epidemia de cólera que dejó más de 300 mil muertos.
El gobierno [de Haití] casi no tomó ninguna medida para evacuar o alojar a la gente en refugios antes de la tormenta. Según el grupo de asistencia Mercy Corps, más del 80 por ciento de los cultivos que alimentan a 20 mil familias fueron destrozadas en la zona duramente golpeada del sur de la isla.
Los agricultores contaron al noticiero CBC cerca de St. Louis-du-Sud que las lanchas de madera del área, utilizadas para pescar y capturar camarones, fueron destruidas. Poca ayuda está llegando del resto del mundo. Junto con la inminente escasez de alimentos causada por la destrucción de cultivos, ganado e implementos agrícolas y de pesca —que no es poca cosa en Haití, una de las naciones más pobres del mundo— está el peligro de un nuevo resurgimiento del cólera.
“Hemos sido abandonados por un gobierno que nunca piensa en nosotros”, contó al CBC Marie-Ange Henry en la aldea de Chevalier.
Solidaridad cubana con Haití
El 8 de octubre, 38 médicos, enfermeros y especialistas en el control de epidemias volaron desde Cuba a Haití, para reforzar los esfuerzos de los 648 voluntarios médicos internacionalistas de Cuba estacionados allí. Los voluntarios cubanos jugaron un papel clave en controlar le epidemia de cólera después del terremoto de 2010.“Vamos a Haití con la misma combatividad con que nuestros compatriotas trabajan en la zona oriental afectada por el huracán Matthew, como ejemplo de que compartimos lo que tenemos,” dijo Alexis Díaz Ortega, jefe de la brigada.
Portada (este número) |
Página inicial |
Página inicial en versión de texto